Tres tipos de conciencia
FUENTE http://hermandadblanca.org
Lección dada por el Maestro Beinsá Dunó el 7 de abril de 1926 a la Clase Oculta Juvenil, en Sofía.
“¡Fiel, verdadero, puro y benévolo siempre seas!”
Reflexión.
Se leyó el tema: “¿Por qué el hombre tiene que estudiar?”
La siguiente vez escribid sobre el tema: “Que nos amemos, y ¿por qué tenemos que amarnos?”.
Pregunto: ¿Por qué tiene que girar
la rueda? (- Para llevar el coche). La rotación de la rueda no
sobreentiende siempre llevar el coche. Cuando el afilador, que tiene
forma de rueda, gira, ¿qué camino recorre? El afilador, visiblemente no
recorre ningún camino. Entonces, frecuentemente nosotros hablamos solo
palabras que no tienen contenido. Así y cuando decimos que debemos
conocer a Dios, de acercarnos a Él, de encontrar el camino que nos
conduce a Él, y esto son solo palabras. Cada uno que habla que debe
encontrar el camino, él no lo ha encontrado; cada uno que dice “conoce a
Dios”, él no Le ha conocido; cada uno que dice que se debe adquirir
luz, él no la ha adquirido; cada uno que piensa que tiene conocimiento,
en realidad él no tiene conocimiento. Si nosotros hemos adquirido el
conocimiento verdadero, debemos tener una paz interna. ¿Cuál es la
predestinación del conocimiento?
Os haré una pregunta más: ¿por qué
el padre impulsa a su hijo a estudiar? Si queréis responder a esta
pregunta primero supondréis alguna causa física; después de esto
encontraréis la causa espiritual, y finalmente y la Divina. Cuando sean
encontradas estas tres causas, por las cuales el padre envía a su hijo a
estudiar, llegaréis a una serie de explicaciones más.
Digo: las ruedas giran, los caballos caminan, ¿y el hombre qué hace? – El hombre conduce los caballos, y ellos jalan el carro.
Pregunto entonces: ¿el carro ha ganado algo? – No ha ganado nada; al
contrario, este ha perdido algo de sí. ¿Los caballos han ganado algo? –
No ganaron nada. Ellos incluso perdieron parte de su fuerza. ¿El hombre
ha ganado algo? – En todo el trabajo solo él ha ganado algo. En el
hombre hay dos cosas: una que siempre pierde y otra que siempre gana.
Esto lo que gana es lo Divino. Esta es una ley para transformación de
las energías. La vida en el mundo Divino deviene solo después de que se
transformen las energías. Las energías Divinas deben transformarse para
adaptarse al alma humana, para que ella pueda vivir en el mundo físico
una vez que el alma ha descendido a la Tierra, ella ya no puede guardar
su fuerza primordial, ni tampoco su pureza Divina, si no ocurre
transformación de las energías Divinas. Tomad, por ejemplo, el
pez; cuando el pez sale del agua, éste inmediatamente muere. Si sale el
hombre del aire, y él no puede vivir. Si entra el hombre en un medio
ambiente en el cual los ángeles viven, y ahí no puede vivir. Esto lo que
ocupa a las mentes de los ángeles, no puede ocupar y la mente del
hombre.
Alguien dice: muchas cosas se nos
descubren. Yo pues veo que esto lo que se nos revela en la Tierra es
casi nada en comparación con esto que se nos debe revelar. Decís: “un
gran espacio se descubrió delante de nuestros ojos y nosotros subimos a
alguna parte alta”. Pregunto: ¿A qué altura llegasteis y qué visteis
ahí? – Hemos visto a un ángel. – ¿Os habéis familiarizado con él y qué
habéis hablado? No hemos hablado nada. Digo: hay una conciencia que nos
habla, y cualquier cosa que nos hable, nosotros siempre quedamos
descontentos de ella. Además de esta conciencia hay y otra que habla
poco, por 1-2 palabras solo, pero estas palabras siempre introducen en
el hombre una paz interna. Y finalmente, en las almas más
avanzadas hay y una tercera conciencia la cual cuando habla al hombre,
él siente una expansión interna dentro de sí y libertad. Tal
hombre es libre de la opresión de las necesidades y las limitaciones
materiales. Cuando el hombre no está listo para esta conciencia, si
logra de alguna manera elevarse a ella, él se duerme. Esta posición es
insoportable para el hombre ordinario, en el desarrollo de su sistema
nervioso. Cuando los santos hablan de este estado, ellos dicen: “En
tribulación he llegado”. Pedro, Juan y muchos otros han llegado a
tribulación. Así que, si queréis y vosotros probar este estado Divino,
llegaréis a tribulación. Hoy en día, cuando alguien llegue a
tribulación, dicen de él que se ha enloquecido.
