Viaje al Santuario del Ser (Éxtasis de Alta Contemplación)


El Santuario del Ser
En las profundidades de uno mismo, en lo imperturbable, en lo inmutable. En el vacío de todas las cosas ilusorias, donde todo es armonía y perfección.
En ese espacio de consciencia expandida se vive la atemporalidad, sin pasado ni futuro. Sólo el Presente es Real, sólo lo Real permanece…
En el Silencio infinito que todo lo acoge y orienta hacia un propósito divino, ahí no existe un tú, ni un yo, somos indivisibles, organismos de un mismo origen.
La Naturaleza pura nos habla de ese espacio… del Santuario del Ser… donde ella, la Naturaleza, permanece inmóvil, pero en constante movimiento y perfecto fluir con la vida.
Todo forma parte de una gran orquesta, ¡todo permanece en un Orden tan Natural como Perfecto!
Ese Orden -ese Equilibrio- es Armonía. Y su esencia es el Amor, lo que sustenta todo. Amor es la Creación de Dios; y Amor es Dios mismo. Y tú y yo somos ella, a la vez que Dios es tú y yo.
Que Dios te creara y nos inventara a nosotros… ese es el mayor de los Regalos. Sólo por un instante de sentirte en Él… ya perteneces al Todo y eres Todo, al infinito… a lo Real.
Descubre la mágica verdad de lo que Eres.
Ahora, en este instante… permítete viajar al Santuario del Ser, un viaje a tu interior, el más hermoso de todos lo viajes, a ese lugar donde Somos Uno, a la Divina Mansión que siempre ha sido, es y será tu Hogar.
¡Vamos! Por si lo hubieras olvidado, te recordaremos el Camino.
El Camino
Encontrar el Camino que conduce al Santuario del Ser es sencillo. Sigue la senda del Amor, persigue su Fragancia.
En cada instante y para cada paso, usa como brújula el Corazón; y como guía, tu propia introspección.
Y cuando estés muy cerca del Santuario del Ser, justo en su pórtico de entrada y antes de cruzar su umbral, vislumbrarás radiante el Rostro de Dios, que rememorarás como tuyo.
Establecerás entonces un “Diálogo” que es el último que se puede sostener con el Padre/Madre, pues lo que hay más allá de ese umbral, de esa última frontera, es la Unión y la Fusión en Él/Ella, lo que hace imposible y absurdo cualquier clase de diálogo, que siempre requiere el concurso de, al menos, dos.
Y ese “Dialogo” te transformará definitivamente.
Quedarás loco y ebrio.
Muerto a lo que fue “tu vida” y sin necesidad alguna de vivir en modo alguno.
Disipada como humo cualquier identificación y noción de identidad y cualquier noción de maestría.
Alegre, gozoso, sencillo e inocente, sin alas ni plumas, rendido y apartado de todos.
En Paz, sin preocuparte ni inquietarte por nada y con plena Confianza en la Providencia, la Vida y cuanto Es y Acontece.
Sin búsquedas, sin pérdida posible y sin preguntas ni respuestas.
Sin requerimiento de cuidado ni contento y fluyendo completamente en la “innecesariedad de hacer”.
Sabiendo que quien no escapa de la voluntad, carece de Voluntad; y que quien no escapa del esfuerzo, para nada se esfuerza.
Siendo radicalmente consciente de que la Iluminación es la honda comprensión de la innecesariedad de la Iluminación.
Entonces y sólo entonces, en ese estado que San Juan de la Cruz tan divinamente describe al final de su Noche oscura -“quedeme y olvideme, el rostro recliné en el Amado, cesó todo y dejeme”-, las puertas de la Morada se abrirán para ti de par en par y penetrarás en su interior.
En el interior
¿Qué encontrarás dentro?
Primeramente, lo anunciado por Ibn Arabí, el gran místico sufí:
Cuando se muestre mi Amado,
¿con qué ojo lo veré?.
Con Su ojo, no mi ojo,
pues no Le ve sino Él.
Y con Su ojo -que ya seré el tuyo porque, cesando de ser “yo”, ya serás Él- mirarás y observarás el “Misterio”, que brilla luminoso en el centro de la Morada. Y su sola contemplación hace que todo se entienda, aunque sea sin conocer ni saber nada. Volvemos a San Juan de la Cruz: “Entreme donde no supe y quedeme no sabiendo toda ciencia trascendiendo”.
¿Cuál es ese Misterio? Se sintetiza en diez palabras: “Lo que es, no es; lo que No Es, Es”. Repítelas en tu interior y brotará naturalmente de ti el Recuerdo:
Dios, que es tú, es No-Ser: cuando sólo hay Amor, no hay Nada, es Vacío, la propia Fuente. Y Dios, no siendo, Es: Dios es No-Ser y Ser.
Dios, que es tú, siendo Vacío, es Plenitud: el Vacío Absoluto es el del Todo Absoluto; cuando hay Todo, no hay Nada.
