El Atlas de las Nubes”: apuntes conscienciales, por Emilio Carrillo.



EXTRACTO

Te dicen:

-Hay un orden natural en este mundo y quien lo quiera perturbar está destinado al fracaso. Este movimiento no sobrevivirá. Si te unes a ellos, tú y toda tu familia seréis repudiados. En el mejor de los casos, seréis unos parias y os agrederán y os escupirán. En el peor, os lincharán u os crucificarán. Y ¿para qué? ¿Para qué? Por mucho que hagáis no será más que una sola gota en un océano infinito.

Y contestas:

-¿Y qué es un océano, sino una multitud de gotas?

Y sientes en tu interior que tienes que hacer lo que no puedas dejar de hacer. Y algo más: hambre en tu corazón; hambre de más.

A partir de lo cual, entenderás que la frontera entre el ruido y el sonido es una convención. Que todas las fronteras son convenciones que esperan ser superadas. Que puedes superar todas las convenciones con solo concebir la posibilidad de hacerlo. Que puedes percibir los latidos del corazón del otro tan claramente como los tuyos. Que la separación es una ilusión. Que tu vida se extiende más allá de las limitaciones de tu ser.

El saber es un espejo y por primera vez en tu vida se te permitirá ver quién eres y en quién puedes convertirte. Ser es ser percibido. Por eso, solo puedes conocerte a ti mismo a través de los ojos del otro.

La muerte es solo una puerta. Cuando se cierra, se abre otra.

La naturaleza de nuestras vidas inmortales se halla en las consecuencias de nuestras palabras y nuestros actos, que no cesan de retroalimentarse a través del tiempo.

Nuestra vida no nos pertenece. Del vientre a la tumba, estamos unidos a otros del pasado y del presente. Y con cada crimen que cometemos y con cada gesto amable alumbramos nuestro futuro.

La fe, como el miedo y el amor, es una fuerza que hay que comprender como hacemos con los fenómenos de la Teoría de la Relatividad y el Principio de Incertidumbre. Fenómenos que determinan el curso de nuestras vidas.

Ayer tu vida iba en una dirección; hoy va en otra. Ayer estabas seguro de que nunca harías lo que has hecho hoy.

Estas fuerzas que a menudo rehacen el tiempo y el espacio, capaces de dar forma o de alterar a las personas que imaginamos ser, aparecen mucho antes de nazcamos y siguen tras nuestra muerte.

Nuestras vidas y nuestras decisiones, como las trayectorias cuánticas, se entienden momento a momento. Cada punto de intersección, cada encuentro sugiere una nueva dirección potencial.

Y por las experiencias vividas a lo largo de una inmensa cadena de vidas (reencarnaciones), se visualiza e interioriza la “ververdad”: que, más allá de los dualismos y las dicotomías de la mente, en el Cosmos y la Creación Todo es Uno; y todo, sin excepción, se integra y pertenece a la Unicidad. Ahora bien, la Unicidad es diversidad, no unanimidad (igualmente, la Humanidad, que es diversidad, no unanimidad). Y lo es porque el Uno es Amor y el Amor tiene, como uno de sus frutos más hermosos y potentes, el libre albedrío.

Gracias a este, la Experiencia de Ser, que es Una, la Vida, que es Una, y la Consciencia, que es Una, se despliegan y expresan en infinitud de experiencias de ser, vidas y estados de consciencia. La colosal capacidad autocreadora de la Creación reside en este portentoso hecho.


DESARROLLO

La vida como cadena de vidas

La encarnación en el plano humano de las almas –por medio de las cuales el Espíritu vive la Experiencia de Ser a través una infinita variedad de experiencias de ser- se desarrolla a través de una cadena de vidas o reencarnaciones. La película “El Atlas de las Nubes” (“Cloud Atlas”) –dirigida en 2012 por Tom Tykwer y los hermanos Wachowski (Lana y Andy, realizadores de la trilogía “Matrix”)- lo muestra de forma sugerente y amena, a la par que describe diversos estadios evolutivos y conscienciales que se generan e interaccionan a lo largo del proceso de reencarnaciones.

El desenlace final de tal proceso, en el desenvolvimiento del momento presente, es la disolución de cualquier visión dual de la existencia, percibiendo que todo encaja, que todo tiene su porqué y su para qué, que todo fluye, refluye y confluye en el Amor de cuanto Es y Acontece y que ya todo Es y nosotros mismos Somos todo aquello que nuestro Corazón pueda anhelar. Este es el Océano de Consciencia en el que desembocan todos los ríos de la experiencia humana. La cinta hace algunos guiños al respecto, especialmente en su tramo final. No obstante, en el cruce de reencarnaciones, personajes, hechos y situaciones que recoge, la dualidad se halla muy presente. Una dualidad que tanto protagonismo ha ostentado y continúa ostentando –todo tiene su porqué y su para qué en clave de impulso del devenir evolutivo- en el proceso consciencial del género humano.