El discípulo oculto nunca debe
mirar de esta manera la cuestión. Él no debe hacer conclusiones
anticipadas en su mente, porque cada conclusión anticipada le causará
cierto daño. Cada imagen torcida que el hombre introduce en su mente
causa grandes prejuicios. El que piensa, siente y actúa correctamente,
él mismo se aprovecha de estas buenas condiciones. Una regla general
para todos es que nosotros somos expresión de Dios, o sea, Él tiene el
deseo de manifestarse a través de nosotros. Si es así, cada uno que no
se somete a este deseo Divino, el Espíritu en él se bifurca, en lo cual
la conciencia superior queda en el Cielo, y la inferior baja a la
Tierra, con lo cual se crea el infierno en la vida. Entonces Dios en el
hombre empieza a vivir bien en el Cielo, o sea en el paraíso, bien en la
Tierra – en el infierno. Cuando el hombre cae en el paraíso, él se
alegra, puesto que conoce a Dios; si entra en el infierno, él se
tortura, puesto que no conoce a Dios. En el primer caso la vida de Dios
se armoniza con el espíritu del hombre, y en el segundo caso – no se
armoniza.
Y así, vosotros debéis
saber que no sois amos de sí mismos. La primera posición es que Dios
debe vivir en vosotros; la segunda posición es que vosotros debéis vivir
en Dios. Si Dios vive en vosotros, y vosotros viviréis en
Dios. Si Dios no vive en vosotros, y vosotros no podéis vivir en Dios.
De esto, de que algunos humanos quieren vivir en Dios y otros no
quieren, se ha creado el paraíso y el infierno. De aquí, puesto que
muchos de los pensamientos y los deseos humanos no quieren vivir como
vosotros, en consecuencia de esto y en vosotros se ha creado paraíso e
infierno. Por un lado vosotros sois buenos, y por otro – malos.
Vosotros, como no comprendéis esta ley, decís: “Un hombre muy malo me he
vuelto”. Vuestra malicia se debe a aquellos deseos ajenos que pasan por
vosotros y no os conocen. Deseos que os conocen son felices; deseos que
no os conocen son infelices. Por lo tanto, cuando vosotros os sentís
felices o infelices, esto se debe a los unos o a los otros deseos que
pasan por vosotros. Esta ley es inevitable.
Digo: primero Dios debe vivir en el hombre, y luego el hombre en Dios.
Si el hombre da acceso a Dios para manifestarse y vivir en él, la ley
Divina se impondrá sobre la humana, y la vida del hombre se realizará
plenamente. Cuando nuestra vida en la Tierra se realiza llegaremos a la
vida superior que incluye la vida de todos los seres. Una ciencia magna
es necesaria a la gente para estudiar la vida – la inferior y la
superior, o sea, la humana y la Divina. Y cuando el hombre se estudia y
observa, él no puede decir que no sabe estas cosas, y aún menos puede
justificarse. El hombre no puede saber todo. Esto lo que en un caso dado
sabe, es suficiente para actuar correctamente. La fuerza del hombre no
reside en el mucho conocimiento, sino en la aplicación de esto lo que
sabe. El conocimiento del hombre no reside en esto lo que él ha
estudiado durante el transcurso del año, sino en esto que él sabe y
aplica para cada momento dado. Durante todo el año el hombre puede
trasladar miles de kilogramos de trigo de un almacén en otro. Aquí el
gasta su fuerza consecutivamente, durante todo un año. Sin embargo, su
fuerza real depende de esto, cuantos kilos él puede levantar en un
momento dado. El hombre puede confiar exactamente a esta fuerza dentro
de él.
