Inteligencia Intuitiva: Decidir sin pensar
Hace algunos años, la inteligencia era
un concepto muy limitado, que tan solo preveía las capacidades para
resolver problemas de índole lógica. Sin embargo, con la aparición de la
Teoría de las Inteligencias Múltiples, de repente el concepto de
inteligencia adquirió una nueva dimensión, ampliándose
considerablemente.
Por eso, en la actualidad la
inteligencia se comprende como una capacidad para resolver problemas de
cualquier índole, desde problemas lingüísticos hasta de naturaleza
emocional o interpersonal. En este escenario, surge un nuevo concepto
que pretende darle un vuelco radical a la forma como pensamos y tomamos
decisiones: la Inteligencia Intuitiva.
Freud ya había hecho referencia a este concepto al indicar que
“cuando tomamos decisiones pequeñas, siempre es ventajoso analizar los
pros y los contras. Sin embargo, en los asuntos vitales, como la
elección de la pareja o la profesión, la decisión debe venir del
inconsciente, de un lugar recóndito dentro de nosotros. En las
decisiones realmente importantes de la vida, debemos dejar que gobiernen
las profundas necesidades de nuestra naturaleza”.
A lo que Freud se refería era a esa
sensación de justo o erróneo, de placer o rechazo visceral, que se
genera en lo más profundo de nosotros y que a veces desoímos, para darle
crédito a la razón.
¿Qué es la Inteligencia Intuitiva?
La idea de la Inteligencia Intuitiva
proviene del sociólogo canadiense Malcolm Gladwell, quien partió del
concepto de “thin-slicing”. Este sociólogo sostiene que somos capaces de
conferirle un sentido a las situaciones en base a experiencias
realmente efímeras. Por tanto, también tenemos la capacidad para
determinar lo que es más importante en poquísimo tiempo, incluso en un
abrir y cerrar de ojos. A esta capacidad Malcolm Gladwell la denominó
“Inteligencia Intuitiva”.
La Inteligencia Intutiva enaltece
nuestra capacidad para decidir y resolver problemas en muy poco tiempo.
Es un concepto que va contracorriente ya que siempre hemos pensado que
para tomar buenas decisiones, es necesario pensar detenidamente, no
apresurarse y analizar los pros y los contras de la situación.
Sin embargo, lo cierto es que en una
sociedad como la actual, donde hay un exceso de información, a veces
menos es más, y tener más datos no siempre juega a nuestro favor sino
que a veces puede confundirnos o conducirnos a la inercia. De hecho, ya
sabemos que cuando tenemos muchas opciones entre las cuales elegir,
nuestro cerebro sufre una especie de bloqueo, al ser incapaz de manejar
tantos datos, simplemente no puede decidir.
Al respecto, en un estudio muy
interesante realizado en Chicago les pidieron a los médicos que
cambiaran la forma en que diagnosticaban los ataques al corazón. La idea
era que recogiesen menos información sobre los pacientes para poder
intervenir con mayor rapidez y aprovechar unos minutos de tiempo
preciosos. Así, solo debían tomar la presión arterial y realizar un
electrocardiograma, omitiendo todos los datos de la historia clínica.
Como resultado de este experimento, hoy
el Condado de Cook es uno de los mejores lugares en Estados Unidos en el
diagnóstico de dolores torácicos.
Por supuesto, convencer a los médicos no
fue una tarea fácil ya que aquel procedimiento iba contra las normas
preestablecidas. De la misma manera, no nos resultará sencillo dejarnos
llevar por lo que siempre hemos considerado como “corazonadas” o
presentimientos, sobre todo si debemos tomar decisiones importantes que
pueden marcar nuestro destino.
Por tanto, la Inteligencia Intuitiva no
sería nada más que dejar aflorar a la conciencia todo aquello que ya
sabemos, en aras de resolver un problema y tomar decisiones con
extraordinaria rapidez. No se trata de razonar sino de saber escuchar a
nuestro inconsciente y a nuestras emociones.
De hecho, mientras que la inteligencia
tradicional implica cierto grado de reflexión y procesamiento, la
inteligencia intuitiva se basa en el conocimiento que hemos atesorado a
lo largo de los años y que está bien guardado en el inconsciente.
