La vida

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La vida nunca puede ser aniquilada, porque dentro de la conciencia de cada ser vivo, de cada célula, de cada molécula y de cada átomo, se encuentra el pensamiento-semilla del Ser Supremo, la Voluntad Primordial, que no tiene otro propósito que el de Ser, por eso, la vida muta, se desarrolla y evoluciona, pero la esencia nunca deja de existir, porque en los universos todo se halla en un eterno estado de manifestación diferenciada.

Observad cómo crece la hierba y se abre paso a través de las grietas de las rocas, traspasando barreras impenetrables para salir en busca de la luz del sol; así es la vida, siempre busca la iluminación, esa es la naturaleza de la conciencia en expansión del Todo sobre el Todo.
Incluso los que eligen continuar en las sombras de la oscuridad de la ignorancia habrán de situarse finalmente más allá de ellas, porque el ir y venir de cada ser consciente a la luz absoluta del Centro del Signo es inherente al ciclo de la Totalidad. No debéis temer por el futuro de la humanidad aunque, lógicamente, tras agredir a la naturaleza, como se ha venido haciendo por eso que llaman la civilización occidental, tendréis que hacer frente en algún momento, cara a cara, a la furia de la esfera, pero también es cierto que podéis determinar en qué medida explotará esa energía a vuestro alrededor y dentro de vosotros, pasando a otros estados de existencia o renaciendo en otros cuerpos planetarios porque, por más difícil que os resulte de creer, ésas son decisiones que habéis tomado mucho antes de que pasaseis por el canal natal de vuestra madre y encarnaseis físicamente como habitantes de Nungimecha en esta efusión.
A nivel espiritual siempre se está en paz con ese resultado probable, a nivel consciente por lo que, comprensiblemente, es posible que algunos pasen mucho miedo y sufrimiento, pero ésa es precisamente una de las razones por la que están aquí muchos seres de luz procedentes de otros estados y dimensiones, para ayudar en el tránsito y para que podáis dar el paso sin dolor ni desesperación, al tiempo que respetan las leyes del no intervencionismo, aun cuando ciertamente no es una tarea simple.

Así pues, la mente masiva está despertando lentamente al hecho de que la esfera ha entrado en una fase de alteración geofísica muy drástica, mientras vosotros permanecéis sentados en el límite del tiempo, contemplando impasibles cómo van sucumbiendo y se van arrancando de raíz todas vuestras creencias, como sucede con los árboles en un huracán; fijaros alrededor, cada día se producen nuevos fenómenos climáticos extremos, y siguen ocurriendo esas, erróneamente denominadas, «calamidades naturales» con creciente y feroz frecuencia en cada punto del globo, provocando que ciertos campos protectores de la esfera como la malla áurica de ozono, se sigan desgarrando poco a poco; pues bien, sin esa protección, Nungimecha no puede sostener la vida sobre su superficie, al menos tal como la conocéis ahora. Observad como incluso las zonas más templadas comienzan a experimentar violentas sacudidas cuando la esfera tiembla.

Muchos pretenden refugiarse en los mensajes de los Mesías, ansiosos por construirse refugios hasta que acabe la tormenta, pero debéis saber que, en caso de catástrofe, sólo existe un puerto seguro, y está situado en el Centro Corazón de vuestro ser, donde todo se halla en permanente equilibrio y donde el miedo no puede prevalecer, por ello, vuestro primer gran objetivo es el de buscar serenidad y estabilizar vuestros cuerpos emocionales porque esa es la única garantía de un tránsito seguro a la siguiente dimensión.
Ciertamente resultan conmovedoras las oleadas de la desesperación humana y la disminución de vuestra fuerza de voluntad, por eso se han desplazado hasta aquí muchos seres hermanos de otros espacios y otros mundos, para mostrar su solidaridad y apoyo y mostraros el camino hacia la Sabiduría, pero siempre dejando claro que solo sois vosotros los artífices y conductores evolutivos de vuestro propio destino.

Cuando contempláis vuestro mundo con desesperación lo hacéis porque existe una gran desarmonía a diversos niveles, y son muchos los que creen que se acerca el final, simplemente porque se ha llegado a lo que parece ser un punto de declinación social y ecológico irreconciliable, pero eso es una conclusión equivocada, porque las humanidades se comportan siguiendo los mismos ciclos de la naturaleza, es decir, se elevan y vuelven a descender como las olas del mar, porque ésa es la esencia de la existencia en el mundo material, y es que todo tiene su despertar, su primavera, esos días en que todo es novedoso; su florecimiento, su verano, en el que operan las energías más dirigidas; su decadencia, su otoño, cuando la vida empieza a ralentizarse y desvanecerse, y su extinción o cambio momentáneo, es decir, su invierno, un tiempo de descanso y preparación y sí en algún momento se entra en ese invierno, los días del desierto de vuestra civilización, en los que el suelo se abre y se agrieta con las primeras heladas, proyectando un paisaje desolado e inexorable a vuestro alrededor, no dudéis que después vendrá el deshielo y aparecerán en el paisaje los primeros capullos de la nueva vida, es decir, lo viejo dará a luz a lo nuevo y resurgirá en todo su esplendor, tal y como desde la semilla se despliega del árbol, para después volver a su condición de semilla, cerrar ese ciclo e iniciar otro para que la vida continúe.

Angel Luis Fernández.