La fuerza del hombre reside y en esto lo que él ahora, aún en el momento presente recibe, comprende y aplica. Cuando
se habla pues, de la fuerza del hombre para el futuro, se sobreentiende
que él puede trabajar los buenos dones que se esconden en él.
El conocimiento, por ejemplo, puede trabajarse y aumentar. Si la vida
Divina aumenta, y la humana aumentará. Entre estas dos vidas en el
hombre hay cierta proporción, cierta correlación: tanto que la vida
Divina crece, tanto crece y la humana; tanto que la vida Divina
disminuye, tanto y la humana disminuye. Así que vuestro primer trabajo
es que veáis si crece en vosotros la vida Divina. Si la vida Divina en
vosotros crece, entonces el crecimiento de la humana aparece como una
consecuencia natural absoluta de la primera vida. Si no crece la vida
Divina en vosotros, vosotros sabréis que y vuestra vida – vuestros
bienes, ideales, no crecerán, no se lograrán. Fuera de Dios felicidad no
hay – ni en el Cielo, ni en la Tierra. El hombre puede lograr su
felicidad solo en la vida Divina.
Por lo tanto, vosotros debéis
tener una imagen clara acerca de estos dos principios – lo Divino y lo
humano – y trabajar con ellos hasta lograr resultados internos. En este
aspecto vosotros podéis ayudarse unos a otros. Si no os ayudáis,
mutuamente os iréis tropezando. Si el hombre se tropieza a sí mismo, él
tropieza y a los demás. Y al revés: si tropieza a los demás, él se
tropieza y a sí mismo. El hombre puede tropezar solo a sus más cercanos,
sus hijos, pero a los lejanos él nunca puede tropezarlos. Por ejemplo,
si la madre y el padre son dotados, ellos transmiten sus dones a sus
hijos. Esto no indica que los niños mismos no tienen dones
puestos dentro de ellos, sino que aparte de los suyos ellos adquieren
ciertos dones y de sus padres. La madre transmite algún don
suyo a su hija, pero y la hija, por su lado, transmite algo a su madre.
Entre la madre y la hija, como y entre el padre y el hijo, siempre debe
ocurrir un intercambio correcto. En otra vida ocurrirá lo contrario: la
hija, que llegará a ser madre, transmitirá algo de sí a su hija. El hijo
pues, que en este caso llegará a ser padre, transmitirá algo de sí a su
hijo. El que nada transmite, él nada puede adquirir.
Alguien dice: “una vez liberarme
de las cadenas de la vida terrenal e ir al Cielo, una segunda vez no
pensaré en regresar a la Tierra”. Pregunto: ¿por qué queréis liberaros
de la vida terrenal? El Señor quiere que viváis en la Tierra y vosotros
huís de ella. El Señor trabaja en la Tierra y tú quieres, como un ángel,
ir al Cielo y ahí vivir en gracia. ¡Esto es imposible! Si Dios trabaja
en la Tierra sobre las almas de la gente, y tú trabajarás. Si te vas al
Cielo, y ahí trabajarás. Entonces y si estás en la Tierra, y si te vas
al Cielo, siempre trabajarás. La Escritura dice: “Nosotros somos
co-trabajadores de Dios en la gran obra”. Entonces, esta idea no debe ser solo una reflexión teórica, filosófica, sino que tenga por lo menos una aplicación microscópica. Esto
no puede lograrse de golpe, pero el hombre debe aplicar cada día un
poco, hasta que en algún caso favorable él sienta la Presencia del
Inicio Divino dentro de sí. Lo Divino es necesario para toda la gente.
Cada uno procura hacia esta vida.
Muchos, que no comprenden la ley
Divina, dicen: “Nosotros trabajaremos para Dios, seremos co-trabajadores
Suyos, pero esperamos condiciones favorables para esto”. Las
condiciones favorables no son otra cosa salvo la vida Divina en
nosotros. Lo Divino en el hombre se manifiesta y sin condiciones
favorables. Aunque el hombre no quiera, Éste de nuevo se manifestará.
Por mucho que patee el hombre, Dios de todas maneras se manifestará y a
través de él. ¿Habéis observado que hacen con los caballos tenaces?
