ÁRBOL CÓSMICO (NUESTROS AMIGOS LOS ÁRBOLES)
Existen
viejos y antiguos espíritus en la naturaleza que contemplan, quizá
asombrados, cómo caminamos por este mundo dirigiendo nuestra mirada tan
sólo al suelo que pisamos. Nuestros amigos espirituales, los árboles,
hunden sus raíces en la tierra, pero sus brazos penetran las alturas,
alimentándose del corazón planetario y sus corrientes, y de los hilos de
luz de las estrellas. Nosotros podemos hacer lo mismo, pero hemos
elegido sostenernos en este mundo solo por los pies, como si solo
estuviéramos hecho de piedras y tierra. Sin embargo, estamos hechos de
aire y viento, de luz y de hojas mecidas por el tiempo.
Nuestros amigos los árboles nos recuerdan todo esto.
O
ellos son árboles humanos o nosotros somos humanos árboles. No sé
exactamente dónde está la diferencia. En el lenguaje propio de la
naturaleza los árboles nos hablan de una peculiar manera. Son aliados
del viento y de la lluvia, amigos de los pájaros, y sostienen el cielo y
la tierra. Viven entre dos mundos, como nosotros. Les gusta vivir en la
compañía de otros, como nosotros.
No
hay mucha diferencia entre los árboles y los humanos. Cuando miramos a
un árbol, y percibimos en él el espíritu del tiempo y la raíz de la
vida, quizá contemplamos un árbol humanizado. En ese momento, cuando el
árbol también nos siente, quizá cree percibir a un humano “arbolizado”. Y
es que, en realidad, somos lo mismo. Energética y espiritualmente
hablando, quizá los árboles sean los seres más parecidos a nosotros, los
más próximos. Ellos también se mueven por este mundo, solo que ayudados
por el viento.
Energéticamente
somos como árboles. También sembrados desde las estrellas, y animados
por el espíritu del viento, la energía discurre por nosotros siguiendo
caminos que conectan el cielo con la tierra, dejándonos en medio un
espacio energético en el que nos convertimos en lo que somos. Nuestros
brazos, las ramas, no son mas que raíces que se hunden en el cielo y
desde el cielo se alimentan, y nutren a lo que somos, a lo que el árbol
es.
Espíritus
antiguos habitan en muchos de nuestros amigos de madera. Guardan
grandes secretos, secretos vinculados a nuestro origen, y al secreto de
la vida, a cómo se gesta la conciencia en un ser que vive imbricado en
un ser planetario y completo. Muchos de esos viejos árboles son grandes y
antiguos espíritus de la naturaleza que en un tiempo fueron venerados
por pueblos antiguos y sabios. A su alrededor se contaron historias,
mujeres dieron a luz, y se hicieron importantes ritos de sanación. El
espíritu del árbol era el Espíritu, y todo cuanto acontecía en el
mundo acontecía entorno a él. Si un círculo de piedra lo rodeaba,
además era un modelo del propio universo de los hombres, y todo estaba
incluido ahí. Y aunque el viento sea un fiel aliado que le trae
historias de tierras lejanas, por debajo del suelo en el que hunde sus
raíces tiende hilos de luz, raíces de luz, que se abrazan con otros
árboles también de tierras lejanas. Y en el cielo encuentran un alimento
esencial. Porque es en el cielo donde tienen realmente sus raíces, y de
donde obtienen el alimento que los convierte en poderosos espíritus de
la naturaleza.
Un
viejo espíritu de este tipo no se gesta en el árbol. El árbol lo
cobija, le presta su cuerpo para que se manifieste y tenga un lugar
desde el que contemplar el mundo.
Pueden
ser espíritus ancianos, muy antiguos, que se gestaron en los primeros
instantes de vida de este mundo. Muchos de ellos pertenecen a las
estrellas, llegaron con la creación del mundo, cuando el planeta fue
sembrado de vida. Tienen su origen en una estrella que conocemos bajo el
nombre de Sirio, y su misión no fue otra que permitir el asentamiento
de esporas de vida, de masa forestal, de creación de una trama
energética a un cierto nivel y sostenible, y de conciencia planetaria.
Ahora estamos en débito con ellos, pues llegaron antes que nosotros y
nos prepararon el camino.
Si
afinas un poco tu visión, y miras con el corazón, no te resultará
difícil distinguir a uno de estos antiguos y sabios amigos en mitad de
la espesura del bosque.
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