David Topí : El único modo de vivir
Dice
un amigo que existir no es lo mismo que vivir. Dice que existir es
atravesar la vida a duras penas sorteando todo tipo de situaciones y
problemas, reaccionando ante ellos e intentando hacer las cosas sin
tener muy claro porque las hacemos, dejándonos llevar por la marea de
las corrientes que el entorno nos marca. Vivir, por el
contrario, es dejarse llevar por la corriente de la vida creadora que
nace del interior de uno mismo, imbuido en la mágica energía de todo lo
que existe, y que conecta todo con todo, y sabiendo que el único
instante que cuenta es el instante presente, desde donde, además, es el
único instante que representa a la misma eternidad. Esta
descripción del vivir suena a palabras bonitas cuando se reciben desde
la cabeza, y a verdad rotunda cuando se sienten desde el interior del
ser que somos. Párate un momento a ver cual de las dos opciones fue la
primera en resonar.
Es posible que
muchos de vosotros hayáis oído hablar de la antigua sabiduría tolteca
que Don Miguel Ruiz plasmó en sus famosos “Cuatro Acuerdos”, cuatro
reglas para la vida que marcan la diferencia entre existir y vivir,
entre pensar y analizar la vida, o sentir y fluir con ella. La mente
piensa y analiza, el ser interior que somos siente y fluye.
Dice
el primer acuerdo que no te puedes tomar nada de forma personal. Nada
te pueden decir o hacer como para que te lo puedas tomar como si de algo
personal contra ti se tratara y tuvieras que enfadarte o reaccionar por
ello. Nada es lo suficientemente importante en esta vida como para
permitir que te pueda sacar de tu centro, de tu felicidad y de tu
bienestar, y esto solo sucede cuando consideramos que algo que nos
digan, o nos hagan, tiene poder para ello, es decir, nos lo tomamos como
algo personal contra uno mismo. Cuando no le das poder a nada externo a
ti para que modifique tu estado de paz y armonía interna, nada ni nadie
tiene control sobre nosotros, y por lo tanto, automáticamente, su
efecto se diluye en tu realidad (no tiene porque hacerlo en la realidad
de los demás). Tu accionar, que no reaccionar, luego, sobre la
situación en la que te encuentres, nace de tu poder para tomar la mejor
decisión respecto al evento o persona con la que tengas que lidiar,
siempre y cuando mantengas la convicción de que no debemos tomarnos nada
personalmente. Además, en la mayoría de los casos, las
personas manifiestan hacia fuera lo que llevan dentro, y por tanto, no
están accionando contra ti, sino reaccionando y proyectando alguna
faceta de su mundo interior que, posiblemente, a ti ni te viene ni te
va. El mismo reaccionar de esa persona que te tomas como algo personal,
habría sido proyectado de igual forma sobre otra que nada tenga que ver
contigo, quizás pensando esa otra persona que también era algo personal
contra ella cuando no era más que lo que, quien lo manifestaba,
reflejaba de su realidad interior.
Dice
el segundo acuerdo que nada se puede suponer. Porque si supones puedes
llegar a conclusiones erróneas. Nadie tiene nunca todos los datos de
cualquier situación, evento o experiencia de forma que puedas
comprenderla, entenderla o gestionarla como si tuya se tratara. Nunca
supongas nada, pues te estarías inventando, intentando rellenar los
datos que te faltan, con aquellos que tu posees en tu interior. El “creo
que dijo esto…” o el “creo que quiere decir lo otro”… no tiene
base real. Y dos personas oyendo lo mismo supondrán dos cosas
totalmente diferentes, posiblemente siendo ninguna de ellas correcta
respecto al origen de lo que generó la suposición. Tu mundo es diferente
al mundo de la persona que dijo esto o lo otro, y no tienes ni idea de
que componentes a nivel de arquetipos, programas y patrones mentales
tiene esa persona que la llevan a actuar o decir lo que hace o dice. De
forma que, a no ser que puedas estar en la mente de esa otra persona, y
sentir exactamente lo que quería hacer o decir, nunca puedes suponer
nada, pues las suposiciones siempre serán equivocadas. En el mundo de
los toltecas no se adivinan las cosas, sino que se preguntan y aclaran
sin suponer nunca nada. El ego – personalidad artificial supone, el ser o
yo interior se cerciona antes de accionar.
