Eres el resultado de ti mismo.
FUENTE http://amor-en-el-aire.blogspot.com
Nunca culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni nadie, porque tú has hecho tu vida.
Acepta
la responsabilidad de edificarte a ti mismo, a ti misma, y el valor de
acusarte en el fracaso para volver a empezar corrigiéndote.
A veces, el triunfo del verdadero hombre, de la verdadera mujer, surge de las cenizas del error. Si puedes evitar algunos mejor.
Nunca
te quejes de tu ambiente o de lo que te rodea, hay quienes en tu mismo
ambiente vencen. Las circunstancias son buenas o malas según la voluntad
y la fortaleza de tu corazón.
Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para triunfar.
No
te quejes por tu pobreza o por tu salud, o por tu “suerte”. Enfréntalas
con valor y acepta que de una u otra manera, es el resultado de tus
actos y la prueba que has de ganar.
No
te quejes por la falta de dinero. No te amargues con tus propios
fracasos ni se los cargues a otros, acepta ahora. O siempre seguirás
justificándote como un niño, como una niña.
Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan malo para fracasar, empieza ahora mismo.
Deja
de engañarte, eres la causa de ti mismo, de ti misma, de tu tristeza,
de tu necedad, de tu dolor, de tu fracaso. Tú decidiste construirte de
esa manera.
Si
tú aprendes a hacer nuevamente desde el dolor, a ser más grande que el
más grande de los obstáculos, dentro de ti encontrarás un hombre, una
mujer, que todo lo puede hacer.
La causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro será tu presente.
Aprende
de los fuertes, de los activos, de los audaces, imita a los valientes, a
los energéticos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones
imposibles, a quienes no les atrae las cosas fáciles y a cambio aceptan
el reto de lo exigente pero realizable; a quienes vencieron a pesar de
todo.
Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo interior y tus problemas sin aliento morirán.
Mírate
en tu espejo, comienza a ser sincero, contigo mismo, contigo misma,
reconócete por tu valor y por tu voluntad y no por tu debilidad para
justificarte.
Conociéndote
a ti mismo, a ti misma, serás libre, fuerte y dejaras de ser títere de
las circunstancias. Porque tú mismo, tu misma, eres el conductor, la
conductora, de tu destino y nadie puede sustituirte.
¡Levántate!. Mira la mañana llena de luz y de fuerza, respira esa luz del amanecer. Tú eres parte de la fuerza de tu vida.
¡Despiértate, camina, muévete, lucha, decídete!
Y triunfarás en la vida.
Thich Nhat Hanh.
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