Algún caballo tenaz patea, salta, se jala, no quiere que le ayunten a
trabajar. Sin embargo, su amo toma el azote, le pega y a fuerza le lleva
al campo arado para moverse ahí hasta cansarse un poco, y entonces le
utiliza para trabajo. En este aspecto el cuerpo humano representa un tal
caballo a quien se le debe enviar alguna enfermedad – taquicardia,
dolor de pecho, dolor de cabeza, trastorno en el estómago u otra
enfermedad, para que se amanse él y se vaya a trabajar.
Y así, la tarea básica del hombre
es dar paso a lo Divino dentro de sí y trabajarlo. Muchos de los
cristianos contemporáneos han dado paso a lo Divino dentro de sí en
consecuencia de lo cual viven bien. Prácticamente ellos han solucionado
esta cuestión. Cuando se os habla así, no considero que ni uno de
vosotros vive de manera Divina y no cumple la voluntad de Dios, pero
digo que os hace falta algo más que esto de lo que hoy en día habéis
alcanzado. Si pensáis que esto lo que habéis alcanzado hoy os es
suficiente, vosotros os detendréis. Si os detenéis en una superficie
inclinada, sobre la que os encontráis ahora, vosotros rodaréis hacia
abajo. Toda la gente necesita de crecimiento, de desarrollo, de
expansión del alma y elevación del espíritu. El hombre no debe
decir que esto lo que tiene es suficiente. Si alguien piensa que esto lo
que hoy tiene, sea riqueza, fuerza o conocimiento, es suficiente, él no
comprende correctamente la cuestión. Él debe volcarse hacia
Dios y decir: “Señor, tú puedes darme lo que quieras, pero o mucho, o
nada. Y luego, después de darme esto lo que quiero y no cumplirlo, que
haya por lo menos por qué pegarme y castigarme”. Cuando vengan los
castigos, tú te dirás: “verdaderamente sufro ahora, pero hay por qué.
Dios me dio dones, talentos, buenas condiciones, pero yo no las merecí,
nada trabajé y apliqué en mi vida”. Y así es en realidad: si es cuestión
de adquirir riqueza, por lo menos grande que sea; si es cuestión de
conocimiento, por lo menos un conocimiento verdadero, positivo, que
tenga; si es de fuerza, por lo menos que mi fuerza sea grande. Si es de
pobreza, por lo menos grande que sea, de manera que la recuerde y
comprenda una vez por todas. El sentido de la vida no reside en la
adquisición de cosas muy grandes, sino en la medida determinada de las
cosas. El sentido de la vida no reside y en la adquisición de riquezas
grandes y esto es imposible. ¿Por qué? – porque el dominio de riquezas
grandes depende de la ciencia. Cuanto más científico es un hombre, tanto
más rico es él. Pregunto: ¿por qué ayuntan al caballo a un carro? –
Para llevarnos. Sobre la base de esta ley y nosotros debemos servir
voluntaria y razonablemente.
Ahora os daré un ejercicio, pero debéis
saber que con cada movimiento vosotros os conectáis con las corrientes
de la Naturaleza. Cuando estiráis vuestros brazos y sostenéis vuestra
mente concentrada, vosotros ya tenéis contacto con estas corrientes. Y
entonces, en cada caso dado vosotros podéis tener conexión o con la
electricidad de la Tierra, o con la electricidad del Sol. En cada
estiramiento del brazo vosotros podéis tener más un contacto o con el
magnetismo terrenal, o con el solar. El magnetismo pues en general está
relacionado con el prana, o sea, con la energía vital de la Naturaleza.
Así que con estirar los brazos y las piernas, y con concentrar la mente
el hombre aprovecha de las energías vitales de la Naturaleza, y él se
vuelve sano y fuerte. En un sostenimiento flojo de los brazos las
fuerzas naturales no pueden utilizarse.
Ejercicio: Los brazos levantados
hacia arriba, bien estirados y con las puntas de los dedos tocándose.
Concentrad vuestra mente y mentalmente dirigid las energías solares para
que pasen por vuestros brazos y fluir por todo vuestro organismo. En
esta posición de vuestros brazos, pronunciad la fórmula: “Yo estoy en armonía con la Naturaleza viviente. ¡Que la bendición Divina fluya a través de mí!”.
Bajando los brazos hacia abajo.
