Cinco pasos para la Plenitud y la Salud permanentes
Somos perfect@s en origen y estamos provist@s y abastecid@s con todo
cuanto necesitamos para vivir una vida de plenitud y salud permanentes.
Nuestro ADN, nuestro código genético cósmico y divino, contiene en sus
doce hebras toda la información, energía, inteligencia, sabiduría y
poder necesarios para nuestra vida aquí, en el planeta Tierra y en la
encarnación densa de la materia en la que ahora nos encontramos. Somos
seres espirituales eternos y estamos dotad@s de una sabiduría y de un
poder infinitos, por algo y para algo fuimos cread@s a imagen y
semejanza de la Energía Creadora, plena de Conciencia, Vitalidad, Amor,
Sabiduría, Inteligencia y Luz, todo ello combinado de una manera única y
especial en cada un@ de nosotr@s y también, porque todo lo que existe y
vive tiene un origen divino, en las plantas, los minerales, los
animales y todas las demás criaturas visibles e invisibles que habitan
la Vida Una, que la expresan y la enriquecen con sus experiencias, en el
reino y la dimensión en que cada una de esas criaturas nos
desarrollamos y actualizamos nuestra sabiduría para que así, cada vez
más, todo eso que somos, todo Eso que la Vida Es, sea progresivamente
más hermoso, amoroso y perfecto. Sí, puede pensarse que si la Fuente
Creadora Origen de Todo es ya perfecta en sí misma, ¿qué necesidad
habría entonces de que se manifieste y continúe perfeccionándose? Es muy
posible que la mente humana, lógica y racional, carezca de
entendimiento y explicación para este misterio que, como todos los
misterios, no puede sino descubrirse y alumbrarse saliendo del plano
material e intelectual, situándonos como consecuencia en un plano
metafísico, espiritual y sutil, en el que todo está contenido y en el
que todo es, sin necesidad de preguntas, razonamientos ni explicaciones.
La palabra inglesa para referirse a la salud es health, derivada del griego hael, que significa plenitud. De modo que, a lo que habitualmente nos referimos como salud,
incluye muchos más ingredientes que la ausencia de síntomas o procesos
físicos que afecten a nuestro cuerpo biológico, como hace varios años
entendió la Organización Mundial de la Salud, definiendo ésta como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
En mi opinión, que tanto para la salud como para todo lo demás se apoya
en el punto de vista del alma, del espíritu y del Misterio, es
necesario añadir a esa definición esta perspectiva que acabo de
mencionar: la perspectiva de que todo nace y se origina más allá de lo
físico, en el plano de la energía, la conciencia y la vida, un plano
lleno a rebosar de amor, sabiduría, inteligencia y luz, tomando después
forma y materializándose en esta dimensión de mayor densidad en la que
nos movemos con nuestro traje terrestre, con la carroza material
necesaria para permanecer aquí y movernos por la vida en la Tierra
mientras ésta viaja por el Sistema Solar en el que orbita y que, a su
vez, viaja por la Vía Láctea, viajera a su vez del Cosmos Infinito y,
como tal, compañera de otras galaxias, sistemas solares, planetas y
universos. Pienso y siento también que, en cuanto la medicina, la
psicología, la psiquiatría, la física, la astronomía y todas las demás
ciencias adopten el punto de vista espiritual y la conciencia como el
verdadero origen de todo cuanto existe, desde el átomo más pequeño hasta
la mayor de las galaxias, se abrirán ante la humanidad las puertas de
un mundo completamente nuevo y distinto, un mundo que está ahí y que
siempre lo ha estado, esperando nuestro despertar y la elevación de la
vibración energética y la conciencia que éste lleva consigo, ya que
gracias a ellos, los velos quedarán retirados y la Vida se mostrará en
todo su esplendor y magnificencia, una Vida que tod@s y cada un@ de
nosotr@s también somos, una Vida que todo cuanto existe es. Sí, así es y
no podría de ser de otro modo.
