¿Lo único que existe en el universo es la conciencia?
Diferentes perspectivas para explorar la posibilidad
de que todo el universo no sea más que conciencia que se dirige a su
propia fuente
Con el auge del pensamiento científico,
una visión materialista de la realidad se ha encumbrado en la academia y
en la sociedad. Se sostiene generalmente que todo lo que existe en el
universo es materia o un subproducto de la materia (la conciencia, por
ejemplo, no es más que un epifenómeno de la complejidad de la materia).
Las tradiciones antiguas y algunas teorías físicas modernas difieren, y
consideran en cambio que todo es conciencia y todo lo que vemos y
percibimos tiene su origen en la conciencia. La materia puede explicarse
como una cristalización de la conciencia, una forma de conciencia
condicionada, una contracción de la conciencia o un instrumento para la
expresión de la conciencia. Exploraremos aquí de manera especulativa,
basándonos en las creencias religiosas, místicas y en un par de
hipótesis de la física moderna, la posibilidad de que todo lo que existe
es conciencia y que los seres humanos somos apenas un ápice, como el
islote que flota sobre las olas, de un insondable mar de conciencia pura
e infinita.
En el Brihadaranyaka Upanishad se identifica al Brahman, el Ser que es todos los seres, la Conciencia Suprema del Universo, con el espacio mismo. Se dice:
El Ser es uno,
aunque parece muchos. Aquellos que meditan sobre el Ser y realizan el
Ser trascienden la decadencia y la muerte, van más allá de la separación
y el sufrimiento. Ven el ser en todas las cosas y logran todo.
Aquello que es llamado brahman es este espacio, akasha,
que está afuera del hombre. Este espacio que está afuera del hombre es
el mismo que está adentro del hombre. Y este espacio que está adentro
del hombre es el mismo que está dentro del corazón. Es lo que es
plenitud, inmutabilidad.
Brahman no sólo es atman (el alma o ser individual) es también akasha,
el espacio o éter. Es decir está difundido por todas las cosas, como
una unidad integradora, es aquel que conoce, aquel que goza, aquel que
experimenta, pero también con lo que conocemos cuando conocemos algo.
Aunque el budismo rompe con el hinduismo, al considerar que no existe un
dios creador ni un alma individual, comparte la idea de que el espacio
es idéntico a la mente.
Robert Lawlor recupera una frase
hinduista que me parece fascinante: "La conciencia no existe. Es la
existencia". Es decir, no podemos hablar de la conciencia como algo
separado, como un objeto, ya que es... es todo.
El alquimista René Schwaller de Lubicz, en su monumental obra El templo del hombre, avanza
una teoría de la evolución no como un progreso de la materia sino como
el cauce o génesis que toma la conciencia en su manifestación de regreso
a su origen. Es decir, el paso de la unidad a la multiplicidad (la
materia y la expresión de la diversidad), a la unidad de nuevo. El mundo
no es más que el juego de perderse fugazmente en la materia, olvidar
nuestro origen y finalmente regresar a casa. Escribe De Lubicz:
Consecuentemente el
universo no es más que conciencia, y en su aparición no es más que
evolución de conciencia de principio a fin, el final siendo un regreso a
su causa. Es el propósito de todas las religiones inciáticas enseñar el
camino que lleva a esta última integración.
El gran egiptólogo detrás del misterio
de Fulcanelli agrega que "el material de la forma --desde la energía al
estado corporal más denso-- no es más que una especificación
cualitativa, una expresión de la conciencia que se busca a sí misma a
través de todas sus metamorfosis". La alquimia, el arte de la
transmutación de la materia, sostiene en esencia que todas las cosas
--metal, vegetal o animal-- están animadas y evolucionan con mayor o
menor rapidez hacia el espíritu (la conciencia en su estado puro y
simple). Esto es lo que se quiere decir cuando se habla de transformar
un metal base en oro. El alquimista es sólo un acelerador de la
evolución, como un jardinero que facilita el crecimiento de unas
plantas, que ya de suyo tienden a florecer. En su libro Verbo naturaleza,
De Lubicz señala que "la conciencia evoluciona aumentando el
instrumento para sí misma", y también que "sólo la conciencia
evoluciona, o se engrandece, y lo físico --lo corpóreo-- se adapta a
ella". El cuerpo humano sería, en este sentido, el instrumento más
perfecto que conocemos, el cual está siendo moldeado por la conciencia
para poder seguir, por así decirlo, su propia agenda y su destino, el
paso de una conciencia mineral hasta una conciencia espiritual. Es por
esto que la conciencia tiene la categoría de Ser, "y los cuerpos y sus
características el rol de instrumentos a disposición del Ser".
