El silencio nos muestra dos verdades. La nuestra y la del mundo.
Cuando se parecen,
es que quizás aún no tenemos nuestra propia verdad y se la hemos pedido
prestada al mundo. Pero el silencio nos empezará a mostrar nuestra
verdad.
Si ya la hemos descubierto. Si sabemos, de verdad, lo que
“es” y “no es” para nosotros, el silencio hará más clara esa distancia.
La pondrá al descubierto. Y ver la distancia entre nuestra verdad y la
del mundo nos impulsa a volver a elegir, esta vez con mayor conciencia.
O, si nos vuelve a dar miedo, nos llevará a tratar, a los empujones, de
acercar las dos verdades. Hasta que nos cansemos de hacerlo y aceptemos
que entre nuestra verdad y la del mundo hay una distancia. Y aprendamos
a vivir con ella. (Julio Bevione)
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