Una cosa debe saberse: cada
movimiento que el hombre hace, debe ser exactamente determinado y
contener en sí un cierto sentido. Sin embargo, muchos humanos hacen
movimientos sin sentido, los cuales más les molestan que les ayudan.
Cada movimiento tiene sentido solo cuando está de acuerdo con las leyes
de la Naturaleza, las cuales representan su lenguaje. El hombre puede
coger su oreja y decir que este movimiento suyo significa algo
razonable. Sin embargo, esta explicación no es fidedigna para la
Naturaleza misma. Si cogeremos vuestra oreja por arriba o por abajo,
esto tiene sentido, pero los resultados son diferentes. En general, hay
movimientos razonables, hay e irrazonables. Los movimientos razonables
representan una ciencia hacia la cual alguna vez los humanos regresarán.
Si regresan hoy, cuando todavía no comprenden sus leyes, ellos caerán
en grandes engaños y supersticiones.
Alguien dice, por ejemplo: “me tiembla el ojo izquierdo, me va a ocurrir algo malo”.
Otro dice: “me tiembla el ojo derecho, me va a ocurrir algo bueno”.
Estas explicaciones no son suficientes. Cuando el ojo izquierdo del
hombre tiembla, éste quiere decirle: “tú tienes que ennoblecer tu
corazón. Si no lo ennobleces, en él crecerán solo hierbas y espina”.
Cuando el ojo derecho del hombre tiembla, este quiere decirle: “tu mente necesita de mas luz; si no adquieres esta luz, tu pensamiento se va a tergiversar”.
En vuestra sub-conciencia vosotros lleváis la ciencia de los
movimientos, pero externamente todavía no la habéis expresado. En los
movimientos hay razonabilidad, estos no son mecánicos como muchos los
perciben. Decís que cuando tiembla el ojo izquierdo ocurrirá algo malo. Y
así ocurre. Cuando tiembla el ojo derecho, ocurrirá algo bueno. Así
ocurre. Cuando os pica la mano derecha decís que daréis dinero, cuando
os pica la mano izquierda decís que recibiréis dinero. Y así ocurre.
Entonces, hay razonabilidad en las manifestaciones de la Naturaleza
viviente.
Yo traduzco: cuando os pica la
mano derecha, esto indica que a vosotros vendrá algún hombre bueno a
quien debéis hacer un favor, a través del cual expresaréis el Amor de
Dios. Cuando os pica la mano izquierda esto muestra que algún hombre
bueno vendrá a vosotros para ayudaros en algo y vosotros tendréis que
agradecerle, porque Dios le ha enviado a vosotros. Cuando os pica la
mano derecha, vosotros decís: “¿De dónde se encontró a este hombre ahora
para pedirme dinero?” Cuando os pica la mano izquierda y esperáis
recibir dinero, sobre la misma base debéis decir: “¿De dónde se encontró
a este hombre ahora para darme dinero?” Digo: tanto como el tomar es
bonito, tanto y el dar es bonito. La escritura dice: “es mejor dar que tomar”.
Tal es la experiencia de los siglos pasados. En el dar consciente el
hombre ejerce su voluntad razonable. Sin embargo, la gente contemporánea
ha volteado este versículo y dicen: “Es mejor tomar que dar”.
Estas son una serie de reglas que
debéis guardar si queréis lograr perfección. El hombre debe elaborar de
sí un modelo del cual y los demás humanos aprovecharán. Muchos
hablan del reino de Dios pero no trabajan para su venida. Cualquier cosa
que habléis, tenéis que justificarla. De otra manera pareceréis a aquel
turco que constantemente hablaba de sus hazañas en Bagdad. Él
decía: “cuando estaba en Bagdad, saltaba unos hoyos anchos de 10-15
metros”. Como le escuchaban a hablar así, le decían: “Y aquí hay tales
hoyos profundos y anchos. Salta uno de estos, que te veamos como saltas.
– No, solo en Bagdad puedo saltar tales hoyos, en ninguna otra parte”. Y
vosotros frecuentemente decís: “cuando venga el reino de Dios a la
Tierra, saltaremos el hoyo”. ¡No aplacéis el trabajo para el día de
mañana!”. Hoy saltad el hoyo y no mañana. Si oís la voz de Dios, aún hoy
cumplid Su voluntad. ¡No dudéis, no os encruelezcáis, no aplacéis para
mañana!