Dios, que es tú, siendo Nada, es Todo, sin excepción. Y Todo, sin exclusión de nada, es Dios. Ese Todo te incluye a ti, a nosotros, a todos y a todo.
Al percibir esto desde el Corazón, manando de tu interior más sagrado, la vida se transforma en Vida, desaparece cualquier clase de miedo, la Libertad todo lo llena, sólo se siente la Felicidad que es nuestro Estado Natural y se desvela la Naturaleza de Dios, que es la tuya, la nuestra.
La Naturaleza de Dios
En el interior del Santuario del Ser, dentro de ti mismo, ahondando en el Dios que es tú, sentirás, verás y percibirás la Naturaleza de Dios, que es la tuya.
La Naturaleza de Dios no puede ser abarcada con palabras, ni esquemas conceptuales, ni ideas mentales… Pero estamos compartiendo en un aquí y ahora en el que usamos palabras y conceptos. Y en este contexto, cabe afirmar que:
Dios, que es tú, no admite nombre; y es todo lo nombrado. Lo que ni tiene ni puede tener nombre, No-Nombre, es todo lo nombrado y todo lo nombrable.
Dios, que es tú, es lo Inmanifestado -cuya Vibración genera lo Manifestado- y la Manifestación de lo Inmanifestado. Lo que es Inmanifestado, es todo lo Manifestado. Lo Inmanifestado es Dios; y Dios es también su Manifestación.
Dios, que es tú, es No Ser, nada existente ni preexistente; y es Ser y Experiencia de Ser -que es Una, aunque se despliegue en infinidad de experiencias-.
Dios, que es tú, es Nada; y es Todo (Espíritu, Verbo y Alma).
Dios, que es tú, es Vacío; y del Vacío, por su Vibración, todo Emana y se despliega: todas las formas, todos los fenómenos,… La Emanación vibracional del Vacío es Amor. Y el Amor se desenvuelve en Vida (que es Una) y Consciencia (que es igualmente Una), que se manifiestan, a su vez, en todos los estados conscienciales y todas las modalidades de vida y existencia. Todas aparentan tener nombre, aunque son Manifestación de lo que carece de él: todas parecen ser algo, pero son proyección del No-Ser.
Dios, que es tú, es Increado. Y es lo engendrado desde lo Increado y todo lo creado desde lo engendrado: Dios es Increado, lo engendrado y todo lo creado (Creación) en su integridad.
Dios, que es tú, es Concentración. Bajo la Emanación de lo engendrado y la plasmación y expansión de lo creado, se halla la Concentración de lo Increado, que actúa cual “fuerza de gravedad” y atrae Todo como Absorción, generando el Eterno Retorno: Expansión-Absorción-Expansión.
Dios, que es tú, es Omnipotente, pues nada necesita, desea, anhela, quiere, aspira, ansía, prefiere o pretende; y en todo vibra y vive Inmanente y Omnipresente, liberando a la vida de cualquier necesidad de hacer y colmándola de “Vivir Viviendo”.
Dios, que es tú, es Transparencia, sin atadura a reglas, sin ley alguna, es el Orden Natural y el Tao, la Expansión y la Absorción, el Ordo Amoris y la Geometría Sagrada.
Dios, que es tú, es Inabarcabilidad. Y la Inabarcabilidad del No-Nombre es la Infinitud de lo nombrable.
Dios, que es tú, es Instantaneidad. Y la Instantaneidad de lo Inmanifestado es la Eternidad de lo Manifestado: el momento presente continuo (Aquí y Ahora) en el que lo eterno se desenvuelve.
Dios, que es tú, es Quietud. Y la Quietud del Vacío es el Movimiento de Todo. Así, el Movimiento es el resplandor de la Quietud. Y su repiqueteo, vocerío.
Dios, que es tú, es Uno. Bajo la diversidad, se encuentra la Unicidad. Bajo la complejidad, la Simplicidad. Bajo la condensación vibracional y la tensión de formas y fenómenos, el Fluido y la Distensión del Vacío Absoluto.
Dios, que es tú, es Inmutabilidad; y la Inmutabilidad de lo Inmanifestado es la Evolución permanente y la inestabilidad intrínseca de lo Manifestado.
Dios, que es tú, es lo que No-Es; y lo que es. Lo que No-Es, Real Es; lo que es, irreal es. Lo que es y es irreal, configura la “realidad”, que es una especie de “sueño”. Su naturaleza es vibracional y presenta infinidad de escalas y Dimensiones en función de las infinitas frecuencias vibracionales en las que el Verbo (la reverberación de la Vibración del Vacío) se despliega y condensa.
Para percibir todo esto…
Para percibir todo esto, para disfrutar del Santuario del Ser….
Permítenos que te continuemos impulsando a un viaje… hacia tu interior…  Déjate… fluye en el quedeme y olvideme y confía… Ten Confianza en la Vida, que siempre es leal y amorosa.
