Los Sueños Espirituales
“El Espíritu Santo... puede, si se lo permites, utilizar
los sueños que tienes mientras duermes para ayudarte...”
(18:02:02) Un curso de Milagros
Hay
una tradición antigua y universal acerca de la naturaleza de los sueños
que ha perdido credibilidad en los tiempos modernos. Esta visión
sostiene que algunos sueños tienen un origen divino, que son un portal a
los mundos espirituales, y que pueden transmitir mensajes y visiones
internas, incluso de carácter profético.
En el
Antiguo Testamento hay un versículo que pone en boca de Dios estas
recomendaciones: “Escuchad mis palabras: Si hay un profeta entre
vosotros, Yo el Señor, me daré a conocer a él en una visión. Le hablaré
en un sueño.”
Entre los
huicholes o wirrarikas de México y muchos otros pueblos indígenas de
América, aún se cree que a través de un sueño, un dios o un antepasado
puede enviar un mensaje a un marak'ame o chamán en particular o
inclusive a un grupo de personas si lo considera necesario.
Los egipcios pensaban que
los sueños eran causados por los viajes del alma durante el descanso
nocturno. Lo mismo piensan aún hoy millones de personas en la India. Sus
más antiguos textos señalan que debido a estos viajes del alma los
niños pueden soñar con impresiones de sus vidas pasadas y los ancianos
con imágenes de sus próximas encarnaciones.
Los chinos
también creían que el alma podía separarse del cuerpo durante el sueño y
viajar a los mundos espirituales, donde podía comunicarse con los que
ya habían partido, y después regresar al cuerpo con recuerdos de la
visita, por eso es que a los altos oficiales chinos se les instaba a
buscar guía divina en los sueños a fin de tomar decisiones y realizar
juicios con sabiduría.
Los
aborígenes australianos tienen dentro de cada tribu un miembro que hace
las funciones de “evocador de sueños”. Ellos creen que, mediante un
ritual, pueden evocar un sueño cuando necesitan ayuda para comprender
una relación, una cuestión de salud o el propósito de alguna experiencia
determinada. El evocador de sueños, además de guiarles en el ritual,
les ayuda a interpretar los sueños que hayan tenido como resultado.
En la
antigua Europa, también se tenía en alta consideración la evocación de
sueños. El templo griego de Asclepius se erigió en su origen como un
lugar de gran energía sanadora donde una persona enferma podía acudir,
dormir y tener un sueño intrínsecamente curativo. El rito se fue
transformando a lo largo del tiempo y los encargados del templo, o therapeutes, empezaron a hacer de intérpretes de las instrucciones sanadoras ocultas en el simbolismo
del sueño. Fue entonces cuando a los sueños se les atribuyó una fuerza
curativa menor, y pasaron a ser mensajes crípticos que debían ser
interpretados por los terapeutas, los cuales analizaban de un modo
adecuado estos comunicados de los dioses con el propósito de determinar
el curso correcto para salir de la enfermedad.
Una de las
mayores pérdidas de nuestra moderna psicología en su persecución de
fundamentos científicos ha sido descartar estas visiones ancestrales, ya
que los sueños de carácter espiritual prevalecen hoy en día tanto como
en los tiempos antiguos.
Miles de
personas reportan sueños proféticos, visitas de familiares y amigos
muertos y viajes fuera del cuerpo a localidades lejanas en la Tierra o
incluso a dimensiones espirituales. Sin embargo son muchísimas personas
más las que simplemente reportan haber recibido inspiración o
advertencias útiles durante sus sueños.
Es un
hecho comprobado por la ciencia que todos soñamos. Lo que ocurre es que
no siempre recordamos nuestras experiencias oníricas. Sin embargo,
actualmente tenemos a nuestra disposición distintas técnicas que nos
ayudan a recordarlos de una manera cada vez más regular y con mayores
detalles.
Cuando
llevamos aunque sea un poco de tiempo ejercitando nuestra memoria
onírica, enseguida nos damos cuenta de que hay distintos tipos de
sueños. Básicamente hay algunos relacionados con nuestro pasado
emocional y hay otros que nos ofrecen perspectivas del porvenir.
Lo más fantástico de los
sueños es que cuando empezamos a prestar un mínimo de atención a los
mensajes que contienen, eventualmente llega un punto en el que
comenzamos a recibir consejos prácticos para solucionar los problemas
que nos agobian en un momento determinado, para llevar a término alguna
investigación o para apoyarnos en algún proceso creativo. Son consejos
que vienen directamente del Espíritu.
Ya sea que
los consideremos como descargas emotivas del inconsciente, como viajes
del alma fuera del cuerpo o como ambas cosas, los sueños siempre dejan
dentro de nuestra memoria una serie de imágenes o escenas susceptibles
de ser recordadas, estudiadas y, en cierta medida, interpretadas o
comprendidas; de tal manera que podemos aplicar estos conocimientos en
beneficio de nuestra evolución personal y colectiva.
Al igual que existen ejercicios para recordar los sueños, también existen diversas técnicas que nos ayudan a descifrar su simbología,
a re-experimentarlos, a evocarlos y a comprender cabalmente su
significado. Incluso hay técnicas que paulatinamente nos permiten entrar
al estado de sueño sin perder la conciencia y actuar lúcidamente dentro
de estos espacios.
Por todo ello, ahora como antaño, el trabajo con sueños
es una aventura fascinante que nos conduce al autoconocimiento y nos
permite entrar en contacto con nuestro Espíritu y poner en práctica su
inagotable sabiduría.
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