Algunos dicen: “No ha llegado
todavía el tiempo para la venida del Reino de Dios en la Tierra”. En el
año 1905, en Inglaterra se formó una sociedad religiosa cristiana, sobre
las tareas de las cuales escribieron en algunos periódicos ocultos. Fue
escrito sobre una experiencia de una de las miembros de esta sociedad.
Ella largo tiempo oraba a Cristo para que se le diera algún don con el
cual fuera útil a sus prójimos. Una noche Cristo se le apareció y le
dijo: “Irás a tal calle, a tal número, a una hermana tuya, la cual
nombró por su nombre, y le dirás que ella es determinada para realizar
el trabajo por el cual tú oras desde unos cuantos años hasta ahora”.
Esta cristiana, miembro de la dicha sociedad, cuando oyó las palabras de
Cristo, se entristeció un poco pero temprano por la mañana se fue a su
hermana según la dirección indicada. Y transmitió el trabajo que Cristo
le había conferido. Sin embargo, la hermana inmediatamente respondió:
“Este trabajo todavía no es para mí. Yo no puedo realizarlo. – Bien, si
tú no puedes realizarlo, yo me ocuparé con su cumplimiento”.
Por lo tanto, cada uno de vosotros
puede ser llamado a un trabajo determinado que él debe realizar. Si
realiza este trabajo, con esto él cumple la voluntad de Dios, por lo
cual recibirá una bendición correspondiente. Si se niega del trabajo
conferido, algún otro lo realizará, pero y la bendición recibirá. Nosotros
siempre debemos cumplir la voluntad de Dios y escucharle. Como os
observo, en todos veo buenos deseos, aspiración hacia el cumplimiento de
la voluntad de Dios. Si tenéis esta aspiración, cualesquiera
pruebas, tantas caídas y levantamientos que vivís, ¡caminad adelante!
Frecuentemente las cosas no ocurren como nosotros deseamos, no van por
el camino determinado por nosotros. Por ejemplo, algún alumno ha
estudiado su lección toda la noche, la ha aprendido de memoria, y piensa
que por la mañana cuando le examine el maestro, recibirá un 6 (el 6 es el valor más alto en las escuelas de Bulgaria – n.d.t.).
Sin embargo, cuando le levanta el maestro él se turba y responde apenas
como para 3. Un alumno ha leído su lección solo una vez y en la mañana
cuando le levanta su maestro a la lección recibe un 6. ¿Por qué ocurren
estas cosas? Nosotros tenemos la misma posición cuando algún hombre
pobre ora tres veces al día y recibe alimento solo para la comida. Otro
pues ora solo una vez al día y recibe mucho dinero y vive ricamente. El
primero ha recibido apenas un 3 y el segundo ha recibido un 6. ¿Por qué
los trabajos del primero no se arreglan y del segundo se arreglan? Y el
salmista se asombra de estos hechos en la vida y dice: “Aquel que conoce poco a Dios vive mejor que yo”. Cuando
el salmista entra en el santuario donde su vida se desarrolla bien, él
ya comprende las primeras contradicciones y dice: “les ha puesto el
Señor en un terreno resbaloso”. Así que, cuando el discípulo ha leído su
lección solo una vez y su maestro le ha escrito un 6, con esto él le ha
puesto a un terreno resbaloso.
