El Puente de la Compasión
La compasión es la capacidad de ver la conexión profunda entre nosotros y los demás.
La verdadera compasión reconoce que todos los límites que percibimos entre nosotros y los demás… son una ilusión.
Que a lo que al otro afecta, me afecta…y
como “todos estamos relacionados”…en palabras que sabiamente nos
legaron los ancestros (Eso significa Mitakuye Oyakasín)…nada es
“cuestión del otro”, la guerra no es cuestión de otros, el hambre no es
cuestión de otros, la alegría y el éxtasis…no son cuestión del otro.
Sin necesidad de entrometernos en sus
karmas…ser conscientes de que los compartimos y nos lo hemos repartido
para experimentar…nos abre a la COMPASIÓN.
La primera vez que comenzamos a
percibir el llamado de la compasión, desde niveles muy profundos…tal
vez sintamos que es muy difícil, especialmente hacia quienes no nos
simpatizan o quienes nos agreden…pero es un hecho comprobado, que si
de todos modos realizamos un acto compasivo, como si
lo sintiéramos ,sin que nos convenza, aún así…se produce un “breck”…una
ruptura de esa cáscara que nos impide abrirnos…y logramos cada día que
se amplíe esa brecha hasta que ese modo de obrar compasivo sea la
única respuesta que brote instantáneamente hacia cualquier ser o
situación.
Y, como con cualquier habilidad, nuestra
compasión más crece en presencia de las dificultades, y la mayor
dificultad comenzará en casa, en el empleo, en los círculos
pequeños…pues allí, nos “tocamos” energéticamente, sí o sí y perdemos
la verdadera identidad, jugando los roles del yo pequeño, el aprendiz…
La práctica de la compasión se vuelve
más difícil cuando nos sentimos incapaces de comprender las acciones de
la persona que nos ofende. Estas son las situaciones que piden que
miremos más profundamente en nosotros mismos, en algunas partes de
nuestra psique que estamos negando, esa que enciende una pequeña
lucecita con un cartelito ” Sitio por Iluminar”.
Generalmente nos
sentimos imposibilitados de comprender y disculpar actitudes que nos
han dejado heridos o que la sociedad cataloga como “imperdonables”…y
comenzamos a liberarnos de esos pesos cuando vislumbramos que TODO ES
PERDONABLE.
Por ejemplo, los actos de violencia que
en el escenario del mundo son cotidianos…la tarea es observarlos como
alguien que en algún tramo de su desarrollo álmico, los
perpetró también los experimentó, aprendió, y ahora siente, aún
afectado, que puede reconocer que cada quien pasa por esos papeles de
víctima y victimario, necesariamente y acordándolo.
Lo mismo en la familia. No hay víctimas,
no hay victimarios…hay acuerdos de aprendizaje que cuando más pronto
los aceptamos, sobreponiéndonos y anclándonos a la compasión cotidiana
hacia cualquier miembro de ese nuestro grupo de aprendizaje, más rápido
nos liberaremos de continuar experimentándolo, y de alguna forma…o
cambia, o se disuelve….con compasión y paciencia.
La simpleza de la vida es, que cuando la
aceptas…cuando eres compasivo y paciente y comprendes, desde el
corazón, aunque no tengas detalles del vínculo, que estás en el lugar
correcto y en el momento adecuado para desarrollar ese potencial que
puja desde el fondo del Alma a la que recubrimos con miles de
armaduras oxidadas de miedo y dolor,…entonces…EL CONFLICTO DEJA DE
EXISTIR…es más…te das cuenta de que nunca fue tal, solo un capítulo más
de la trama montada por tu propio Maestro, para que un manantial
ineludible de compasión brote sin límites, quitándote armaduras,
máscaras, disfraces, separatividad, ideas de superioridad o
inferioridad, auto conmiseración, ira, rencor, soberbia, dependencias…
UFFFF!!!… DEMASIADAS COSAS QUE CARGAR…que rompen los diques como un río incontenible y salen desbordando…pidiendo
COMPASION…COMPASIÓN…COMPASIÓN…
¿No sientes el bramar de ese río dentro?…
La compasión no pone diques…crea puentes
ABRE EL CORAZÓN Y DALE UNA OPORTUNIDAD!!!
Mi corazón crea un puente hacia ustedes, cotidianamente!
Tahíta
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