“Unanimidad” versus “Unión”

La citada dualidad se hace especialmente evidente en la sociedad futurista del siglo XXII que ocupa pasajes muy significativos de la cinta. Rige en ella un sistema que se autodenomina “Unanimidad”. Y a él se enfrenta un movimiento llamado “Unión”.

La Unanimidad es gestionada por “corpócratas” (“funcionarios de la Unanimidad”, “historiadores corpocráticos”,…), que aseguran –por la alienación de la gente o por la fuerza- el cumplimiento de sus normas, parte de las cuales se recopilan en “catecismos”, clasificados por orden de importancia. El Primer Catecismo indica: “honrarás a tu consumidor”. Sintetiza bien la meta del sistema: el orden corporativo te consume –te utiliza y manipula imponiendo la visión del mundo y la vida, la forma de vivirla y la escala de valores que a él le interesan- y tú no sólo debes resignarte, sino que has de estar agradecido y honrar a quien así te trata.

La Unión se opone a la uniformidad, la globalización-homogenización y la alienación que la Unanimidad ha establecido. Y procura hacer llegar a la gente un modo distinto de contemplar la vida, de entenderla y vivenciarla.

El hilo conductor de los postulados de la Unanimidad se resume bien en estas palabras que en la película pronuncia un personaje situado en el siglo XIX -mucho antes, pues, de que la Unanimidad fuera el sistema imperante-, para desmerecer las pretensiones de los que abogaban en aquellos tiempos por la abolición de la esclavitud (minuto 153 de la cinta): “Hay un orden natural en este mundo y quien lo quiera perturbar está destinado al fracaso. Este movimiento no sobrevivirá. Si te unes a ellos, tú y toda tu familia seréis repudiados. En el mejor de los casos, seréis unos parias y os agrederán y os escupirán. En el peor, os lincharán u os crucificarán. Y ¿para qué? ¿Para qué? Por mucho que hagáis no será más que una sola gota en un océano infinito”.

Sus interlocutores –una pareja que, vidas después, liderarán el movimiento de la Unión-, le contestan así: “¿Y qué es un océano, sino una multitud de gotas?”

Evolución de la consciencia

Impulsa a esta pareja un hondo convencimiento interior que sintetiza con estas palabras un personaje situado 109 años después de la “caída” –una especie de involución acontecida siglos después del régimen de Unanimidad y que divide a los humanos entre “visionarios” (con alta tecnología, pero en proceso de extinción bajo la influencia de la radioactividad que asola el planeta) y “vallesinos” (con un estilo de vida cuasi-medieval)- (minuto 82): “Tienes que hacer lo que no puedas dejar de hacer (…) Los antiguos (…) tenían algo más: hambre en sus corazones; hambre de más”.

De este modo, “El Atlas de las Nubes” va planteando una evolución en la consciencia de la Humanidad cuya clave la enuncia otro personaje, un joven compositor, ubicado en la primera mitad del siglo XX (minuto 115): “Ahora entiendo que la frontera entre el ruido y el sonido es una convención. Todas las fronteras son convenciones que esperan ser superadas. Puedes superar todas las convenciones con solo concebir la posibilidad de hacerlo. En momentos como este percibo los latidos de tu corazón tan claramente como los míos y sé que la separación es una ilusión. Mi vida se extiende más allá de las limitaciones de mi ser”.

Esta visión de las cosas es completada por el miembro femenino de la pareja referida anteriormente, pero ya en su vida del siglo XXII, en plena Unanimidad, mediante estas dos aportaciones:

+”El saber es un espejo y por primera vez en la vida se me permitía ver quien era y en quién podía convertirme” (minuto 67).

+“Ser es ser percibido. Por eso, solo puedes conocerte a ti mismo a través de los ojos del otro. La naturaleza de nuestras vidas inmortales se halla en las consecuencias de nuestras palabras y nuestros actos, que no cesan de retroalimentarse a través del tiempo” (minuto 139).

Las reencarnaciones y sus implicaciones

¿Qué significa y supone exactamente esta retroalimentación? Se puede expresar así: el hecho de que la vida sea realmente una cadena de vidas y reencarnaciones tiene repercusiones e implicaciones directas y contundentes en cada vida concreta, en cada nueva reencarnación.