El cuerpo físico, y también todos los demás cuerpos que somos: mental,
emocional y energético-espiritual, estrechamente unidos y dándonos la
posibilidad de hacer cosas en el mundo y relacionarnos con él, conservan
y fortalecen su salud a través de un mecanismo que recibe el nombre de homeostasis,
es decir, un proceso que tiene lugar gracias a un conjunto de fenómenos
de autorregulación, conducentes al mantenimiento de una relativa
constancia en la composición, las propiedades, el buen estado y el
funcionamiento perfecto del medio interno de un organismo. Dicho de
manera más sencilla, la homeostasis tiene que ver con la armonía y el
equilibrio de todas y cada una de las partes que componen un organismo. A
su vez, cada una de esas partes constituyentes, conservan su
homeostasis gracias al equilibrio de cada uno de sus componentes,
llegando así hasta la unidad más pequeña de todo cuanto existe: las
partículas subatómicas. De este modo, mientras todo esté perfectamente
conectado y realizando las funciones que le son específicas, el
organismo de que se trate estará en un perfecto estado de salud y, por
consiguiente, pleno de energía, vitalidad y capacidad para actuar y
moverse en el mundo, cualquiera que sea su mundo: vegetal, animal,
humano, mineral, espiritual, etc. En el momento en que hay la más leve
desconexión, la más pequeña variación en ese equilibrio, todo el
organismo se verá afectado. De mantenerse esa desarmonía en el tiempo,
las consecuencias serán cada vez mayores y, de continuar, muy fácilmente
podrían desembocar en síntomas y afecciones físicas, llevando la
definición al cuerpo biológico, que de prolongarse en el tiempo y en
intensidad podrían dar lugar a un proceso de enfermedad mayor.
Llevado este concepto más allá de la biología, podemos aplicar el mismo
razonamiento al resto de los cuerpos que nos componen e, incluso, al
cuerpo mayor que contiene a todos: la sociedad en su conjunto que, al
fin y al cabo, no es sólo una palabra ni un concepto teórico, sino el
conjunto de todas las personas que formamos parte de ella, cada una con
nuestra idiosincrasia, desarrollo, grado de conciencia, vibración
energética, conocimientos, experiencias, etc. Todo está conectado con
todo y todo influye en todo lo demás. Como seres humanos viviendo con
otros seres humanos, continuamente nos influimos l@s un@s a l@s otr@s,
en positivo y en todas las demás formas, influyendo a su vez la relación
de tod@s con tod@s en el conjunto de la sociedad. De igual manera,
somos continuamente influid@s por cuanto nos rodea. Esto no significa
que tengamos que dejarnos condicionar por ello, en eso ya entrarían en
juego nuestra voluntad y nuestra decisión personal. Tampoco excluye
nuestra capacidad y nuestra libertad para actuar y modificar esa
influencia en la medida de lo posible, y para decidir hasta dónde y cómo
dejamos que actúe en nosotr@s y en nuestra vida. La homeostasis de los
grupos y de toda la sociedad está relacionada por tanto con el
equilibrio y la armonía de todos y cada uno de los individuos que la
forman. En la medida en que tengamos esto en cuenta y trabajemos para
que así sea, veremos cómo emerge una forma más sana y plena de ser, de
vivir y de hacer cosas en el mundo material en el que ahora nos
encontramos.
Las conexiones apropiadas dentro del sistema, cualquiera que éste sea:
persona, familia, grupo social, montaña, planeta, galaxia…, son las que
favorecen el funcionamiento equilibrado y perfecto de ese sistema. En
cuanto se produce una desconexión, el equilibrio se rompe y el sistema
se ve afectado de alguna manera. También es imprescindible que la
información que viaja por todas las vías que componen ese sistema sea
fluida y precisa, para que pueda llegar en perfectas condiciones a su
destino y realizar en él la tarea concreta que ha de realizar. La
información, en cualquiera de sus formas, siempre es luz, como dicen l@s
Pleyadian@s. Así que eso es lo que llega a todas partes cuando las vías
a través de las que la información se transmite están libres de
obstáculos, de interferencias, de energías de baja vibración pegadas en
sus paredes. A través de esas conexiones también se retroalimenta todo
el sistema, es decir, se fortalece, se renueva y se reactiva de manera
permanente. Las conexiones de retroalimentación son esenciales tanto
para la salud y la plenitud fisiológicas como para la salud y la
plenitud en todos los ámbitos y seres de la naturaleza, y no sólo para
la naturaleza material, también para todas las demás. De modo que la
conexión de la retroalimentación es vital en la plenitud, ya sea ésta
energética, física, emocional, mental, espiritual, social, global y
cósmica. El cuerpo físico humano es intrínsecamente sabio y lleva dentro
de sí todo lo necesario para conservar y potenciar su equilibrio, salud
y plenitud. Incluso cuenta con los mecanismos, herramientas y dones
para restablecerlas cuando por algún motivo se ven afectadas y
disminuidas. Sólo es necesario un requisito, que todo cuanto forma parte
de ese sistema biológico esté adecuadamente conectado porque, cuando
hay conexión y la información y la energía circulan libre y fluidamente,
cualquier sistema tiene la capacidad para sanarse, permanecer íntegro y
evolucionar. El mismo razonamiento y el mismo proceso se dan en el
resto de nuestros cuerpos o centros de vida y de ser: mental, emocional,
energético-espiritual y relacional.
