Buscando al “Yo soy” desde la creencia a la visión de fuego
Uno
de los procesos más profundos y reveladores que está llevando a cabo
nuestra conciencia bajo el impulso primordial de la “búsqueda de la
insondable Verdad”, es el encuentro con uno mismo.
La
observación desapegada, el silencioso emerger “sin juicio” ni “deseo”
de unas mentes que están desatando y permitiendo el salto de la
inteligencia a la intuición en la jerarquía humana, nos permite
acercarnos a un estado de “comprensión” de las múltiples vidas y fuerzas
que operan en nuestro ser, y que son “investigadas” con una “novedosa”
percepción que ha substituido a la “creencia”.
Este
estado virginal de una mente latiendo hacia el nacimiento de su propia
comprensión, descubriendo y desarrollando a través de la propia
experiencia las conexiones con un ilimitado y omniabarcante proceso
creador, que con cada paso se entrelaza y afianza más a la “fuente
interna”, está produciendo un desarrollo crucial en nuestra relación con
el todo, y principalmente nos está permitiendo retornar al hogar, o lo
que es lo mismo, superar los niveles densos de nuestra “interpretación
de Dios”.
En un universo de creación
mental, los aforismos inmemoriales como “la energía sigue al
pensamiento” o “como es arriba es abajo”( hacen referencia a a la
permeabilidad de los éteres de la mente) y la creciente investigación de
la ciencia cuántica, ya dibuja pinceladas de una “creación” individual
que acomete y produce respuestas no sólo en el individuo o el entorno,
si no en un infinito cosmos del cuál no sólo recibimos respuestas o
inspiración, si no que poco a poco nos revela la capacidad de nuestra
mente de interactuar en él.
El
hipermagnético portal del “despertar” producido por una infinidad de
“perceptores” universales del plan, nos ha conducido a una masiva
respuesta en la humanidad inspirando y acrecentando la búsqueda de la
propia divinidad, enraizando vigorosamente la “idea” de una fuente
interna, un templo sagrado cobijado en la forma, una descendencia
celestial del hombre, universal, co-creadora, que nos permite abandonar
la creencia antigüa del Padre externo y justiciero, de los dioses
antigüos que movían los hilos del mundo, liberando principalmente el
miedo para permitirnos así acercarnos a la investigación de la Esencia
de lo Innombrable con una novedosa y poderosa perspectiva.
Este
cambio substancial acrecentado e inspirado por muchos de quienes
“investigan” sus propios caminos con sincera y humilde libertad, nos
permite abrir las puertas a un redescubrimiento interno, donde el miedo
inercial e instintivo de la primera humanidad acechada de peligros es
innecesario y así también la “necesidad de un Salvador externo”.
De
este modo nuestra conciencia liberada del peso kármico producido por la
creencia que densamente ha ido velando una y otra vez la realidad
espiritual nos permite “elevarnos” ascender, a nuevos estados de nuestra
“idea de Dios”, y es la reconquistada libertad la que nos conduce poco a
poco a permitir primero, a desarrollar después y a exteriorizar más
tarde la propia soberanía, la sabiduría inherente y natural de nuestra
esencia, la dimensionalidad que intuimos detrás de todos esos estadios
de conciencia donde nos movemos y tenemos nuestro Ser.
Así
poco a poco vamos dejando en el camino patrones, bloqueos, ideas
obsoletas y creencias que han ido tejiendo la “realidad” o maya.
Las
posibilidades crecen y lo potencialmente poderoso que intuimos como
parte de nosotros mismos pasa a ser “percibido” en lugar de “creído”
(apegado, inercial, externo) y es ahí donde la búsqueda comienza a
suponer un estado más puro de nosotros mismos, un estado
multidimensional donde una infinidad de realidades y vidas, de
existencias y experiencias, de fuerzas y energías emergen con sus
potencialidades ilimitadas, pudiendo formar parte de la “incansable
búsqueda”, otorgando y cediendo, su sabiduría como parte indispensable
de la exteriorización o manifestación completa del Hombre-Dios.
Esta
miríada de vida entre las vidas, de moléculas, átomos, células que en
su propio e individual proceso han evolucionado bajo las “leyes” de
nuestra mente-creencia de algo “externo” comienzan a tomar conciencia de
su propia divinidad. Como parte de un todo reluciente, tocadas e
inspiradas por un “perceptor” que no las etiqueta o somete a lugares
inferiores del juicio social, abren las puertas a su tendencia natural,
resurgen brillantes y radiantes a una nueva vida, y comienzan su
reconversión, su preparación para una simbiosis profunda con el
Soberano, con el Ser que se reinterpreta como Espíritu y que con el
profundo Amor del hijo, con la semilla crística comenzando a emerger
tras el largo trabajo de la era pisciana, se redescubre también como
pura y radioactiva Materia, donde la Unión da forma a la Existencia.
El
trabajo meditativo, el silencio donde el todo se contiene, el
entrenamiento de la mente que ha de conseguir superar la inteligencia y
lo concreto para reinterpretar el mundo abstracto e invisible del
“perceptor” produce otro salto cualitativo en la “visión” y la
experiencia del “origen” del vacío primigenio acrecienta la “visión de
fuego”, el salto hasta otras dimensiones de nuestra “idea de Dios”,
donde la certeza substituye a la creencia, la sabiduría al conocimiento,
y la intuición a la inteligencia.
En
esos parámetros exponencialmente liberados un universo de Amor se
desarrolla. Un estado de dimensionalidad de nuestra conciencia donde
ocurren los milagros, donde el hombre asume armónicamente su destino de
creador, donde el “esfuerzo y la lucha” han desaparecido, y la búsqueda,
el sendero de retorno hacia la VERDAD la BELLEZA y el PODER sucede como principal “plan” del estado más elevado del Dios al que nos acercamos…EL SER PURO QUE SOY…EL YO SOY.
“Lo que yo te digo en la oscuridad, háblalo tú en la luz”
Namasté
Anabel.C.Huertas
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