De Lubicz nos dice que la Conciencia,
perfecta en sí misma, toma un instrumento para expresarse a sí misma no
como un riesgo de perecer en su exploración, sino como un determinismo
embebido en todas las cosas: "un fin perfecto está previsto desde el
origen, justo como la fruta siempre está 'virtualmente' contenida en la
semilla... toda perfección es la Unidad del punto de partida, la Idea
absoluta; pero todas las manifestaciones --en imagen de esta idea o
perfección-- son sólo fracciones de Unidad". En otras palabras, la causa
--la Conciencia, la Unidad-- implica el fin --la Causa, la Unidad-- por
identidad. Todo aquello que se produce en el universo no es más que la
transformación de una sola cosa que retiene su esencia (su unidad) a
través de todas las transformaciones, las cuales deben considerarse sólo
como relativas, como aspectos de una realidad indivisible que sólo
aparentan ser diversos por una condición perceptual.
* * *
En los últimos años se han generado
nuevas teorías científicas que sugieren que la conciencia podría ser un
fenómeno universal, difundido por todo el universo como el
electromagnetismo u otra fuerza (estas teorías son agrupadas como
teorías de conciencia de campo). Esto significaría que la conciencia
humana no es más que una manifestación local de una conciencia
universal, de alguna manera estaríamos recogiendo, por así decirlo, la
señal de la conciencia que existe en el espacio con nuestros aparatos
biológicos de sintonización. La neurofisióloga Susan Pockett
explica que la esencia de su hipótesis es que "la conciencia es
idéntica con ciertos patrones espaciotemporales en el campo
electromagnético". Pockett mantiene que este campo de conciencia
electromagnético experimenta las sensaciones, emociones y percepciones
de cada ser consciente del universo.
Por otro lado, Roger Penrose y Stuart Hameroff
consideran que la conciencia es algo más que sólo computación, es un
"proceso cuántico intrínseco al universo" que está conectado a la
estructura del universo en su escala más básica: la geometría del
tiempo-espacio. Escribe Hameroff:
La conciencia
resulta de discretos eventos físicos; tales eventos han existido desde
siempre en el universo como no cognitivos, eventos protoconscientes,
éstos actuando como partes de leyes físicas precisas, no del todo
entendidas. La biología evolucionó como un mecanismo para orquestar
dichos eventos y aliarlos a una actividad neuronal, resultando en
momentos cognitivos conscientes con un significado y por lo tanto un
control causal del comportamiento.
Aquí se avanza la noción de que la
conciencia en su estado seminal existe a nivel cuántico. Esto es como si
el espacio mismo fuera una mente subconsciente. Algunos maestros
budistas, como el birmano Goenka, señalan que de hecho lo que para
nosotros es la mente inconsciente en realidad es el estado puro y
verdadero de la conciencia, una conciencia no obstruida por la
reificación e identificación del yo.
Para nuestra mentalidad racionalista
basada en el pensamiento cerebral es difícil concebir que la conciencia
no sea solamente un producto de la materia sujeto al cerebro. Es ahí
desde donde conocemos al mundo y a esto solamente podemos reducir todos
nuestros procesos conscientes. Pero para otras tradiciones no es en
ninguna medida extraño considerar que es el cuerpo el que depende de la
mente, siendo para el budismo, por ejemplo, solamente un hábito
sostenido por los karmas de la mente y, de hecho, de una manera no-dual,
cosniderando al cuerpo y a la mente como una sola cosa inmaterial e
insustancial. La dificultad yace en nuestra fijación por ver lo real
como lo sólido y lo vacío o insustancial como irreal. Quizás aquí
estamos apegándonos demasiado a un prejuicio y a un concepto ligado a
nuestra identidad, a nuestro yo como algo fijo, sólido y duradero,
cuando la misma ciencia mantiene que todas las cosas están
fundamentalmente vacías. Creer que sólo es real lo sólido es lo mismo a
decir que sólo es real 0.1% del universo y el restante 99.9% es irreal
sólo porque no se ajusta a nuestro canon.
Concluyamos con una especie de poema del místico indio Sri Aurobindo:
Preguntas cuál es el principio de todo esto:
Y es esto…
La existencia que se multiplicó por sí misma
Por el puro deleite de ser
Y se proyectó en trillones de seres
Para que pudiera encontrarse a sí misma
Innumerablemente.
Twitter del autor: @alepholo
FUENTE http://pijamasurf.com
Hay que considerar que en la infinita belleza de creatividad se crean formas en las que los seres son atraidos y materializados en dimensiones de experimentacion en donde las variaciones de las capacidades de sentir se amplian o reducen.
ResponderEliminarLa base es la riqueza en la capacidad de sentir la existencia y la forma de expresion de ese ente denominado ser. Las palabras reducen el espectro de vision, aunque lo inconmensurable se siente y sabe mas alla de los conceptos historicos de la dimension.
Cada dimension es una pagina, un parpadeo, un latido, un fugaz soplo.
Sin embargo existimos y existe todo. Al final todo es un juego de niños, y se mofan de esa imaginacion.