El Flujo de Recibir en Vuestra Vida - Pamela Kribbe





Hoy quiero hablar acerca del flujo de recibir en vuestra vida. La forma más profunda de recibir es aceptarse como uno es. Con la Luz que está en ustedes, ustedes observan vuestra humanidad, vuestros sentimientos, vuestras emociones, vuestros miedos o vuestra terquedad. Los rodean con vuestra Luz apacible y objetiva. Sólo entonces ustedes crean el lecho fértil que se necesita para recibir. El deseo más profundo en un ser humano es ser abrazado, ser visto amorosamente, ser reconocido, ser acogido en los brazos de una madre amorosa incondicional. Eso da seguridad y tranquilidad. En esa seguridad, en ese reposo reparador, ustedes comienzan a irradiar. Son quienes son, naturalmente, como una flor que emerge desde el brote. Cuando su lecho es fértil, la flor surge y comienza a florecer naturalmente con su propio resplandor.
Está destinado a que sea en esta vida cuando comiencen a sentir ese amor incondicional por ustedes mismos. Éste es un gran desafío porque en los seres humanos vive una tendencia arraigada a buscar amor fuera de ellos mismos. Ustedes tratan de nutrirse por medio de energías externas, para así sentirse satisfechos, sentirse abrazados y pertenecer. Pero vuestro camino es uno diferente. Vuestro mandato más profundo y sagrado es aceptarse a ustedes mismos a pesar de todas las influencias externas, a abrazarse con esa Luz amorosa que ustedes son. Y eso incluye aquellas capas profundas y oscuras que ustedes más bien esconderían y que no quieren experimentar. El instrumento con el que pueden amarse, aceptarse y abrazarse ya está dentro de ustedes. Es la Luz de la que hablé antes, la conciencia que ustedes son. Siéntanla por un momento profundo en vuestro abdomen. Es una Luz que está más allá de este mundo, y no está ligada al tiempo y al espacio o la forma. Es una Luz eterna que es completamente vuestra y única. Sientan vuestra propia Luz.
Ustedes han permitido que la Luz de vuestra conciencia circule a través de vuestras piernas y dentro del área de la pelvis y el abdomen. Ahora les pido que lleven la Luz más arriba, al área de vuestro plexo solar, el cual corre a través de vuestro estómago. Permitan que la Luz fluya por aquí muy calmada y objetivamente. El plexo solar es un centro muy importante. Hace unos días hablé acerca de cómo ustedes están actuando como un intermediario entre el poder del Cielo y el de la Tierra, entre el flujo de vuestra alma y el de vuestro cuerpo. Vuestro plexo solar literalmente es el centro de esa interacción. De una manera, es el mediador. La personalidad terrenal que ustedes son encuentra aquí sus cimientos.
Quisiera hablarles acerca de esa personalidad terrenal. En un sentido, la personalidad terrenal es una especie de navegante que tiene que tratar con muchas influencias diferentes, y quien tiene que integrar, de un modo equilibrado, la inspiración que viene de arriba, del alma, con las fuerzas emocionales del niño interior. El cuerpo terrenal tiene que asimilar todo eso junto con las influencias externas: las personas, las situaciones, los desafíos.
La última vez que hablé, discutí sobre las dos clases de influencias que pueden hacerles perder el equilibrio y causarles un trastorno. Una era el miedo y la otra era el control, el deseo de manipular. Si ahora observan el centro del plexo solar pueden imaginar que éste es el asiento del ego, la parte de ustedes que debe mediar entre todas estas influencias y flujos y tomar medidas en este mundo del tiempo y del espacio, de la forma material. Yo no veo al ego como algo malo. Lo veo como una necesidad, dado que es necesario en este mundo para poner todos los flujos diferentes de energía en equilibrio de modo que puedan expresarse aquí en este entorno terrestre. Les permite dar y recibir.
Ahora, a grandes rasgos, hay dos trampas para el ego, el cual está centrado en vuestro plexo solar. El ego puede hacerse muy pequeño así como también hacerse muy grande. Si se hace muy pequeño, se retira energéticamente dentro de vuestro plexo solar y se halla en un estado de miedo, de ansiedad y de preocupación. Constantemente piensa que “no puede”, que no es lo suficientemente bueno, que ustedes necesitan a los demás, y que son incapaces. Miren dentro de ustedes mismos para ver si reconocen ese tipo de ego. Vean si en medio de las mayores influencias que encuentran en la vida – el poder del alma, las ansias emocionales del niño interior, las presiones del mundo externo – a menudo tienen la sensación de que todo es demasiado para ustedes. Vean si vuestro ego evoca miedo y quiere esconderse, o si ustedes tienen dificultades para establecer un espacio personal, o si buscan escusas o modos de escapar de esta realidad. Ésas son formas de un ego demasiado pequeño que está dominado por el miedo, o que a veces incluso está traumatizado.
