MerKaBa: su significado profundo
En varias ocasiones se ha hecho mención en el Blog al llamado Mer-Ka-Ba,
expresión sobre la que existen diversas transcripciones y
enunciaciones, tales como Merkabah, Merkava, y Merkavah, aunque
generalmente se pronuncia poniendo el énfasis en la segunda de sus
sílabas (Mer-Ká-Ba) o con un acento igual en cada una de las tres que lo
conforman. Y son muchos los lectores que han solicitado una explicación
sobre su signficado profundo. Las líneas que siguen se dirigen a ello,
retomado las claves de su origen primigenio, que se remonta al Egipto de
antes de las primeras dinastías.
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Mer
El
Ser Uno (Todo, Dios, Alá,…) es Consciencia Perfecta. Su Estado Natural
es Concentración Absoluta (el “big” al que se refiere la astrofísica),
que conlleva indisolublemente Quietud y Movimiento. Y el Movimiento se
plasma en la Emanación innata de su Esencia o Espíritu, vibración pura e infinita, cuya expansión (“bang) genera la Creación.
En este marco, Mer es la Esencia o Espíritu emanado y expandido, que “llena” la totalidad de la Creación:
como el aire o el gas llenan un globo, aunque la expansión divina sigue
pautas de geometría fractal, por lo que, siguiendo el ejemplo,
estaríamos ante un globo no redondo, sino con forma de mancha de agua o
de coral. En la protohistoria de la Humanidad,
Mer fue contemplado como un tipo específico de luz o energía de
vibración infinita, denominándosele también Amor. Este conocimiento fue
recuperado durante la 18ª dinastía egipcia, en la época de Akenaton,
quien cambió la adoración de muchos dioses por un solo Dios, Creador de
toda la Vida.
El Ser Uno es increado, siempre ha existido y existirá. En cambio, Mer es creado por la Emanación
(Movimiento) del Ser Uno en un momento presente en lo que lo eterno se
desenvuelve. Por lo demás, Mer participa de la misma calidad y
frecuencia vibracional que el Creador, por lo que goza de todas sus
capacidades y potestades, incluso la de Crear. Por esto, Mer es, a la
vez, Creación y Creador. Y por esto la Creación
es también Creadora (lo que explica lo que Dios dijo a Moisés en el
Monte Sinaí: “Yo Soy el que Soy” y “Yo Soy lo que Resultaré Ser”).
En la tradición cristiana, Mer, el Espíritu emanado y expandido, es el “Hijo”, mientras que la Emanación en sí constituye el Principio Único de cuanto existe o “Padre”.
Ba
Por su parte, Ba es el Verbo, esto es, la vibración que va indisolublemente asociada a la emanación de la Esencia
o Espíritu, como, analógicamente, el pensamiento humano lleva asociado
pequeñas vibraciones, aunque en el caso del Verbo la magnitud de las
vibraciones es colosal.
A diferencia del Espíritu, la gradación vibracional del Verbo es finita, por lo que en el seno de la Creación
(en el interior del globo que el Espíritu “llena” en su totalidad) se
condensa de innumerables maneras, adquiriendo menor frecuencia
vibratoria (más densidad material) cuanto mayor sea tal condensación.
En la Tercera Dimensión
(espacio-tiempo finito, dualidad,…) en la que experimenta la existencia
el ser humano, Ba es lo que denomina materia, incluido su cuerpo
físico. Pero hay otras muchas dimensiones en las que la condensación del
Verbo es menor. En ellas también existe algún tipo de “materialidad”,
aunque menos densa y con mayor rango vibratorio (siempre finito) que en
la tridimensión, por lo que puede ser imperceptible para los sentidos
físicos humanos, que sólo se percatan de la “materialidad” en una
determinada franja vibracional (como el oído solo percibe el sonido
dentro de un intervalo vibratorio específico).
Ka
Por tanto, en el seno de la Creación,
el Verbo se condensa en innumerables dimensiones vibracionales y
modalidades manifestadas (vibración siempre finita) de existencia: a más
condensación, menor frecuencia vibratoria y mayor densidad material. Y,
como se ha expresado coloquialmente, el Espíritu (vibración infinita)
llena toda la Creación. Es por esto que la Inmanencia
de Dios. Es decir, que en cualquier manifestación condensada del Verbo
está subyacente el Espíritu: sea cuál se el grado de condensación del
Verbo y la modalidad de existencia que derive, el Espíritu está
subyacente en ella. No puede ser de otro modo, pues el Espíritu “llena” la Creación.
Y
aunque el Espíritu es Uno, se hace inmanente de manera específica en
cada manifestación o modo condensado de existencia (como el aire es uno,
pero, al inspirar, penetra en los pulmones de cada persona en
concreto). A esta presencia especifica del Espíritu en cada
manifestación condensada del Verbo es lo que diferentes corrientes
espirituales han llamado Espíritu Santo.