¿Es fiable la Inteligencia Intuitiva?
La Inteligencia Intuitiva sienta sus
bases en el cerebro emocional. Se trata de la zona más antigua del
cerebro, encargada de procesar los principales estímulos provenientes
del medio. De hecho, cuando nos encontramos ante situaciones que debemos
resolver inmediatamente, se activan una serie de imágenes relacionadas
con el hecho en cuestión. A su vez, esas imágenes activan recuerdos
emocionales, ya sean dolorosos o positivos, que influyen en la decisión
que tomaremos.
Por ejemplo, cuando debemos decidir si
le vamos a dar una segunda oportunidad a nuestra pareja,
inevitablemente, en nuestra mente se activan los recuerdos de relaciones
pasadas. Esos recuerdos pasan por delante de nuestros ojos, como si de
una película se tratase, e inclinarán la balanza en una u otra
dirección. Si las experiencias han sido positivas, es probable que
decidamos darle una segunda oportunidad, si han sido negativas, es
probable que no se la demos.
Este proceso transcurre de forma
consciente, por eso generalmente somos capaces de explicar las razones
de nuestra decisión. Sin embargo, en algunos casos el proceso transcurre
de forma inconsciente. Por debajo del umbral de nuestra conciencia
tiene lugar un mecanismo de preselección que se encarga de examinar las
diferentes opciones y decidir cuáles serán las que lleguen a la
conciencia. De hecho, este es el primer mecanismo de decantación de
alternativas, y se encarga de que afloren solo las opciones más
convenientes. Así nuestro cerebro racional no se ve ofuscado con
demasiadas alternativas, con un número excesivo de opciones que no puede
manejar.
Sin embargo, este mecanismo no solo se
encarga de que el cerebro racional funcione mejor y no se bloquee sino
que también nos protege. En nuestro cerebro emocional están grabadas con
fuego las experiencias negativas. Por eso, ese cerebro se encarga de
descartar todas aquellas opciones que podrían causarnos daño o
reactivar, de alguna manera, ese dolor.
Sin embargo, ¿es realmente eficaz este mecanismo?
La Inteligencia Intuitiva sería como un
mecanismo de decantación de alternativas, donde nuestras experiencias
emocionales anteriores son esenciales. En los años ’80 y ’90, se
realizaron estudios con enfermeras, médicos y empresarios que tenían
muchos años de experiencia y se pudo apreciar que su primera intuición
casi nunca fallaba.
Por supuesto, la Inteligencia Intuitiva
no es, ni mucho menos, una herramienta infalible. Aún así, puede ser una
estrategia particularmente útil cuando debemos tomar decisiones en las
que la información es particularmente caótica o no tenemos forma de
valorar con objetividad los pros y los contras de las diferentes
opciones.
¿Cómo aplicar la inteligencia intuitiva a la vida cotidiana?
En todo caso, siempre es conveniente
aprender a escuchar las emociones. En un mundo donde hemos priorizado la
razón e intentamos que la mente funcione como un algoritmo matemático, a
veces es conveniente dejar hablar nuestros deseos más recónditos.
Para lograrlo, puedes poner en práctica estos principios:
1. Piensa de manera holística,
analiza la situación en 360 grados y no te cierres a ninguna
posibilidad, por disparatada que pueda parecerte en un primer momento.
Más adelante, cuando llegue el momento de decidir, ya tendrás tiempo
para eliminar alternativas pero antes, es importante que mantengas la
mente abierta.
2. Aprende a leer entre líneas,
lo cual significa que no solo debes pensar en términos de conveniencia
sino que también debes escuchar a tu cuerpo, a las sensaciones que
despierta la perspectiva de determinadas decisiones. Si nunca lo has
hecho, al principio te resultará difícil pero cuando te acostumbres,
notarás los pequeños cambios en tu cuerpo que generan algunas
decisiones. Hazles caso porque el resultado vale la pena.
Fuentes: Gladwell, M. (2005) Inteligencia Intuitiva. Barcelona: Editorial Taurus.
Fuente: Rincón de la Psicología
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