Lo explica así otro personaje del film localizado en la época actual (minuto 83): “La fe, como el miedo y el amor, es una fuerza que hay que comprender como hacemos con los fenómenos de la Teoría de la Relatividad y el Principio de Incertidumbre. Fenómenos que determinan el curso de nuestras vidas. Ayer mi vida iba en una dirección; hoy va en otra. Ayer estaba seguro de que nunca haría lo que he hecho hoy. Estas fuerzas que a menudo rehacen el tiempo y el espacio, capaces de dar forma o de alterar a las personas que imaginamos ser, aparecen mucho antes de nazcamos y siguen tras nuestra muerte. Nuestras vidas y nuestras decisiones, como las trayectorias cuánticas, se entienden momento a momento. Cada punto de intersección, cada encuentro sugiere una nueva dirección potencial. Conclusión: me he enamorado de Luisa Rey. ¿Es posible? La acabo de conocer y, sin embargo, tengo la sensación de que me ha ocurrido algo importante”.

El amor

Desde luego, el amor bulle, de muy diferentes modos y con diversas representaciones, a lo largo de toda la película. Sirva como botón de muestra este interrogatorio al que un funcionario de la Unanimidad somete, tras su detención, al miembro femenino de la pareja que lideraba la Unión, una vez que su compañero –con rango de comandante en el movimiento subversivo- ha caído muerto por los disparos de la policía (minuto 147):

“-El informe dice que el comandante Chang murió en el asalto-, comienza diciendo el funcionario.

-Es la verdad-, contesta ella.

-¿Estabas enamorada de él?

-Sí, le quiero.

-¿Quieres decir que aún estás enamorada de él?

-Quiero decir que siempre le querré. Nuestra vida no nos pertenece. Del vientre a la tumba, estamos unidos a otros del pasado y del presente. Y con cada crimen que cometemos y con cada gesto amable alumbramos nuestro futuro.

-En tu revelación hablas de las consecuencias que la vida de una persona puede provocar a lo largo de la eternidad. ¿Eso significa que crees en la vida después de la muerte, en un cielo o en un infierno?

-Creo que la muerte es solo una puerta. Cuando se cierra, se abre otra. Si me imaginara un cielo, me imaginaría una puerta que se abre y detrás de ella estaría él esperándome”.

La “ververdad”

Tras la “caída” antes citada, en la cinta se habla de la “ververdad”, cual expresión más acabada de lo que es real y cierto y a la que hay que acceder, mucho más que por la razón, por el Corazón.

Y la “ververdad” es que, más allá de la confrontación dual que protagoniza buena parte del film, en el Cosmos y la Creación Todo es Uno y todo, sin excepción, se integra y pertenece a la Unicidad. Ahora bien, la Unicidad es diversidad, no “unanimidad”. Y lo es porque el Uno es Amor y el Amor tiene, como uno de sus frutos más hermosos y potentes, el libre albedrío.

Gracias a este, la Experiencia de Ser, que es Una, la Vida, que es Una, y la Consciencia, que es Una, se despliegan y expresan en infinitud de experiencias de ser, vidas y estados de consciencia. La colosal capacidad autocreadora de la Creación reside en este portentoso hecho.

Esta es la ververdad.

¿Sirve de algo exponerla y compartirla? El interrogatorio precedente al que el funcionario de la Unanimidad somete a la detenida continúa así:

“-Tú sabías que el plan de la Unión iba a fracasar…

-Sí.

-Y… ¿por qué participaste en él?

-Si hubiera permanecido invisible no se habría sabido la verdad, no podía permitirlo.

-¿Y qué ocurrirá si nadie cree en esa verdad?

-Alguien ya cree en ella (en clara referencia al propio funcionario de la Unanimidad que la está interrogando).

El cuento se ha acabado

Para terminar estos breves apuntes conscienciales acerca de “El Atlas de las Nubes”, nada más idóneo que hacerlo como la propia cinta lo hace: “El fuego ya se extingue. Tanto mejor, el cuento se ha acabado”.

Y quizás sea, efectivamente, así. Al menos ya es así en el Corazón de numerosos hombres y mujeres que sienten íntimamente en su interior que el cuento se ha acabado y que el juego de la experiencia dual toca a su fin. Démosle las gracias con Amor por lo mucho que ha contribuido al proceso consciencial y evolutivo de la Humanidad: Una en la Diversidad.

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