Poco a poco ve tomando consciencia del ritmo de tu respiración y, centrando tu atención en este momento presente… donde no existe nada más que un ahora eterno, percibe como se eleva tu pecho, al ritmo de tu respiración…
Lenta, profunda… serena… y pausadamente…
Agudiza tus sentidos… y poco a poco… entorna tu mirada hacia adentro, hacia ese espacio de quietud y reposo que te inunda, si se lo permites, por dentro y por fuera.
Siente el espacio que se esconde entre cada respiración, en el vacío, desde donde surge todo y se crean los universos interiores.
El Silencio ahora te envuelve… puedes sentirlo dentro… latiendo con cada impulso de tu hermoso corazón, puedes sentirlo vivo en ti, un espacio infinito que se despliega ante ti, mostrándote lo que en esencia Eres.
Permite que el flujo libre de tu respiración te eleve por encima de tus pensamientos, por encima de las formas, impermanentes. Esa fuerza que te impulsa en el vacío y en silencio es la fuerza del Amor, que emana de cada una de tus células. Déjate llevar por su dulce y cálido abrazo…
Abre las alas de tu Alma… y elévate al Espíritu, que todo lo contiene… en el Silencio, que brota espontáneamente del centro de tu Ser, libre, inmutable y eterno. Siente la Gratitud inmensa que respiras y que Eres junto a Él/Ella.
Siente tu respiración, siente tu corazón, siente los latidos del Amor y escucha el Silencio que expresa y desvela los más grandes secretos, esos que no pueden ser puestos en palabra alguna, lo Innombrable, el No-Ser, para que tu Ser se exprese y manifieste aquí y ahora, donde todo permanece en reposo, allá donde el infinito se experimenta dentro de ti mismo.
Ahora… puedes sentir, desde lo más infinitamente pequeño en tu interior, como contienes lo más inmenso e infinito del Universo. Eres un fractal del Cosmos y, en el vacío de ti mismo,… te encuentras con Dios.
En ese espacio eres tan pequeño e insignificante que todas las cosas mundanas parecen desaparecer en el vacío… de donde vinieron… y ahí, de repente, puedes sentirte tan grande, infinito y eterno que no pesas ¡Eres Libre y la Libertad misma! Nada te agarra, ni ancla a la tierra, a este Juego de ilusiones, sueños y ficciones.
Despliegas tus alas y abres tu corazón a la Vida, como una hermosa flor que se muestra al mundo emanando su fresco aroma.
Eres de este mundo, pero no le perteneces. Puedes apartarte y alejarte de todo aquello que no eres. Abrázalo, obsérvalo… pero ya no te identifiques. Te instalas en el ojo del huracán, donde todo permanece en Silencio y Quietud, y observas desde la ecuanimidad como todos los objetos de la mente, todas las ilusiones se van cayendo, como una Matrix holográfica, y poco a poco vas regresando al infinito de dónde vienes. Lejos de todo lo superfluo, te sumerges en las profundidades de tu propio océano interior, mientras las olas y la agitación van quedando en la superficie. Te conviertes en el Ojo que observa, en el testigo inmóvil, no eres tu cuerpo, ni tus pensamientos ni emociones. Eres el que observa y atestigua todo el Gran Juego.
Ahí adentro, en ese espacio en ti, todo está quieto y silencioso… en paz.
Tu respiración es el aliento divino que te conecta con el flujo de la vida… Respira… siente… y elévate…. Con cada exalación se produce una pequeña muerte… Abandónate, entrégate, déjate llevar…. Y con cada inhalación renaces, Despiertas y ¡Recuerdas!
En el Santuario del Ser permaneces inmóvil, como un viejo árbol enraizado a la Madre Tierra y con sus ramas alzadas al cielo, abriéndose a la Vida y siendo la Vida misma… Viviendo para Vivir, simplemente Siendo.
En el Santuario de Ser…
Eres todo y todo es en ti, todo lo buscado y anhelado, todo lo vivido y lo que te queda por vivir… Eres la nada, el vacío y la totalidad. Recuperas la inocencia y ella te hace ver la “verdad”
Cesó todo… toda búsqueda, pregunta e inquietud. El ego, enmudeció. Tú eres todo aquello que has estado buscando desde el más allá de los tiempos. Todos los secretos se desvelan ante ti. Cuando vives la Verdad última, todos los misterios se desvelan sin esfuerzo alguno.
Por fin…has llegado al Hogar, a la Mansión de Espíritu… al lugar en el que te encuentras con Dios -Padre/Madre, Creador, tú mismo- en tu interior.
En tu propio Santuario del Ser.
A partir de ahí… sólo queda…. el Silencio que todo lo dice y todo lo expresa.

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Autor: MemeDi “Habitante y parte indivisible de ese Espacio Sagrado”
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