El Sueño Del Alma
Con frecuencia, oímos decir que existen unos seres más evolucionados espiritualmente que otros, convirtiendo de esta manera la espiritualidad en una forma de competición para ver quien está más adelantado en el camino. La verdad es que esta manera de pensar constituye uno de los mayores errores que cometemos cuando comenzamos a abrirnos al mundo espiritual. La realidad es que todos somos iguales, todos somos almas perfectas y nuestro origen es exactamente el mismo. Todos nosotros venimos de la misma fuente. Dicho en términos más sencillos, todos tenemos el mismo padre, un padre que considera a todos sus hijos por igual.
Entonces, si tenemos un padre cuya naturaleza es espiritual, nosotros debemos tener la misma naturaleza que el Ser que nos ha creado. ¿O acaso no heredamos los rasgos de nuestros padres?. O sea, que en realidad somos seres espirituales viviendo una experiencia dentro de un cuerpo físico, aunque lo que experimentamos dentro de ese cuerpo nos parece tan real que terminamos indentificándonos con él y acabamos por olvidar cual es nuestro origen verdadero. Una idea errónea, una ilusión que nos separa de la felicidad ya que para el cuerpo lo único que parece ser real es aquello que se percibe con los cinco sentidos. Aunque esta idea no es más que una ilusión. Nuestra verdadera naturaleza va mucho más allá del cuerpo en el que nos encontramos en este momento. Nuestro verdadero SER no tiene límites y es inmortal.
Nuestro espíritu (o alma) es la parte más real de nosotros, ya que siempre permanece intacta. Es nuestra esencia, nuestro verdadero YO, en el que se van acumulando todas las experiencias que hemos ido viviendo a lo largo de nuestra existencia. Es decir, en el alma se encuentran todos los recuerdos de quienes hemos sido, mientras que nuestro cuerpo no es más que el traje con el que se ha vestido nuestra alma para vivir una experiencia física concreta. Va cambiando con el paso del tiempo y llega un momento en el que tenemos que dejarlo atrás porque se ha deteriorado tanto que no es capaz de seguir adelante. Por lo tanto, nuestro cuerpo no es nuestro auténtico ser.
Podemos comparar el viaje del alma con un día en nuestra vida.
Cuando el día comienza, nos levantamos y planificamos lo que haremos durante la jornada, luego nos vestimos y salimos a vivir experiencias. Cuando llega la noche, recapacitamos sobre lo que hemos hecho durante el día, nos quitamos la ropa y nos vamos a la cama a dormir. En una escala diferente, cuando el alma decide encarnarse, es decir, vestirse con un nuevo cuerpo físico, es como si entrara en un profundo sueño y comenzara a vivir dentro de esa fantasía como si ésta fuera real, olvidando su procedencia e identificándose con su personalidad y con su nuevo “traje”. Cuando el alma abandona este cuerpo físico, es decir, cuando “morimos”, nace a un estado en el que es capaz de sentir y experimentar plenamente su verdadera esencia. En ese momento, pasamos a ser espíritus puros, y se podría decir que es entonces cuando estamos totalmente despiertos. Dejamos de identificarnos con nuestro cuerpo y nos vemos tal y como verdaderamente somos. Entonces, tomando como ejemplo esta metáfora, nuestra tarea consistirá en ir despertando poco a poco desde la realidad física (el sueño) a la realidad espiritual (estar despierto). Por este motivo te decía al comenzar este artículo, que no estamos unos más o menos evolucionados que otros. En verdad, lo que se está es más o menos despierto en la medida en que se es consciente de la parte espiritual en cada uno.
¿Qué enseñanza sacamos de todo esto? Pues en verdad, la moraleja más importante es la siguiente: tú eres el soñador. Y de la misma forma que en ocasiones te das cuenta de que estás soñando mientras duermes y cambias conscientemente lo que ocurre dentro de tu sueño, puedes hacer lo mismo con lo que pasa en tu vida. Si estás viviendo una vida feliz (dulces sueños), sigue adelante. Pero si estás viviendo una vida llena de infelicidad (pesadilla) cámbiala. ¿Cómo? Cambiando la forma en la que piensas habitualmente. Recordando que tú tienes el poder, que tu cuerpo no eres tú y que lo que está ocurriendo no es más que un mal sueño y que puedes despertarte cuando quieras entrando en contacto con tu verdadero ser, es decir, con la LUZ DE TU ESPÍRITU.
“Mi verdadero ser se me revela aquí y ahora”
FUENTE universoshanti.com
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