La Energía Básica que somos

                                            Todo es energía y, por lo tanto, nosotr@s también lo somos. Esa energía, que es una y la misma para tod@s y para todo, se manifiesta de distintas maneras, en diferentes grados, formas y colores. En función de esa distinta manifestación de la energía, todo cuanto existe, los seres humanos incluidos, está compuesto por una determinada combinación energética básica. Como consecuencia, si estamos formad@s por esa base energética, también somos una expresión concreta y específica de la Energía Universal de la que todo nace y se crea continuamente.
                                                                   Los seres humanos percibimos, interpretamos, sentimos y entendemos el mundo en función de nuestro tipo básico de energía. Luego, actuamos en él con esa energía como punto de partida, buscando todo aquello que conecte con nuestros puntos de vista, actitudes y creencias porque, en el preciso instante en que nos centramos y concentramos en algo para observarlo, de una u otra manera ya estamos influyendo en ello, más aún, ya lo estamos creando, por eso, quienes piensan que la realidad está firmemente determinada, eso es lo que más encuentran a su alrededor, mientras que quienes piensan, creen, sienten y actúan como si todo se pudiera modificar, utilizando su libre albedrío, su intención y su voluntad para llevar a cabo esas modificaciones, encuentran más variabilidad, incluso dentro de aquello que, puesto que se ha manifestado de una determinada manera, ya no se puede eliminar aunque sí, una vez surgido, tendrá muchas formas de poderse afrontar y solucionar.
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                                                                   La Astrología Clásica, una de las ciencias arquetípicas para estudiar, entender e interpretar la realidad del planeta Tierra y cómo influyen en ella las energías de todo el sistema solar en que se encuentra, nos enseña que la energía, dispuesta en cuatro elementos básicos: fuego, aire, agua y tierra, se manifiesta de tres maneras diferentes en cada uno de esos elementos: cardinal, fija y mutable. De modo que, quienes en la base energética de su carta astral de nacimiento tienen una predominancia de energía cardinal, lo que más harán durante su vida aquí será comenzar cosas: estudios, trabajos, relaciones, proyectos… Quienes tengan un predominio de energía fija en su base energética, se dedicarán, sobre todo, a establecer, precisar, determinar, asentar, completar, fijar y consolidar cuanto emprendan. Por último, todas aquellas personas en las que predomine la cualidad energética mutable en su base energética, no sólo serán más proclives a establecer cambios y alterar de alguna manera lo establecido por la energía fija, tanto en sí mism@s como en su entorno, sino que también harán posible la culminación de todo aquello que dejó de cumplir su función evolutiva, dando así paso a unas nuevas condiciones que la energía cardinal, comenzando un nuevo ciclo, se encargará de impulsar, dinamizar y empezar aquello que, posteriormente, la energía fija volverá a consolidar y la mutable a poner fin, a la vez que lo transforma y metamorfosea en lo necesario. El ciclo se repite una y otra vez, sin principio ni final, y tanto en lo que respecta al género humano como en lo que se refiere a todo lo demás.
                                                                   La Astrología con la que trabajamos en este planeta está referida, como no podría ser de otro modo, al sistema solar al que pertenece la Tierra y también a la Galaxia Vía Láctea, dentro de la que dicho sistema se encuentra. De modo que, el cielo que está sobre nosotros y energéticamente influye en todos los asuntos terrestres, es el que necesitamos en este plano de la realidad para hacer todo cuanto aquí hemos de hacer: individual, colectiva y planetariamente. El sistema solar y la galaxia en los que viaja la Tierra forman parte de un todo mayor, de un todo infinito, así que, en cuanto dejamos los confines terrestres, de este sistema solar y de esta galaxia, entramos de lleno en el Cosmos Infinito, en el vacío sin tiempo ni espacio y, una vez estamos y permanecemos ahí, nos encontramos con el campo cuántico de l@s dios@s creador@s, de l@s Elohim, siendo entonces capaces de crear nuestro propio sistema solar, nuestra propia galaxia y haciendo uso de toda esa capacidad que como dios@s creador@s tenemos y somos, de todos nuestras posibilidades y, desde luego, de nuestro libre albedrío, convertimos la energía en materia, usando también nuestra voluntad, fuerza y creatividad, y concentrando en esa energía todas las posibilidades que, a su debido tiempo, emergerán y se materializarán. Y lo harán cada vez que, como observador@s, nos enfoquemos específica y especialmente en una de esas posibilidades que, entonces, gracias a nuestra observación, se presentará ahí para ratificar nuestra capacidad creadora y generadora.
