La infravaloracion y el servicio a otros.
davidtopi.com
El
sentimiento de infravaloración es uno de los más potentes en el ser
humano a la hora de bloquear todo tipo de manifestación en nuestras
vidas de algo que puede tener un impacto tremendamente positivo en
otros, y que, por no creer que pueda ser así, por no creer que podemos
hacerlo, por creer que no somos lo suficiente “algo” para ello, aquello
que hacemos se queda a medias, o se manifiesta en su mínima expresión,
cuando no se bloquea o paraliza por completo.
Por
el solo hecho de ser parte de este mundo, y de haber decidido encarnar
como parte de la raza humana, hay algo que puedes hacer, compartir y
entregar a los demás. Todos venimos con un propósito y más en estos
momentos de cambio evolutivo. Los proyectos que tenemos, las habilidades
que poseemos y el propósito y misión de cada uno, suele ser algo que,
en general, desde fuera son más perceptibles y aceptados por los demás
que por nosotros mismos. Cuando cierro los ojos y me pregunto porqué
alguna de las cosas que pongo en marcha se quedan a medias, o porqué no
les doy el valor que otros me dicen que tienen, veo en el sótano de mi
subconsciente a un mini-David al que, por alguna razón, le han dicho, se
ha dicho, o se ha generado la ilusión de que eso, aquello o uno mismo,
no tiene el suficiente valor físico, energético, espiritual, o del tipo
que sea, para que sea importante para los demás o para mi mismo, y en
consecuencia, su materialización corre a suerte de que energía es la más
potente, si mi personalidad consciente empujando para tirarlo adelante,
o mis programas subconscientes trabajando para frenarlo.
El servicio como propósito
Dicen,
algunas enseñanzas ancestrales, que el mayor sacrificio del ser humano,
al igual que la felicidad más grande, es el servicio a otros, sin dejar
de auto cuidarse y preocuparse por uno mismo, ya que el bienestar
personal es lo que te permite trabajar por el bien mayor y común para
con los demás. A este respecto, Pitágoras decía que: “el servicio
concierne con la sabiduría, la armonía y el ritmo, pues cuando esta
actitud es usada en su grado más alto, trae iluminación, buenos poderes
razonadores y le da a todo lo que toca limpieza y pureza moral”. Algo parecido se le atribuye a Buda al decir que “el servicio es un sacrificio del orden más alto”.
En
general, la ayuda mutua, la cooperación entre seres humanos, el
trabajar por el prójimo es algo que creo está presente en la mayoría de
personas, y, por eso mismo, una de las formas de rebajar esta tendencia
innata en la mayoría de corazones es potenciando todo aquello que nos
infravalore consciente o inconscientemente. Este tipo de comportamientos
salen a la luz cuando se producen catástrofes, desastres naturales o
eventos por el estilo, donde todo el mundo se olvida por un ratito de si
mismo y de sus problemas y sale la parte más pura y noble para intentar
ayudar a los demás de alguna forma u otra.
Pero
el sistema bajo el que funcionamos conoce el potencial de servicio al
prójimo, y no deja de ser otro de los parámetros de trabajo de la
maquinaria de programación que se nos inculca, el reducir ese potencial y
esa actitud de cooperación mutua, de lo contrario, la humanidad que
podríamos ser transformaría el planeta en un santiamén. Como dice una
frase que leí hace poco: “No dudes nunca de que unas pocas personas comprometidas pueden cambiar el mundo, de hecho, son los únicos que lo han conseguido.”
Como siempre, añado, comprometidos con cambiar su mundo interior, para
que eso cambie el mundo de ahí fuera. Ya nos entendemos y sabemos de que
se trata, por la cantidad de veces que hemos hablado de ello en el
blog.
El programa de infravaloración
La
infravaloración es un programa como cualquier otro, un sentimiento si
se quiere, pero no deja de ser un componente que aparece en una o varias
esferas mentales y en los cuerpos sutiles del hombre como una forma
energética con una cierta frecuencia de resonancia con sustrato
negativo. En muchos casos, sentimientos o programas de infravaloración
provienen de experiencias pasadas mal decodificadas, en las que, por no
haber conseguido hacer algo según nuestras expectativas, nos hemos auto
degradado para hacernos creer que no teníamos el potencial, habilidad o
capacidad para hacerlo. Por otro lado, otros, desde fuera, han podido
potenciar ese sentimiento (educación, medios, cultura), o insertar en
nuestra psique esos programas. La manipulación externa sobre uno mismo
es un factor presente también en la sociedad por parte del sistema bajo
el que vivimos.
La experiencia e investigación nos
ha llevado a darnos cuenta de que todos aquellos considerados
“molestos” por los que rigen aun las estructuras de este sistema,
recibimos 24/7 una onda disruptiva proveniente de un emisor tipo antena
situado en las bases de gestión y poder existentes en el planeta, desde
donde se controla toda la matrix del sistema de vida humano. Existe algo
así como una antena por persona “marcada”, sintonizado a la frecuencia
base de las glándulas pituitaria, pineal y parótida, que identifican
individualmente la frecuencia de resonancia de cada uno de los seres
humanos. Para obtener dicha frecuencia y poder sintonizar la antena
hacia una persona, existe otra especie de tecnología de scan.
Dependiendo de la configuración mental de la persona, la onda está
enfocada hacia una o varias de las esferas mentales del individuo. El
contenido de esta onda lo forman mensajes, formas mentales,
pensamientos, que la persona cree ser suyos, y entre ellos se imbuye
todo tipo de programas de reducción del potencial de la persona, la
infravaloración siendo uno de ellos, o potenciándola si está ya presente
en los cuerpos sutiles del receptor. Esta tecnología está basada en la
técnica de inducción mental remota para la manipulación de los
pensamientos en la psique de las personas, de la que podéis leer en
detalle su funcionamiento en este artículo.
¿Es esa infravaloración tuya? Deshazte de ella
La
sentencia del Oráculo de Delfos, “conócete a ti mismo”, coloca al
hombre ante tres preguntas: ¿de dónde vienes? ¿quién eres? y ¿adónde
vas? El triple misterio del origen, realidad y misión del ser humano en
el mundo. Sabemos que podemos ver como se manifiesta el universo en
nosotros y nosotros en el universo con solo centrar nuestra atención en
nosotros mismos. Si miramos hacia dentro, encontramos que las leyes que
nos rigen que son análogas a las que rigen el propio cosmos, porque
nuestro centro más interno es análogo al centro más interno de todas las
cosas. La separación entre interno y externo es algo irreal, pues se
basa en la ilusión de la separación que el universo necesita para
conocerse a si mismo. Por este mismo motivo, infravalorarse internamente
produce la infravaloración de los demás hacia nosotros, consciente o
inconscientemente, y produce una materialización de una realidad donde
nuestro propósito se puede ver truncado y mermado, por la ilusión de que
somos menos de lo que realmente somos, y de que valemos menos de lo que
realmente valemos. ¿Cuanto somos y cuanto valemos? Infinito. Valemos lo
que vale la Fuente que hay en cada uno, y por tanto, si uno se
infravalora está viviendo en una creencia falsa, una distorsión de la
realidad de la existencia. Esa infravaloración que tienes ahí dentro no
es tuya, del ser que eres, te la ha inculcado el sistema bajo el que
vives para desmontar tu potencial, tu Humanidad, tu servicio al prójimo y
tu colaboración con tu grano de arena en el bienestar común de todos
nosotros. Deshazte de ella.
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