Ahora también está la posibilidad de un ego demasiado grande. Eso también se hace sentir en el área del plexo solar. Un ego demasiado grande se siente algo hinchado y forzado – quiere demasiado. Un ego demasiado grande sobreestima su habilidad para establecer las cosas a su manera, para moldear y dirigir el mundo. Continuamente piensa: “tengo que organizar esto, quiero establecer esto, o las cosas no funcionarán sin mí”. Quiere mantener el control y de esta manera limita sus propias posibilidades. Porque cuando el ego quiere ejercer demasiado control, irrevocablemente cierra el flujo de los impulsos del alma. Pueden decir que hay anteojeras o visión túnel cuando quieren controlar las cosas demasiado desde un ego muy grande. Además, un ego grande a menudo tiene poca conexión con el niño interior. Las emociones y las señales emocionales que emergen desde el niño con frecuencia son ignoradas o vistas como muy pesadas. El ego quiere moverse hacia adelante hacia sus metas. Los mantiene atascados en su visión túnel. Observen dentro de ustedes para ver si reconocen este rasgo. Vean si ha habido épocas en vuestra vida cuando se aferraban a los objetivos de vuestro ego, temerosos de soltar.
Usualmente, ambos aspectos del ego son encontrados en la mayoría de las personas. A veces es el caso que para una persona hay un mayor énfasis en el aspecto de un ego demasiado pequeño, mientras que para otro es el aspecto de un ego muy grande lo que está jugando una mala pasada. Pero en ambos casos, finalmente ustedes llegarán a estar desconectados de vuestro corazón, de vuestra alma y de vuestras emociones. La forma de regresar a vuestro centro, de permitir la restauración del equilibrio y la reapertura del canal hacia el alma y hacia el niño interior, es observando lo que están haciendo amorosamente y desprendidamente, de un modo objetivo. ¿Se alimentan a ustedes mismos con pensamientos despectivos y opresivos? ¿Se hacen pequeños? Entonces crean una historia alrededor de la idea de que las cosas no pueden ser de otra manera y que está bien de ese modo.
Examinen la historia en detalle. Obsérvenla cuidadosamente para ver cómo esa historia está dominada por el miedo, por un ego que no se atreve a ocupar espacio personal, a confiar en sí mismo y en su propia fuerza. Rodeen a ese ego con amor, con comprensión y con dulzura.
Cuando vuestro ego va demasiado en la otra dirección, cuando rechaza soltar e insiste en determinar y dominar todo, entonces sean conscientes de esta estructura de creencias, pero háganlo con una mirada benévola y comprensiva. Ríanse de cómo hacen un lío de las cosas cuando tercamente y obstinadamente se pegan a la visión túnel. Permítanse ser placenteramente sorprendidos por nuevas posibilidades. Recuerden que a menudo es una virtud no saber algo, estar abierto a lo nuevo.
¿Por qué hoy hablo sobre estas dos formas de un ego desequilibrado? Porque es la clave para ser capaces de recibir lo que la vida quiere darles. Ustedes se desconectan del flujo de recibir al hacerse demasiado pequeños o demasiado grandes. Viendo estas tendencias en ustedes mismos y riéndose de ellas, naturalmente ustedes regresan a vuestro centro. Sientan eso por un momento. Observen que detrás o al lado de ustedes está vuestra alma y que adelante o al lado de ustedes está vuestro niño interior. Sientan el enorme y sabio poder de vuestra alma, quien sabe mucho más de lo que ustedes pueden saber con vuestra mente humana. ¡Confíen en ella! ¡Confíen en él!
Imaginen que en vuestro plexo solar vive una pequeña figura, un hombre o una mujer, una figura que representa vuestro ego, y obsérvenlo muy objetivamente. ¿Esa figura se extiende hacia adelante y trata de ordenarlo todo? ¿O esa figura retrocede porque todo es demasiado, muy abrumador y evoca mucho miedo dentro de él o ella? Observen qué movimiento vuestro ego está tentado a hacer, hacia adelante o hacia atrás. Finalmente, imaginen que vuestro ego está equilibrado y que esta figura en vuestro plexo solar está en una posición vertical, de pie. Está conectado con vuestra alma y con el Cielo desde arriba, y con vuestro cuerpo y con la Tierra desde abajo. Sientan cuán sustentador y liberador es eso para vuestro ego, para vuestra personalidad. Todo se vuelve más libre y más fluido. Es un flujo apacible de amor incondicional. Permitan que este flujo tenga lugar, y dejen que los eleve.

© Pamela Kribbe
FUENTE luzarcoiris.com

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