La vía iniciática de los sueños
La vía iniciática de los sueños: Un viaje por el apasionante mundo de la Onirodinámica
El mundo de los sueños, es un mundo que
ha sufrido un profundo desprestigio en occidente. Con el paso de los
años se le ha ido degradando hasta considerarlo como el mero basurero
del inconsciente, o simplemente como un subproducto de la imaginación,
destinado a quienes se pasan el día mirando a las musarañas o a los
ilusos que no son capaces de mantener los pies en la tierra. Para
muchos, un sueño no es más que aquello que anhelan conseguir, siendo
parte de su mundo de fantasías, generalmente, inspirado más por faltas
afectivas de la infancia que por el recuerdo real de quienes son y que
han venido a hacer a este mundo.
Alrededor de un tercio de nuestras vidas
lo pasamos durmiendo y sería estúpido pensar que semejante inversión
carezca de un valor significativo, aún más siendo conscientes de que en
el universo nada es gratis, todo tiene un sentido y una función más
profunda de la que solemos imaginar. Véase un claro ejemplo: la
respiración, algo tan simple que lo pasamos por alto, siendo esta la
llave definitiva para la salud, la atención y el fácil acceso a nuevos
niveles de conciencia.
Inclusive aquello que es generalizado
sobre el mundo de los sueños en el amplio mercado de la espiritualidad,
suele estar sujeto a aspectos puramente fenomenológicos que, sin
restarle su valor intrínseco (que lo tiene), nos suele dejar en una
fastidiosa orilla, en la que lo más relevante que ocurre es el
ensanchamiento del ego espiritual de aquellos que logran tener alguna
que otra experiencia…
Si queremos averiguar qué valor tienen
realmente los sueños, primero deberíamos asentar las bases para entender
a que llamamos soñar. Si observamos con detenimiento lo que nos dicen
las antiguas tradiciones espirituales del mundo véanse: El Vedanta
advaita, el Yoga, el Chamanismo Tolteca, el Tantra, el Tao y el
Cristianismo en su origen, todas nos hablan de un principio
manifiesto/activo y de un principio no manifiesto/receptivo tales como:
Tonal/Nagual – Ying/Yang – Shiva/ Shakti – Jesús/María… la lista no
tiene fin.
Incluso la física quántica hoy nos habla
del Universo como un espacio vacío sin límites del cual surge lo
manifiesto de forma milagrosa. De modo que tenemos un principio “vacío”
que contiene al mundo y al mundo en sí. Un sueño es un espacio en el que
ocurren cosas, es un mundo que durante la experiencia lo vivimos como
real, siendo sólo al despertar cuando lo tachamos de irreal y tendemos a
olvidarlo rápidamente según avanza el día. Cuando dormimos existe una
fase en la cual no hay sueño ni manifestación alguna, de modo que los
sueños emergen de la conciencia y se vuelven a sumergir en ella varias
veces durante de la noche; a estas fases, en las que los sueños
aparecen, se las conoce también como fases “Rem”.
Tanto el personaje que somos dentro del
sueño, como el sueño en sí: lugares, objetos, personas, relaciones y
eventos, emergen de manera espontánea de nuestra conciencia. De modo que
podríamos decir que somos el sueño en sí, en su totalidad. Soñar, por
tanto, significa la capacidad de crear de la nada un mundo a percibir, en el que podemos tener experiencias. “Hágase la luz”
significa desplegar la consciencia en el infinito mar de la conciencia.
El infinito mar de la conciencia es el océano quántico, es la vacuidad
preñada de la creatividad sin límites del Universo, también conocido
como Dios.
Existen diferentes niveles de lucidez
tanto en los sueños como en la vigilia. La lucidez se caracteriza por la
capacidad de darnos cuenta. Darnos cuenta es ser conscientes, y la
manera más efectiva de ser conscientes es la de darnos cuenta de nuestra
propia inconsciencia. La razón por la que solemos ser inconscientes en
nuestros sueños es por la cantidad ingente de memoria que tenemos
almacenada acerca de nosotros mismos. Desde la infancia almacenamos
dicha memoria o información para así tener una descripción del mundo que
se asemeje a la de nuestros semejantes. Así, literalmente aprendemos a
soñar el mundo de la humanidad y de nosotros mismos cada día, a esto se
lo denomina como: “la historia personal”
La historia personal es la información
que tenemos almacenada en nuestros cuerpos. El ego no es más que el
personaje resultante de esta información, basada sobre todo en
conclusiones emocionales y en creencias heredadas de nuestros padres, la
cultura y el tiempo que nos toque vivir. El ego, por tanto, no es más
que un reflejo parlante y en apariencia real nacido de nuestra película
interior. Este proceso nos priva de ser lúcidos o conscientes, al estar
totalmente enganchados a la programación del canal de uno mismo, lo que
conlleva a la repetición compulsiva del mismo contenido haciéndonos
creer que esa es la única realidad posible. De este modo, cada vez que
nos vamos a dormir nos vemos inundados por tamaña cantidad de contenido,
que nos priva de cualquier posibilidad de ser conscientes durante el
sueño. Este proceso se ve repetido también durante el día, ya que
generalmente vivimos hipnotizados por el guion de nuestra película
interior, sin apenas darnos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor.
La meditación y la actualización de la
memoria se vuelven fundamentales para liberarnos de semejante atadura.
Actualizar la memoria es un proceso natural del cuerpo que, si bien se
puede realizar por medio de prácticas como el Hatha Yoga, o la
recapitulación Tolteca entre otras, sucede de manea natural en el
momento de morir, la ya tan conocida experiencia de ver pasar la vida
como si de una película se tratase. Este proceso de liberación de la
memoria inconsciente o corporal, nos concede la posibilidad de no
identificarnos con nosotros, con nuestra historia personal, con nuestro
ego, quedando al descubierto la esencia misma de la conciencia que no es
otra que Dios o el principio creador en estado puro, sin manifestación,
ni interpretación alguna.
De camino a tal liberación, nos
encontraremos con episodios de desdoblamiento, sueños lúcidos,
encuentros con otras formas de conciencia, extraterrestres, viajes a
otros mundos, sanación a través de los sueños, inspiración artística
desde el mundo onírico, ampliación de la capacidad de percibir en la
vigilia, mayor riqueza en el aprendizaje de la vida y así un largo y
extenso etcétera.
La parte iniciática aparece cuando nos
hacemos conscientes de que somos el sueño en sí y nos fundimos en el
potencial del cual emergen todos los sueños. Podemos vivenciar el sueño
sin sueños de manera consciente, darnos cuenta de que también estamos
creando el mundo que nos rodea durante el día y que además de ser un
humano en el planeta tierra, somos un gigante que sueña. Y ese sueño
eres tú, soy yo, ese gigante es Dios.
Sergio Villoldo
onirodinamica@gmail.com
Telf. 652 32 89 19
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