Krishnamurti: Si usted cree que esta inatento, entonces ya está atento.

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Interlocutor: Algo me saca de la in-atención.
Krishnamurti: Nada lo saca a usted de la in- atención para llevarlo hacia la atención. La mayor parte del tiempo está uno inatento. Si usted sabe que está inatento, y presta atención en el momento de advertir la inatención, entonces ya está atento.
Mirar algo objetivamente, sin juicio alguno, es bastante fácil. Mirar un árbol, una flor, una nube o la luz sobre el agua, mirar eso sin ningún juicio o evaluación, es relativamente fácil, porque ello no nos toca en lo profundo. Pero mirar a la mujer de uno, al profesor, sin evaluación ninguna, es casi imposible porque tenemos una imagen de esas personas. Esa imagen se ha formado a causa de una serie de incidentes ocurridos a lo largo de días, meses y años —con su placer, dolor, goce sexual, etcétera—, y es a través de esa imagen como miramos.
Vea usted lo que ocurre: Cuando miro a mi mujer o a mi vecino —el vecino puede estar a mil o diez mil kilómetros de distancia—, yo los miro a ella o a él con las imágenes que he fabricado y a través de las imágenes que la propaganda ha fabricado. ¿Tengo, entonces, relación alguna? ¿Hay alguna relación entre el marido y la esposa cuando ambos tienen sus respectivas imágenes? Son las imágenes las que establecen la relación —los recuerdos de las experiencias, las riñas, las intimidaciones, la dominación del uno sobre el otro, el placer, esto y aquello—, imágenes que se han ido acumulando durante anos. Es a través de estos re- cuerdos, de estas imágenes, como miro y digo: «Conozco a mi esposa», o ella dice que me conoce. Pero ¿es así? Yo conozco solo las imágenes; una cosa viva no puedo conocerla; lo que «conozco» son imágenes muertas.
Mirar claramente es mirar sin ninguna imagen, sin ningún símbolo o palabra. Hágalo y verá qué gran belleza hay en ello.
Interlocutor: ¿Puedo mirarme de ese modo a mí mismo?
Krishnamurtt: Si usted se mira con una imagen que tiene de sí mismo, no puede aprender. Por ejemplo, yo descubro en mí un odio profundamente arraigado y digo: «Qué terrible, qué feo!».
Cuando digo eso me estoy impidiendo mirar. La afirmación verbal, la palabra, el símbolo, impiden la observación. Para que pueda aprender acerca de mí mismo, no tiene que haber palabras ni conocimientos ni símbolos ni imagen alguna; entonces estoy aprendiendo activamente.
J. Krishnamurti, “Usted es el Mundo”

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