ILUMINACIÓN. LOS TRES ASPECTOS PRINCIPALES QUE LLEVAN A LA ILUMINACIÓN SEGÚN TSONGKHAPA, EL GRAN MAESTRO BUDISTA.
EN SU FAMOSO TEXTO “LOS TRES PRINCIPALES ASPECTOS DEL CAMINO”, EL GRAN
SANTO BUDISTA TSONGKHAPA REVELA LOS PASOS ESENCIALES HACIA EL NIRVANA.
Je Tsongkhapa fue un maestro budista
que vivió en el siglo XIV, fundador de la importante escuela Gelug
dentro del budismo tibetano, asociada al Buda Maitreya (el Buda por
venir). Se dice que la vida de este sabio, “el hombre que vino del
valle de la cebolla”, fue anticipada por Buda Shakyamuni. Tsongkhapa es
recordado especialmente por sus precisiones en el entendimiento de la
naturaleza de la realidad como vacío (sunyata). Dentro de la enseñanzas de Tsongkhapa se explica que son tres los aspectos principales que conducen al nirvana:
1. Desilusionarse con el samsara (existencia cíclica).
2. El cultivo de una intención altruista (bodhicitta).
3. La visión correcta del vacío.
He ahí una de las” recetas” más
sublimes y sencillas para alcanzar la iluminación. Claro que es
necesario entender qué quiere decir con samsara, altruismo y vacío. Y,
por supuesto, es necesario practicar lo que se conoce para realmente
entender, saber y vivir la doctrina.
Con samsara, Tsongkhapa se refiere a
renunciar al mundo, esto es dejar de apegarse al placer y a las
posesiones materiales (puesto que no tienen existencia inherente) y sólo
perpetúan corrientes kármicas. “La libertad y el dote son difíciles de
hallar, y no hay tiempo que perder. Al familiarizar tu mente con esto,
sobrepónte a los apegos de esta vida; y al contemplar repetidamente las
acciones y los efectos y los sufrimientos del samsara, sobrepónte a los
apegos de vidas futuras”. Tsongkhapa nos dice que desde esta conciencia
del samsara –de su rueda da causas y efectos que llevan inexorablemente
al sufrimiento– es fácil liberarse del deseo del placer. Si realmente
asimilamos esto, actuar correctamente será tan fácil como evitar poner
las manos en el fuego. En cierta forma este desilusionamiento es similar
a una técnica de sueño lúcido: lo primero es notar que lo que estamos
experimentando es un sueño, es ilusorio.
“Bodhicitta” significa la mente o la
conciencia de la iluminación, generalmente asociada con un deseo de
obtener el estado de iluminación para el beneficio de todos los seres
sintientes. Esta es la única intención que no genera karma, no tiene un
motivo ulterior, se dice que nace espontáneamente por compasión. La
intención altruista es la esencia del gran vehículo del boddhisattva,
la intención de salvar a todos los seres sientientes del ciclo del
sufrimiento. Es el resultado de la más alta conciencia que alguien,
habiendo descubierto que su individualidad es ilusoria y por lo tanto
habiendo perdido todo sentimiento de importancia personal, se pone al
servicio de los seres que sufren. Se dice también que el corazón humano
es el trono de Buda (la compasión, la única pasión admisible). Hay una
bella historia en este sentido sobre el boddhisattva Guanyin (la versión
china y femenina de Avalokitesvara, el boddhisattva de la compasión).
Se dice que Guanyin (Kannon en Japón) luego de perfeccionarse durante
cientos de vidas y habiendo eliminado su karma, se preparaba para cruzar
la puerta hacia la eternidad cuando escuchó el gorjeo de un pequeño
pájaro y en ese momento volteo y notó que su madre estaba muerta.
Entonces fue que tomó el voto de que no aceptaría la liberación,
postergando su propia paz eterna hasta que se pudiera llevar a todos los
seres vivos con ella hacia el Infinito, hacia el estado bendito del
nirvana, incluyendo por supuesto a ese pequeño pájaro indefenso. Guanyin
significa: “aquel o aquella que escucha los sonidos o lamentos del
mundo”.
Comprender lo que el budismo quiere
decir con el vacío no es fácil, y por esto es uno de los principios que
llevan a la iluminación, ya que es la corona de la sabiduría. Desafía
toda conceptualización, toda dualidad; es necesario meditar mucho sobre
esta idea (que al final de cuentas no es una idea). El vacío se presenta
como la realidad debido a la originación dependiente de todas las cosas
o, lo que es lo mismo, a la ausencia de una esencia inherente. Si
indagamos sobre la esencia de cualquier fenómeno, objeto o ser
necesariamente tendremos que remitirnos a otros fenómeno, objeto o ser.
¿Qué cosa existe por sí sola, quién es su propia fuente? El monje Thich
Nhat Hanh lo explica así: “tú sólo estás hecho de elementos no-tú”, esto
es, plantas, tierra, agua, elementos que nacieron en estrellas, etc.
Esto aplica también a nuestros pensamientos, a fin de cuentas ninguno se
originó de nosotros mismos, todos nacieron de pensamientos previos de
personas que vivieron antes que nosotros, de un lenguaje y de una serie
de conceptos y formas de percibir que aprendimos.
La visión de Tsongkhapa del vacío es
una visión moderada que rechaza tanto el esencialismo como el nihilismo.
Las cosas son “no realmente existentes a fin de cuentas y sin embargo
no inexistentes convencionalmente”. Algo similar se expresa en el sutra del
corazón: “la forma es vacuidad; la vacuidad forma”. Tsongkhapa nos dice
que lo que vemos como la causa y el efecto, es sólo una apariencia del
samsara producida por la originación dependiente de todos los fenómenos
(esta es la espectral concatenación que en otra corriente budista se
expresa como un collar de perlas en el que cada perla refleja los
reflejos de todas las otras perlas: el universo como una casa de
espejos). A su vez la originación dependiente debe ser entendida como lo
mismo que el vacío. “Esto implica que el samsara y el nirvana no son
dominios separados”, según comenta Graham Smetham en su libro Quantum Buddhism.
Tsongkhapa, con gran sutileza, nos enseña a evitar el siempre difícil
de evitar conflicto entre habitar en la realidad convencional de las
causas y los efectos y saber que éstos en realidad son vacío. Así
podemos rehuir el nihilismo y reconocer que las cosas sí existen pero
solamente de manera provisional.
En el linaje Nyingma del budismo
tibetano, por ejemplo, se habla del deleite que es experimentar los
fenómenos como apariciones maravillosas e insustanciales, despliegues
mágicos del Dharmakaya, olas brillantes que dibujan sus efímeras figuras
sobre la superficie de un océano insondable. ¡Qué ligereza, qué
bendición que el mundo sea sólo vacío!
fuente/pijamasurf.com/
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