Vive la Verdad de lo que Sientes
Ama profundamente…Abraza la vida
La única manera de conocer y convertirse
en Dios es vivir y abrazar la vida plenamente, experimentar todas las
situaciones, sentir todas las emociones, realizar cada acto, sea sublime
o miserable, para que tu alma posea la sabiduría de toda la vida dentro
de sí.
Nunca sabes lo que sufre el rey hasta
que eres un rey. Y el rey nunca conoce la humildad de su sirviente hasta
que se convierte en un sirviente. Y la mujer piadosa no conoce la
miseria de la concubina hasta que se convierte en ella. Y la concubina
no conoce el juicio de la mujer casta hasta que lo es.
Por eso, el camino hacia una vida
virtuosa lo abarca todo. Incluye cada personaje, cada situación ilusoria
creada dentro de la conciencia del hombre. Por eso, las entidades más
nobles y más sabias han vivido cada situación creada por las aventuras
de la humanidad. Ellos han sido la prostituta y el sacerdote, el gurú y
el granjero, el asesino y la víctima, el conquistador y el conquistado,
el padre y el hijo.
Ves, sólo condenas en los demás lo que no puedes aceptar en ti mismo.
Si has vivido todas las situaciones y encontrado paz en ellas, entonces
es fácil entender a otros y permitirles ser, sin juzgarlos, porque tú
has sido ellos, y sabes que si los juzgas a ellos te estás juzgando a ti
mismo. Entonces adquieres la virtud de la verdadera compasión, y las
profundidades del amor existirán dentro de tu alma. Entonces serás, en
verdad, un Cristo, porque entiendes, amas y perdonas a tus amados
hermanos en sus limitaciones.
Amar al Padre en su totalidad, ser su totalidad, es amar todo lo que él es.
Y esos amados hermanos a tu alrededor
son todo lo que él es. No importa cuál sea su aspecto, ellos son Dios en
su realidad así como tú lo eres en la tuya. Y cuando hayas vivido toda
su gloria, todas sus luchas, toda su tristeza y toda su alegría,
entonces puedes abrazar a Dios visto en toda la gente. Entonces puedes
amarlos. Eso no quiere decir que debas predicarles o socorrerlos.
Simplemente déjalos ser y permíteles evolucionar de acuerdo con sus
propias necesidades y designios. Hay aquellos cuyo destino es ser
señores de la guerra, sacerdotes o gente en el mercado, porque eso es lo
que necesitan y quieren hacer. ¿Quién eres tú para quitarles eso?
Cada uno en este mundo -ya sea
un hambriento, un lisiado, un granjero o un rey- ha elegido su
experiencia con el propósito de aprender de ella. Sólo cuando
haya aprendido de ella y esté satisfecho con ella, pasará a otra
experiencia, que le brindará una comprensión aún mayor de su Yo más
profundo.
Cuando te conviertes en un
maestro, puedes caminar entre el lodo y las tinieblas de la consciencia
limitada y conservar tu totalidad, porque entiendes a las
grandes masas y el por qué de su manera de ser, pues una vez tú fuiste
así. Les permitirás la libertad de ser limitados y eso es amor verdadero
porque sabes que esa es la única manera como pueden aprender a tener un
entendimiento ilimitado y a amarse unos a otros, lo cual es, de hecho,
amarse a sí mismos totalmente. Y cuando veas la cara de otro en la
muchedumbre -sin importar su color, limpieza o apariencia- mirarás a la
entidad y verás a Dios en él, porque si miras lo bastante cerca
encontrarás a Dios en cada uno. Entonces amas como el Padre ama; ves lo
que él ve, no sólo en ti, sino en todos los demás. Cuando puedes mirar a
todos y ver la belleza que son, estás en el camino que asciende de este
plano hasta un espacio más amplio donde existen muchas moradas. Pero
las puertas están cerradas para aquél que no puede aceptarse plenamente a
sí mismo y al Dios que vive en toda la vida a su alrededor.
Cuando sitúes a la gente en el lugar
donde pertenecen, en su Dios-fuente, sabiendo que sin importar lo que
hagan, están viviendo para el Dios dentro de sí mismos -así como tú
vives para el Dios dentro de ti- entonces puedes aprender a amar a toda
la gente. Cualquiera que sea su expresión, ahora puedes, por primera vez
en tu existencia, amarlos verdaderamente, pues tu amor no está
gobernado o restringido por el juicio. Y así es en verdad, como es un
Cristo -el hombre que vive como Dios- dentro de su ser.