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La vida nunca puede ser aniquilada, porque dentro de la conciencia de cada ser vivo, de cada célula, de cada molécula y de cada átomo, se encuentra el pensamiento-semilla del Ser Supremo, la Voluntad Primordial, que no tiene otro propósito que el de Ser, por eso, la vida muta, se desarrolla y evoluciona, pero la esencia nunca deja de existir, porque en los universos todo se halla en un eterno estado de manifestación diferenciada.

Observad cómo crece la hierba y se abre paso a través de las grietas de las rocas, traspasando barreras impenetrables para salir en busca de la luz del sol; así es la vida, siempre busca la iluminación, esa es la naturaleza de la conciencia en expansión del Todo sobre el Todo.
Incluso los que eligen continuar en las sombras de la oscuridad de la ignorancia habrán de situarse finalmente más allá de ellas, porque el ir y venir de cada ser consciente a la luz absoluta del Centro del Signo es inherente al ciclo de la Totalidad. No debéis temer por el futuro de la humanidad aunque, lógicamente, tras agredir a la naturaleza, como se ha venido haciendo por eso que llaman la civilización occidental, tendréis que hacer frente en algún momento, cara a cara, a la furia de la esfera, pero también es cierto que podéis determinar en qué medida explotará esa energía a vuestro alrededor y dentro de vosotros, pasando a otros estados de existencia o renaciendo en otros cuerpos planetarios porque, por más difícil que os resulte de creer, ésas son decisiones que habéis tomado mucho antes de que pasaseis por el canal natal de vuestra madre y encarnaseis físicamente como habitantes de Nungimecha en esta efusión.
A nivel espiritual siempre se está en paz con ese resultado probable, a nivel consciente por lo que, comprensiblemente, es posible que algunos pasen mucho miedo y sufrimiento, pero ésa es precisamente una de las razones por la que están aquí muchos seres de luz procedentes de otros estados y dimensiones, para ayudar en el tránsito y para que podáis dar el paso sin dolor ni desesperación, al tiempo que respetan las leyes del no intervencionismo, aun cuando ciertamente no es una tarea simple.

Así pues, la mente masiva está despertando lentamente al hecho de que la esfera ha entrado en una fase de alteración geofísica muy drástica, mientras vosotros permanecéis sentados en el límite del tiempo, contemplando impasibles cómo van sucumbiendo y se van arrancando de raíz todas vuestras creencias, como sucede con los árboles en un huracán; fijaros alrededor, cada día se producen nuevos fenómenos climáticos extremos, y siguen ocurriendo esas, erróneamente denominadas, «calamidades naturales» con creciente y feroz frecuencia en cada punto del globo, provocando que ciertos campos protectores de la esfera como la malla áurica de ozono, se sigan desgarrando poco a poco; pues bien, sin esa protección, Nungimecha no puede sostener la vida sobre su superficie, al menos tal como la conocéis ahora. Observad como incluso las zonas más templadas comienzan a experimentar violentas sacudidas cuando la esfera tiembla.

Muchos pretenden refugiarse en los mensajes de los Mesías, ansiosos por construirse refugios hasta que acabe la tormenta, pero debéis saber que, en caso de catástrofe, sólo existe un puerto seguro, y está situado en el Centro Corazón de vuestro ser, donde todo se halla en permanente equilibrio y donde el miedo no puede prevalecer, por ello, vuestro primer gran objetivo es el de buscar serenidad y estabilizar vuestros cuerpos emocionales porque esa es la única garantía de un tránsito seguro a la siguiente dimensión.
Ciertamente resultan conmovedoras las oleadas de la desesperación humana y la disminución de vuestra fuerza de voluntad, por eso se han desplazado hasta aquí muchos seres hermanos de otros espacios y otros mundos, para mostrar su solidaridad y apoyo y mostraros el camino hacia la Sabiduría, pero siempre dejando claro que solo sois vosotros los artífices y conductores evolutivos de vuestro propio destino.

Cuando contempláis vuestro mundo con desesperación lo hacéis porque existe una gran desarmonía a diversos niveles, y son muchos los que creen que se acerca el final, simplemente porque se ha llegado a lo que parece ser un punto de declinación social y ecológico irreconciliable, pero eso es una conclusión equivocada, porque las humanidades se comportan siguiendo los mismos ciclos de la naturaleza, es decir, se elevan y vuelven a descender como las olas del mar, porque ésa es la esencia de la existencia en el mundo material, y es que todo tiene su despertar, su primavera, esos días en que todo es novedoso; su florecimiento, su verano, en el que operan las energías más dirigidas; su decadencia, su otoño, cuando la vida empieza a ralentizarse y desvanecerse, y su extinción o cambio momentáneo, es decir, su invierno, un tiempo de descanso y preparación y sí en algún momento se entra en ese invierno, los días del desierto de vuestra civilización, en los que el suelo se abre y se agrieta con las primeras heladas, proyectando un paisaje desolado e inexorable a vuestro alrededor, no dudéis que después vendrá el deshielo y aparecerán en el paisaje los primeros capullos de la nueva vida, es decir, lo viejo dará a luz a lo nuevo y resurgirá en todo su esplendor, tal y como desde la semilla se despliega del árbol, para después volver a su condición de semilla, cerrar ese ciclo e iniciar otro para que la vida continúe.

Angel Luis Fernández.

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