                                                                   Ese cielo que vemos ahora sobre nuestra cabeza (y que hemos estado viendo, con ligerísimas variaciones, a lo largo de todos los siglos de nuestra historia humana), es sólo una pieza del rompecabezas, es sólo una porción del pastel, importantísima sin duda para entender y realizar nuestra vida aquí, en el plano terrestre, pero no es, ni mucho menos, el pastel entero, ese que está interpretado y estudiado a partir de otras muchas astrologías, de otras muchas explicaciones del cosmos, cada una de ellas referida a y relacionada con la galaxia, sistema solar y planetas a los que afecte, influya y transmita sus energías y cualidades. En un lugar del que en este momento no me acuerdo, leí una vez que l@s Elohim, es decir, nosotr@s mism@s en un estado de vibración energética muy elevado y próximo a la Fuente Origen de Todo, haciendo uso de nuestras facultades y plenamente conectados con la Mente Arquetípica, creamos la Astrología (y también el Tarot, la Alquimia, la Cábala, los mitos y demás arquetipos y símbolos que tanto nos ayudan a conocernos, entendernos y manejarnos en el mundo terrestre) para ayudar a los seres humanos del planeta Tierra, es decir, nosotr@s mism@s en un estado de vibración energética más bajo y vestid@s con los ropajes de la densidad, entendieran (entendiéramos) tanto el origen como el funcionamiento del Cosmos, de los universos, de las galaxias, de los sistemas solares, de los planetas…, que es lo mismo que decir el funcionamiento de la Vida, porque, al fin y al cabo, la Vida es Lo Único Que Siempre Es, la llamemos como la llamemos y le demos la interpretación que le demos.
                                                                   Tod@s sabemos cómo la Vida Es, porque tod@s somos dios@s, tod@s somos elohims, sólo que, cuando bajamos (porque esto es lo que realmente hacemos, nunca nos hemos caído ni nadie nos ha tirado aquí) a la densidad de la materia, para experimentar y vivir lo que sólo en este plano de la existencia puede vivirse, el simple hecho de ponernos el traje material, nuestro cuerpo físico, lleva implícito que mantengamos dormido lo que realmente somos porque, de no ser así, la permanencia aquí se nos haría cuando menos bastante difícil de llevar y, en muchas ocasiones, insoportable. Ahora, en el momento en que nos encontramos, habiéndonos quitado ya de encima capas y capas de lastre, y conservando aún nuestro cuerpo material y terrestre,  estamos despertando cada vez más nuestra conciencia y asumiendo la realidad divina y cósmica que somos, estamos dando un salto cuántico que nos permite darnos cuenta de la estrecha relación que hay en todo cuanto nos ocurre, de la estrecha relación que, nos guste o no, tenemos con el planeta en el que habitamos y con todas sus evoluciones, tanto de la superficie como del interior de la Tierra y también de la dimensión sutil que nos acompaña y colabora con nosotr@s en el mantenimiento del planeta. Una relación que también se da con todos los planetas y estrellas del sistema solar en el que está la Tierra, así como con toda la galaxia Vía Láctea, a su vez relacionada con otras galaxias, sistemas solares y universos.
                                                                   Hermes Trismegisto, anteriormente encarnado como Thot y posteriormente como el dios Mercurio del pabellón romano y de la Alquimia, nos dejó la Tabla Esmeralda, en la que están escritos los Siete Principios o Leyes de Equilibrio Universal. Uno de esos principios dice: “Como (es) arriba, así (es) abajo. Como (es) abajo, así (es) arriba”, resumiendo perfectamente el papel que cumple la Astrología que utilizamos en la Tierra respecto a lo que ocurre aquí, siendo esto último un reflejo del cielo que vemos sobre nuestra cabeza y que manifiesta su influencia en todos los asuntos humanos y terrenos, no para determinarnos y dejarnos sin posibilidades de cambio o acción, sino para ayudarnos a conectar con la inteligencia y la conciencia planetarias de cada uno de esos cuerpos celestes, que también están dentro de nosotr@s y que somos, con el fin de que desarrollemos sus cualidades y creemos las herramientas necesarias para que los astros, en todo momento, actúen y confabulen a nuestro favor, en vez de hacerlo en nuestra contra. De hecho, nunca actúan en contra de nuestros intereses. Eso es lo que nos parece cuando nos empeñamos en conseguir, con la razón y la mente, lo que queremos, sin pararnos a valorar y discernir, con el corazón y el alma, si verdaderamente es lo que nuestro ser necesita o ha de llevar a cabo y conseguir en función de su base energética y de las tareas y cometidos que ha elegido realizar antes de encarnarse de nuevo aquí, en la dimensión más densa y material de todas. Así que, si queremos aprovechar y sacarle un óptimo partido a la vida en este planeta, comencemos por conocer nuestra base energética y, con ello, no sólo estaremos mejor equipad@s para afrontar todo aquello que hayamos decidido afrontar, también conoceremos mucho más profundamente a quienes nos rodean y a la Vida en general, porque todo está hecho de la misma esencia y esa esencia es todo lo que hay.

María Sánchez-Villacañas de Toro
Alcántara Psicología y Espiritualidad
Escuela para la Evolución del Alma
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