Del Dios “exterior” al “Dios que es yo”- Emilio Carrillo

 
Vaya por delante que no soy creyente y desde el interior siento y sé que Dios no existe: En lo relativo a “creer”, la primera acepción que señala el Diccionario es “tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado”. La segunda, “dar firme asenso a las verdades reveladas por Dios”. En cuanto a “existir”, la Academia ofrece tres posibles usos: “dicho de una cosa, ser real y verdadera”; “tener vida”; y “haber, estar o hallarse”. Pero el entendimiento humano sí puede “alcanzar” a Dios, ya que Dios es, íntima y primordialmente, cada uno de nosotros. Y Dios no puede “revelarnos” nada, pues no es ajeno o distinto a nosotros mismos y la “revelación” exige una separación entre quien la da y quien la recibe. Por ello, con relación a Dios, de nada valen ni el verbo “creer” ni la expresión “creyente”. Y Dios no es una “cosa”, ni “tiene” vida, ni “está” ni se “halla” en parte alguna, tampoco en el célebre Cielo. Por lo que a Dios tampoco le es de asignación el verbo “existir”, ni cabe, por tanto, afirmar que “Dios existe”.
Es cierto que son muchas las personas que se dicen “creyentes” o “no creyentes” y hablan de “creer” o “no creer” en Dios o se posicionan sobre su “existencia”. Los “creyentes” sí “creen” en esa “existencia”, por lo que suelen profesar un determinado “credo” o religión; los “no creyentes” no “creen” en tal “existencia” y no hacen suya ninguna “fe”. Ambas posturas –“creyente” y “no creyente”- parecen rotundamente opuestas. Sin embargo, las dos participan de idéntica base y tienen un mismo principio y fundamento: la percepción de un Dios “exterior”. Y es perfecto, no pasa nada. Simplemente, en su proceso evolutivo, aún no han tomado consciencia de que así están marcando una división y una frontera entre Dios y ellas. Pero esa escisión y esa barrera son sólo una ficción mental, no son reales.
Lo Real es que entre Dios y yo -cada uno de nosotros- no hay ruptura o segregación posible: Dios es yo soy Dios cuando ceso de ser yo: Para expresar lo que mi Corazón indica sobre Dios, el Amor es lo primero. En la Primera Carta de Juan (1 Juan, 4, 7-8), se indica: “el Amor es Dios y todo aquel que ama conoce a Dios; el que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es Amor”. Y en el Amor y desde mi interior, “veo”, siento y percibo que Dios es No-Ser; y, no siendo, Es: Dios es No-Ser y Ser. Por lo mismo, Dios, siendo Vacío, es Plenitud. Y siendo Nada, es Todo, sin excepción. Y Todo, sin exclusión de nada, es Dios. Ese Todo te incluye a ti, a mí, a todos y a todo. Por tanto, Dios es yo. Y yo… ¿soy Dios?: Dios es yo y yo soy Dios precisamente cuando ceso de ser “yo”, es decir, cuando dejo de identificarme con cualquier tipo de identidad, sea física, álmica o espiritual, sea individual o colectiva.
Esto supone tomar consciencia plena de nuestro “verdadero ser” y “naturaleza esencial” y divinal, dejando atrás el aferramiento a un “yo” material, emocional y mental.
EMILIO CARRILLO

Comentarios

  1. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares