EL ORO DEL CORAZÓN


FUENTE http://lospasosdelalma.blogspot.com.es/


La Tradición Occidental asocia al oro con el sol. En el planeta Tierra aparece por todas partes, si bien en algunos lugares en una proporción muy pequeña.

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También en el centro del ser humano encontramos la sede de la actividad del Oro, ya que está relacionado con la esfera cardiaca. Tenemos por una parte la zona neurosensoria, abierta al mundo de la luz y relacionada con los procesos de la Sílice y la parte metabólica que emplea el Azufre para construir sustancias y conducirlas a la circulación sanguínea influida por el Hierro. Entre ambos extremos, en el centro -sistema rítmico- que trata de armonizarlos se sitúa el corazón, relacionado con el Oro.

El Oro es un metal entre la luz y la gravedad. Es 19 veces más pesado que el agua. Lleva en su seno los principios de luz, fluidez elástica y gravedad. Los antiguos buscaban estos principios en las sustancias terrestres para buscar información sobre la materia según se relacionaban entre ellos. Consideraban un principio de la naturaleza luminosa cósmica -Sulfur-, otro terrenal -Sal- y conectando ambos uno rítmico, medio cósmico, medio terrenal -Mercurial- En sus procedimientos alquímicos buscaban separar estos tres principios. Encontraron que en el Oro era la tarea más difícil de realizar, siendo este metal incluso más difícil de destruir que de construir. Eso expresa de forma asombrosa sus fuerzas internas de cohesión.

Los procesos Oro de la circulación constituyen procesos de control global del organismo que reúne las polaridades y las mantiene en equilibrio.

El Dr. Rudolf Steiner explico como el Oro transforma la sangre en portadora de lo espiritual. De este modo el sistema cardio-vascular se constituye en el centro del ser humano, órgano solar mediante el cual el YO actúa por medio de la organización aérea - lo anímico- y líquida -procesos de vida- hasta la actividad de las sustancias físicas. El embrión en el seno materno es conducido a su madurez mediante el calor del sol del microcosmos -es decir, del corazón, del proceso Oro-Páracelso-.

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Cuando en una persona son insuficientes las energías solares se manifiestan en una necesidad de luz y calor. El sujeto sufre por una carencia de LUZ INTERIOR. Está como congelado, captado por una tendencia egocéntrica. Su pensar está ciego a todo ideal y como atado a lo material, incapaz de acceder al mundo de las ideas, y a entusiasmarse por las aspiraciones de la humanidad. Los ideales más elevados le dejan frío.

Su corazón es incapaz de calentarse y de amar la vida en profundidad. La falta de un sano sentimiento de sí mismo y del gusto por la vida, la carencia de auto-estima, la melancolía, la auto-acusación sin fundamento, la angustia, le quitan toda seguridad y le impulsan a la desesperación.

El "carente de sol" no se atreve a comprometerse a fondo y no se siente capaz de afrontar las tareas que le esperan. Su ojo psíquico sólo ve la mitad de las cosas, "el lado oscuro de la vida". La existencia se vuelve para ellos una carga demasiado pesada.

La sabiduría popular habla de un "corazón de Oro". De un "corazón cálido", lleno de benevolencia y de compasión. Un "gran corazón" reúne todo en su amor. El "corazón frío" o "corazón de piedra", describe a un egoísta, una persona "sin corazón", al que la alegría y los sufrimientos de los demás le dejan insensible. El "corazón que sangra" o el "corazón roto" expresa el dolor que le quita la vida.

La tradición ve en el proceso Oro del corazón al portador del YO. En este símbolo del corazón se ha concentrado el ser psíquico, moral y espiritual. En el corazón localizamos también el punto central en relación con el conocimiento de si mismo: lo que nos mantiene en la conciencia terrestre de la vigilia es la fuerza que actúa en el Oro. Allí donde físicamente se encuentra el músculo cardiaco se reúne todo lo que nos da un punto fijo de referencia. En el corazón está el centro por excelencia que nos impide hundirnos, escapar hacia arriba, desviarnos a la derecha o a la izquierda. En fin, lo que nos mantiene. Con el corazón se relaciona el bienestar orgánico, el coraje, la armonía.

El YO dirige mediante la conciencia que proporciona el Oro, por medio del corazón, toda la vida psíquica humana al igual que el Sol gobierna todo el sistema solar por medio de su fuerza y energía.

El Oro tiene un efecto muy armonizante que atempera el Ser y le conduce a un equilibrio interior.

La experiencia espiritual desvela los caracteres de la conciencia del corazón: en la parte superior del órgano se encuentra la fuerza de la conciencia, por la cual el corazón humano se diferencia del animal. Desde esta parte se produce AURICULINA un péptido que armoniza el polo superior e inferior. Esta fuerza viva se expresa mediante una conciencia ética que no recurre al intelecto: vive en el respeto y el conocimiento de Dios, en el conocimiento doloroso de si mismo, la humildad, la compasión y la bondad, en impulsos poderosos para buscar el bien, la verdad y la belleza, que son ajenos a los animales.

Esta fuerza del corazón tiene carácter puramente espiritual. Tiene su sede física en la parte superior del corazón, en tanto que el intelecto, en tanto que fuerza anímica, tiene su sede en el cerebro.

El corazón es la verdadera sede - como afirman todas las genuinas tradiciones- de la vida espiritual cuando está centrada y no influida por fuerzas opositoras a la evolución humana.

En el corazón humano se generan las convicciones profundas que condicionan a la voluntad. Del corazón surgen los impulsos que conducen a la transformación interior.

Via Innatia

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