Es
por esto que en cada modalidad de existencia “material” (por ejemplo,
el ser humano) se produce una convivencia entre dos frecuencias
vibratorias bien distintas: la infinita del Espíritu (Espíritu Santo) y
la finita del verbo condesando (corporeidad física de la persona). Y
cuando dos frecuencias vibracionales distintas “conviven”, surge de
manera innata y automática una tercera gama vibracional cuya frecuencia
oscilará entre la alta y la baja. Se trata de lo que la ciencia denomina
“efecto heterodinaje”. ¿Qué surge de la convivencia vibracional entre
el Espíritu Santo y una manifestación condensada del Verbo (verbigracia,
el cuerpo humano)?: el alma o alma-personalidad, en expresión de
diferentes tradiciones espirituales. Y es el alma lo que representa Ka.
Como
la semilla de la célebre parábola del sembrador, el alma está llamada a
dar fruto y crecer, esto es, a ir acercando su gradación vibratoria a
la del Espíritu. Pero al regir en la Creación
el libre albedrío, estará en función de cada ser humano (del grado de
consciencia con el que se identifique) que esto sea así o que, por el
contrario, la vibración del alma se mantenga en bajas frecuencias, más
próximas a las que son propias de la materialidad.
Las
almas que han ganado potencia vibratoria y consciencial hasta
aproximarse a la gradación pura e infinita del Espíritu son calificadas
como “almas-Espiritu”; en cambio, las que se mantienen en niveles de
baja consciencia y reducida frecuencia vibracional, cercana a la
densidad de la corporeidad o materia, reciben el nombre de
“almas-egóicas”. Entre ambas modalidades, existen una enorme variedad de
gamas vibratorias por las que transitan las “almas-personalidad” en
función de las vivencias conscienciales que experiementan en su cadena
de encarnaciones por muy diversas dimensiones existenciales.
Mer-Ka-Ba: Espíritu, alma y cuerpo
Por
tanto, Mer es el Espíritu, Ka es el alma y Ba es el Verbo. Y Mer-Ka-ba,
en su conjunto, la representación global, completa y cosmogónica de la Creación.
Igualmente,
a escala humana, Mer-Ka-Ba sintetiza la unidad trina del ser humano
como Espíritu (Espíritu Santo), alma y cuerpo (Verbo condesando con una
determinada densidad y gradación vibratoria)
Por
ello, el Mer-ka-ba describe a cada persona como un vórtice o centro de
energía que, siendo uno, aglutina armoniosamente tres modalidades
energéticas, vibracionales y electromagnéticas: Espíritu, vibración
infinita; corporeidad material, vibración finita y densa; y alma, cuya
gradación oscilará entre la del Espíritu y la materialidad corporal.
Vórtice vibracional y electromagnético: campo contra rotatorio de energía
Desde
esta perspectiva, cada ser humano cuenta con su Mer-Ka-Ba, su auténtica
identidad como vórtice vibracional y electromagnético en el que la
energía fluye cual campo contra rotatorio, ya que la vibración del
Espíritu y la del alma se movilizan en sentido contrario (como si en un
reloj, una aguja se moviera en el sentido ordinario, de 0 a 12, y otra
en el sentido inverso, de 12 a 0). Y en el centro de tal campo contra
rotario de energía se sitúa el cuerpo físico, con su baja gradación
vibratoria.
Sabiendo
lo anterior, el ser humano puede concebir el Mer-Ka-Ba como una especie
de vehículo en cuyo interior se encuentra, utilizándolo para acceder y
experimentar otros planos de realidad o potenciales de vida. Esto por
esto que distintas escuelas espirituales se refieren al Mer-Ka-Ba como
campo de energía cristalino compuesto de geometrías sagradas
específicas, que alinean a la mente, al cuerpo y al corazón. Este campo
de energía creado desde la geometría sagrada, se extiende alrededor del
cuerpo hacia una distancia de 20 metros y giran a su alrededor a una
velocidad cercana a la de la luz.
Desgraciadamente,
la falta de consciencia y escala calidad vibratoria de muchas personas,
limita grandemente esta velocidad, llegando, incluso, a parar a casi
por completo su movimiento. A la par, los seres humanos más conscientes,
puede voluntariamente incrementar la velocidad utilizando la
meditación. Para ello, basta con concentrarse mentalmente en el
Mer-Ka-ba que lo rodea (según la figura geométrica que se usa
normalmente para representarlo) y utilizar la respiración profunda y
rítmica como medio para impulsar el movimiento de las corrientes contra
rotatorias de energía Un Mer-Ka-Ba completamente activado se visualiza
energéticamente como la estructura de una galaxia.
De
esta forma, el Mer-Ka-Ba permite experimentar la conciencia expandida,
conecta con potenciales elevados de consciencia, y restaura el acceso y
la memoria hacia las posibilidades infinitas de nuestro ser, integrando
fluidamente los aspectos femeninos (intuitivos, receptivos) y los
masculinos (activos, dinámicos) de la mente y del alma-personalidadFUENTE http://emiliocarrillobenito.blogspot.com.es
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