ARUNI Y SVETAKETU.CUENTO HINDU



  Svetaketu era un jovencito con muchas inquietudes espirituales, pero también con mucha confusión  mental. A menudo escuchaba hablar sobre la Conciencia o Ser, en el que creen los hindúes, pero  él no terminaba ni mucho menos de entender, como le decían, que el Ser todo lo penetra, en todo  se diversifica. ¿Cómo eso es posible?, se preguntaba inquieto y desorientado. Como había una re-  lación maravillosa entre Svetaketu y su padre, Aruni, el joven le consultó. El padre explicó:  - Querido hijo, del mismo modo que las abejas preparan la miel recogiendo el néctar de diversos  árboles para hacer con ellos su esencia, pues el néctar no puede discriminar y decir. "yo soy de  este árbol o yo soy de aquel otro", de la misma manera las criaturas no saben que están inmer-  sas en el Ser Supremo.  Cuando Svetaketu alcanzó la edad de doce años fue enviado con un maestro para ser instruido en  los Vedas durante otros doce. Después de esa docena de años, el joven se creía ya un sabio y por  ello se había tornado arrogante y muy vanidoso. Cuando regresó al hogar paterno, Aruni ensegui-  da captó el talante de su hijo y dijo:  - Pensando, hijo, que eres un sabio, te has vuelto soberbio. ¡Qué verdadera lástima! Y, empero,  no sabes que el Ser Supremo es Aquel por lo cual lo que no se oye es oído, lo que no se piensa  es pensado y lo que no es conocido se conoce.  Ciertamente nada sabía el joven de todo eso. Como era sin duda inteligente, al punto se dio  cuenta de su ignorancia y con humildad dijo:  - Padre mío, instrúyeme en esas verdades.  Aruni comenzó a hablar:  - Hijo querido, del mismo modo que por el conocimiento de un trozo de arcilla se conoce todo lo  que está hecho de arcilla, pues todas las modificaciones no son sino nombres y cada nombre no  es más que una palabra, mientras que la arcilla es la verdad, lo real. Hijo mío, del mismo modo  que por el conocimiento de un solo lingote de oro, o de cobre o de una joya, se conoce todo  cuanto está hecho de esta materia, ya que todas las modificaciones no son sino nombres, y los  nombres no son más que palabras, y el oro y el cobre son la verdad, lo real. Del mismo modo,  hijo mío, que por el conocimiento de un solo par de tijeras cuanto está hecho de hierro se co-  noce, puesto que todas las variantes no son sino nombres y los nombres no son sino palabras, y  el hierro es la única realidad.  Y entonces el joven se dio cuenta de qué gran maestro era su padre. También percibió lúcidamen-  te que él y su padre estaban animados por el mismo Ser. Padre e hijo se abrazaron. La dualidad  en la unidad.

  EL MAESTRO DECLARA:  AUNQUE LAS PERLAS DEL COLLAR SEAN INNUMERABLES,  EL HILO QUE LAS ENGARZA ES UNO Y EL MISMO.

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