Cinco aspectos y cinco pasos básicos para conseguir (y conservar) la
plenitud y la salud de manera permanente son éstos: atención, conexión, autorregulación, orden y bienestar. (Schwartz, Russek y colaboradores).
Paso 1. Atención voluntaria. Esto
es tan simple como prestar atención a tu cuerpo y sentirlo, sintiendo
también la energía y el poder que fluyen dentro de él, así como entre el
medio que te rodea y tú.
Paso 2. La atención crea conexión.
Cuando permites a tu mente, consciente o inconscientemente,
experimentar la energía y la información, este proceso promueve
conexiones no sólo dentro de tu cuerpo, sino también entre el cuerpo y
el medio que te rodea.
Paso 3. La conexión conlleva autorregulación.
Como un equipo de atletas o de músic@s que consiguen éxitos en el
deporte o el jazz, las conexiones dinámicas entre los integrantes
permiten que el equipo se organice y se controle (se autorregule), con
la ayuda de entrenador@s y director@s.
Paso 4. La autorregulación promueve el orden.
Lo que experimentas como plenitud, éxito e incluso belleza, refleja un
proceso organizador realizado por las conexiones que permiten la
autorregulación.
Paso 5. El orden se expresa con bienestar.
Cuando cada cosa está conectada adecuadamente, y las partes (sus
integrantes) están preparados para cumplir con sus respectivos papeles,
el proceso de autorregulación puede ocurrir de manera fácil y sin
esfuerzo. El proceso fluye.
También es cierto lo inverso. Es decir, hay cinco pasos básicos para
conseguir y mantener en el tiempo la desintegración y la enfermedad,
físicas, mentales, emocionales, energético-espirituales y en las
relaciones: desatención, desconexión, desregulación, desorden y
enfermedad. Si desatiendes tu cuerpo (Paso 1), se crea desconexión
dentro de tu cuerpo y entre tu cuerpo y el ambiente que te rodea (Paso
2), promoviendo la desregulación del cuerpo (Paso 3), que podría ser
medida como desorden del sistema (Paso 4) y experimentada como
enfermedad (Paso 5). De manera que, la conexión lleva al orden y al bienestar,
mientras que la desconexión lleva al desorden y la enfermedad. Estos
pasos conectados, o desconectados, aparecen en todos los ámbitos de la
vida, desde el energético, a través de la relación
mente-emociones-cuerpo, hasta el espiritual. La clave para comprender y
establecer este nuevo tipo de salud y de plenitud en ti está en el
prefijo re: reatención, reconexión, re-regulación, reordenamiento sanador, reactivación, regeneración.
Esta clase de salud y de plenitud están instauradas en todas las hebras
de tu ADN y en todas las cuerdas de tu rejilla electromagnética. Para
que se manifiesten en tu vida cotidiana, sólo es necesario que seas
consciente de ello y lo asumas como la verdad que es. El segundo
requisito es que, una vez despierta esa conciencia y aceptada esa
verdad, te pongas manos a la obra y hagas los cambios oportunos para que
todas las hebras vuelvan a conectarse y todas las cuerdas a activarse.
Recuerda también que tu ADN y tu rejilla están unidos al ADN de Gaia, el
Ser del planeta Tierra, y a su rejilla, que conecta toda manifestación
de vida existente en el planeta en este momento. Igualmente, el ADN y la
rejilla de Gaia están conectados con el ADN y la rejilla cósmicos,
formando todo un entramado de energía, vida, inteligencia, amor y luz,
de forma tal que, lo que haces contigo, sea como sea y tanto por activa y
consciente como por pasiva e inconsciente, se lo estás haciendo a la
Vida en todas partes.
María Sánchez-Villacañas de Toro
Alcántara Psicología y Espiritualidad
Escuela para la Evolución del Alma
91 401 55 70 – 627 12 09 47
http://www.desarrolloycrecimiento.es
https://metamorfosisyvida.wordpress.com
metamorfosisyvida2013@gmail.com
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