¿Cuál es tu camino en la vida? Seguir
siempre tus sentimientos, escuchar a los sentimientos de tu alma y
lanzarte a vivir las aventuras que tu alma te impulse a experimentar. Tu alma, si la escuchas, te dirá lo que necesitas experimentar.
Si te sientes aburrido o no tienes deseo de hacer algo, ello significa
que ya lo has experimentado, que has adquirido la sabiduría de esa
aventura. Pero si quieres hacer algo, esa urgencia dentro de tu alma
significa que debes vivir la experiencia y su virtud. Si te abstienes de
ella, sólo estás posponiendo la experiencia hasta otro momento y otra
existencia.
Vive la verdad de lo que sientas dentro y ama a quien está sintiéndolo. Entiende que el sentimiento debe ser expresado y satisfecho. Cuando
quieras hacer algo, sin importar lo que sea, no es sabio ir en contra
de ese sentimiento, pues hay una experiencia esperándote y una gran
aventura que hará tu vida más dulce. Si escuchas a tus
sentimientos, siempre estarás haciendo lo más apropiado para la
evolución de tu hermoso ser hacia la sabiduría profunda. Es cuando vas
en contra de tus sentimientos cuando sufres la enfermedad, la neurosis y
la desesperación.
Sigue a tu corazón, a tus
sueños, a tus deseos. Haz lo que tu alma te pida que hagas, no importa
lo que sea, y hazlo hasta el final; entonces continuarás con otra
aventura. Nunca serás juzgado a menos que aceptes los juicios
de aquellos a tu alrededor. Y si aceptas su juicio, es únicamente tu
voluntad hacer eso por la experiencia.
Llegará un momento, en esta vida o en
las próximas, en el que habrás alcanzado ese punto donde ya no tienes el
deseo de hacer esto o aquello, sino simplemente «ser». Nunca más
maldecirás o juzgarás a la prostituta, al ladrón, al asesino o al país
que está en guerra. Habrás vivido todas esas cosas y sabrás lo que se
siente al serlas. Estarás tan completo con las experiencias de este
plano, que ya no habrá nada que te arrastre otra vez aquí para
experimentar. Entonces partirás hacia nuevas aventuras en planos
superiores de existencia.
Cuando contemples lo que te acabo de
decir, percibirás y entenderás un valor en ti mismo que es la
demostración intencional del Dios poderoso, el fuego y la vida que tú
eres. También entenderás que cualquier dirección que tomes en la vida,
ese va a ser el camino hacia tu iluminación. Y por cada aventura a lo
largo del camino, obtendrás una percepción mayor del misterio que eres.
Llegarás a amar lo que eres, a acariciarlo y a pulirlo, hasta que la luz
de tu ser pueda competir con la gran Luz del firmamento y la paz de tu
ser pueda competir con la medianoche, cuando todo está tranquilo en la
Tierra. Nunca más te negarás a ti mismo. Nunca alterarás lo que eres, ni
juzgarás lo que eres. Permitirás aquello que has de ser.
Eres una luz para el mundo. Sin embargo,
no podrás convertirte en eso hasta que ames y abraces todo lo que has
hecho y te des cuenta de que todo fue por el bien de tu vida, porque
ello te ha transformado en la magnífica entidad que eres en este día.
Te he dado una gran enseñanza y lo he
hecho de forma grandiosa, pues te libera del karma, del pecado, del
juicio y el castigo. Porque el Padre es amor. Y el Padre carece de
juicios, no es ni bueno ni malo, positivo o negativo. El Padre es
simplemente el Ser que es. Y ese Ser abarca a toda la gente, todos los
actos, todos los pensamientos y todas las emociones; todas las cosas. Si
el Padre pudiera juzgarte, ciertamente se estaría juzgando a sí mismo,
pues tú y él son uno mismo.
Así que el amor de Dios llamado vida,
siempre te ha sido dado. A pesar de todas tus experiencias miserables,
el sol aún sale y baila en los cielos. Las estaciones aún vienen y van.
Las aves silvestres aún vuelan hacia el cielo del norte. Y el pájaro
nocturno aún grita en la noche mientras tú cierras los postigos de tu
habitación. Es en la continuidad de todas estas cosas donde, si
miras, te darás cuenta del perdón y la eternidad que la vida siempre te
ha concedido.
Deja esta audiencia con un corazón
alegre y lleno de amor, porque tus cargas han dejado de serlo, tu
redención es segura. Sabe que Dios te ama y siempre lo ha hecho. Sabe
que no eres ni malvado ni bueno. Sabe que no eres ni perfecto ni
imperfecto; que simplemente eres. Cuenta con el Padre en tu vida, porque
él siempre ha estado ahí.
Ramtha.
Fuente: La Vida en Plenitud
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