EDUCACIÓN NEGATIVA, TRAUMAS Y FRUSTRACIONES A TEMPRANA EDAD


Foto: EDUCACIÓN NEGATIVA, TRAUMAS Y FRUSTRACIONES A TEMPRANA EDAD 

La educación negativa definitivamente influye como causa de la angustia. Hay situaciones de angustia que empiezan a desarrollarse durante la infancia, la niñez, la adolescencia o la juventud. Nacer y crecer en una familia que experimenta ansiedad y en la que a menudo se vive angustiado causará que los niños se desarrollen con ciertas deficiencias en cuanto a su educación. Una educación negativa, donde el padre o la madre ha estado consciente o inconscientemente inyectando ansiedad a sus hijos, los condiciona a sufrir diferentes grados de angustia, que no se resuelven hasta que se descubren las causas y se somete a la persona, ya adulta, a una terapia profunda.

La educación en el hogar es clave para el bienestar mental de una persona. Los niños no tienen formado aún su juicio crítico; son como esponjitas que todo lo asimilan. Un niño no puede analizar que su madre sea una mujer nerviosa y angustiada. El niño solamente puede deducir que lo que la madre o el padre sufren y temen debe ser verdad porque esos son sus padres. Entonces, el niño aprende a tener miedo de las mismas cosas que sus padres temen. Es terrible que los padres inyecten ansiedades a sus niños y los programen a estar siempre sobresaltados y angustiados.

Además, al no existir ningún tipo de control sobre la idoneidad mental y psicológica de los maestros en las escuelas, el niño no solamente está expuesto a los devaneos de alguien que puede no reunir las condiciones mínimas de salubridad mental para “educar”, es decir, puede tratarse de una persona que padece trastornos bipolares, esquizoides o paranoicos, etc. y que al final, lejos de promover al niño, le puede llevar hacia una auténtica catástrofe en el futuro inmediato y que, unido a la tónica imperante de competición, los acosos psicológicos, morales y, a veces físicos, etc. pueden destrozarle de plano.

Angel Luis Fernández.

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La educación negativa definitivamente influye como causa de la angustia. Hay situaciones de angustia que empiezan a desarrollarse durante la infancia, la niñez, la adolescencia o la juventud. Nacer y crecer en una familia que experimenta ansiedad y en la que a menudo se vive angustiado causará que los niños se desarrollen con ciertas deficiencias en cuanto a su educación. Una educación negativa, donde el padre o la madre ha estado consciente o inconscientemente inyectando ansiedad a sus hijos, los condiciona a sufrir diferentes grados de angustia, que no se resuelven hasta que se descubren las causas y se somete a la persona, ya adulta, a una terapia profunda.

La educación en el hogar es clave para el bienestar mental de una persona. Los niños no tienen formado aún su juicio crítico; son como esponjitas que todo lo asimilan. Un niño no puede analizar que su madre sea una mujer nerviosa y angustiada. El niño solamente puede deducir que lo que la madre o el padre sufren y temen debe ser verdad porque esos son sus padres. Entonces, el niño aprende a tener miedo de las mismas cosas que sus padres temen. Es terrible que los padres inyecten ansiedades a sus niños y los programen a estar siempre sobresaltados y angustiados.

Además, al no existir ningún tipo de control sobre la idoneidad mental y psicológica de los maestros en las escuelas, el niño no solamente está expuesto a los devaneos de alguien que puede no reunir las condiciones mínimas de salubridad mental para “educar”, es decir, puede tratarse de una persona que padece trastornos bipolares, esquizoides o paranoicos, etc. y que al final, lejos de promover al niño, le puede llevar hacia una auténtica catástrofe en el futuro inmediato y que, unido a la tónica imperante de competición, los acosos psicológicos, morales y, a veces físicos, etc. pueden destrozarle de plano.

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