Dice el tercer acuerdo que nunca se debe intentar hacer las cosas lo mejor posible. Alguien que existe INTENTA
hacer las cosas lo mejor posible, alguien que vive, nunca intenta nada,
sino que LO HACE lo mejor posible. Intentar es para aquellos que
necesitamos una excusa para huir de nuestra responsabilidad ante los
hechos, personas o situaciones, pues si simplemente lo intentas y no
sale, puedes salvar la cara, pero eso no te hace estar vivo, eso solo te
hace existir un rato más, pues para vivir, hay que dar lo mejor de uno
mismo en cada momento y hacer las cosas lo mejor que podamos. Nunca te
equivocas si, lo que haces, lo haces siempre con toda la carne en el
asador, sin medias tintas, y sin intentar nada. Uno de aquellos guías
con los que hablamos de vez en cuando nos dejó una frase marcada a fuego
en la memoria, tras una de las tantas sesiones que ya hemos compartido
con el: “uno tiene que hacer lo que tiene que hacer, y las cosas se hacen y punto, no se intentan, se hacen y punto”. Fue una “sacudida” cuando también yo eludía, de alguna forma, mi propia responsabilidad.
No se como suena esto cuando lo lees, pero si que se como suena y como nos caló a los compañeros cuando nos lo dijo. Cuando haces las cosas lo mejor que puedes, das el 100% de ti mismo, y no importa ese 100% a que se refiere,
si es mucho o es poco, si es más o menos que el 100% de otra persona,
pues eso da igual, porque tu eres tu y solo puedes ser tu, así que si
das el 100% de lo que eres en cada momento, estás dando todo tu ser,
potencial y energía a algo o alguien. Nada más se le pide a nadie en
este mundo para avanzar por el camino de cada uno, y de cara al bien
común de todos los demás.
Y dice el
cuarto acuerdo que hay que ser impecable con las palabras y los hechos.
Las palabras tienen poder, manipulan, hieren, reconfortan, crean
ilusiones, expectativas, traen esperanza, generan dolor. Quien domina el
arte de la palabra domina el arte de influenciar sobre los demás, y el
arte de llevar la felicidad o causar tristeza. Las palabras son
creadoras, pues es energía consciente con una intención detrás que sale
de la persona que las pronuncia, y las palabras pueden ser dardos
envenenados o ungüentos para el alma. Los antiguos toltecas,
representados quizás, para muchos de nosotros, por el Don Juan de
Castaneda, basaban el arte de la impecabilidad en no decir o hacer nada
que no tuviera un objetivo concreto y basado en lo que justo tocaba
hacer o decir en ese momento. No se puede desperdiciar energía
tontamente en las cosas, y por eso uno tiene que ser impecable, pues
solo el uso correcto de la energía del ser humano, produce el surplus de
la misma necesario para el crecimiento espiritual, ya que
ninguna función interna puede activarse sin la energía necesaria, y esa
energía es interna a cada uno de nosotros, proveniente de la famosa
triada de Gurdjieff de Carbono-Oxigeno-Nitrógeno (lo que comemos, lo que
respiramos, lo que obtenemos energéticamente del entorno). La
activación de los chakras superiores por encima del séptimo, de las
funciones internas psíquicas y espirituales, del desarrollo de la
conciencia y la potenciación del espíritu para el control de la mente
predadora, dependen de que exista energía sobrante en el interior de
cada uno y que no haya sido malgastada existiendo, reaccionando, o
actuando de forma que perdamos fuerzas tontamente. Solo la impecabilidad
de actos, pensamientos o palabras generan ese excedente energético, que
luego, automáticamente, es dirigido hacia donde corresponde para el uso
del resto de mecanismos inherentes al ser humano que no se activan
porque no hay nada que pueda mantenerlos funcionando.
Recordad
que el mundo está hecho para que nunca tengamos energía suficiente para
nosotros mismos, y que la energía que consumimos tenga una calidad
pésima (comida de baja calidad, aire contaminado, impresiones y entornos
energéticos negativos), de forma que el consejo de ahorrar energía es
aun más importante cuando piensas que, por mucho que te esfuerces, en el
mundo occidental, todos sobrevivimos energéticamente, ya que no
llegamos a absorber más que la dosis diaria de combustible que
necesitamos para existir otro día más. Si no ahorras algo de lo que
obtienes, no se puede dar el paso a vivir y desarrollarse.
Se
impecable, no supongas nada, no te tomes nada de forma personal y hazlo
siempre lo mejor que puedas. Cuatro consejos para un único modo de
vivir.
Por David Topí
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