Digo: todos tenéis
posibilidad de superar las pequeñas dificultades y obstáculos que se os
ponen en el camino. Estos obstáculos son necesarios para que veáis cómo
Dios actúa en el mundo. Cuando entréis en el mundo, el buen
maestro os escribirá primero 1; el segundo mes os escribirá 2; el tercer
mes – 3; el cuarto mes –4; el quinto –5; el sexto –6. Cuando sumáis
consecutivamente todos estos números recibiréis el número 21. Cuando
dividís 21 a 6 recibiréis 3½. Con tal nota vosotros pasáis en una clase
superior. Esto se refiere solo para los primeros 6 meses, los segundos 6
meses la situación mejorará. Después de un año la situación mejorará
más todavía. Cuanto más tiempo pasa, y la situación se vuelve cada vez
mejor. Cuando el alumno empiece la escuela con 1, con esto el maestro
quiere voltear su atención al 1, como la medida más importante en la
vida cuyas propiedades él sin falta debe aprender. Después de esto el 2
vendrá, y el alumno empezará a llorar. El 2 es una cosa bonita porque
ella indica que solo con 2 bueyes se puede arar. Si es cuestión de
caballos, el hombre puede ayuntar solo un caballo en su carro, y de esta
manera vivir. De aquí veis que el 1 no es una medida peligrosa. Cuando
el maestro escribe 1 a algún alumno, y este se desanima y dice que de él
nada va a salir, él no comprende la ley del 1. Digo a este alumno:
¡ayunta al 1, o sea, tu caballo en el carro y mira tu trabajo! ¿Si
tienes dos caballos flacos, qué harás con ellos? Suéltalos a pastar y,
después de nutrirse y fortalecerse, ayúntalos a trabajar para que
sobrevivan junto contigo.
Y así, los números expresan
fuerzas en la Naturaleza. Si el hombre puede ayuntar el 1, el 2 y los
demás números a trabajar, él podrá aprovecharse de ellos. Los números
además son y símbolos que contienen ciertos impulsos dentro de sí. La
Naturaleza viviente da estos símbolos y a jóvenes y a viejos para que se
sirvan con ellos en la solución de las cuestiones vitales elementales.
En general, la Naturaleza empieza con la medida más simple, con la más
elemental. Si llegáis a la vida espiritual, y hasta el hombre más
científico empieza con las medidas más elementales. Algún profesor puede
haber terminado 4 facultades, pero de hacer ropas, de costura, por
ejemplo, él nada comprende. Lo que el maestro diga, esto será fidedigno
para el profesor. El rey rige todo un pueblo, pero cuando se enferma,
solo no puede ayudarse. Él inmediatamente llama a un médico y lo que el
médico diga, esto el rey hace. El médico dice: “Yacerá constantemente en
la cama, tomará cada hora por una cucharada de medicamento”. Y el rey
cumple. Cuando el rey se levanta de su cama, él de nuevo es amo.
Frecuentemente en nuestra vida nosotros nos enfrentamos a casos excepcionales que debemos solucionar correctamente.
Por eso de todos se requiere un buen razonamiento. Estos casos
excepcionales se deben a esto de que Dios o la Naturaleza viviente nos
someten a cierta disciplina, a la cual incondicionalmente debemos
rendirnos. Esta posición dura corto tiempo. Cuando nos rendimos
a esta disciplina y la aceptamos sin protestas, y la libertad se nos
devuelve. Esto es una ciencia la cual nos mostrará una manera de cómo
vivir correctamente en esta compleja vida Divina. En la Tierra viven
seres de diferentes evoluciones, con diferentes aspiraciones, y nosotros
debemos armonizarnos con estos seres. ¿Por qué? – Porque nosotros
estamos relacionados con todos estos seres, como manifestaciones de
Dios. A veces los humanos que no comprenden el camino Divino, entran en
confrontación con la voluntad de Dios y de esta manera solos se
tropiezan.
Y así, antes de todo os diréis: “Dios debe vivir en mí. Luego yo debo vivir en Dios. Si Dios vive, si yo vivo, y mis prójimos vivirán”.
Si concientizáis esto, no hay fuerza en el mundo que os pueda
obstaculizar. Esto es porque vosotros andáis por una ley a la cual nada
puede obstaculizar. Si volteáis esta ley y decís: primero mis prójimos
viven, luego yo vivo, y finalmente el Señor vive, la ley ya no tiene
ninguna fuerza. El discípulo razonable debe aplicar esta ley en su
primer sentido. En esto reside la voluntad de Dios. Si cumplís esta ley,
y la bendición de Dios vendrá sobre vosotros. Si viene lo Divino en el
hombre, él ya no piensa en cosas minúsculas. El piensa solo en lo Divino
que se desarrolla en belleza y magnificencia. Después de esto en lo
Divino surge y la vida del hombre individual, como un oasis entre el
desierto sin agua. Si comprende y su vida, finalmente el hombre ve y los
comportamientos que tiene hacia sus prójimos.
“¡Fiel, verdadero, puro y benévolo siempre seas!”
Comentarios
Publicar un comentario