El cuerpo emocional o astral
davidtopi.com
Vamos
a cambiar de tercio y empezar a tratar en las siguientes semanas varios
temas relacionados con la estructura energética del ser humano, para
que podamos entender mejor cómo estamos hechos, cosa que, por otro lado,
nunca ha sido tema de enseñanza en la educación del sistema bajo el que
vivimos, pues no es de interés general que cada uno conozca los
componentes que forman su configuración y composición, ya que,
conociendo cómo funcionamos y estamos constituidos, podemos tomar el
mando de nuestros vehículos evolutivos, y ser más dueños y soberanos de
nosotros mismos.
No hablaremos de chakras ni de
auras, tenéis bastante información (y desinformación) en la red, pero al
menos son partes conocidas por todos, y con un poco de paciencia, y
constancia, es posible entender esa primera parte del cuerpo etérico,
que es el que alberga todas las estructuras que ya conocemos y de las
que hay mucha más literatura. Ahora vamos a trabajar el resto de
cuerpos, empezando por el cuerpo emocional, que tiene un papel
tremendamente importante a la hora de hacernos ver el mundo como lo
vemos cada día, pues es el cristal que tinta parte de lo que
decodificamos de la realidad exterior, y que nos proporciona material
para que nuestro programa ego y los componentes de la psique puedan
hacer sus decodificaciones mentales sobre lo que se percibe o no se
percibe de ahí fuera. Como apunte, el cuerpo emocional es menos denso
que el etérico, y este es menos denso que el físico, y así como el
etérico interpenetra al físico, el cuerpo astral o emocional
interpenetra a estos dos últimos.
Conexiones emocionales en nuestra estructura energética
Hemos
de señalar que el cuerpo emocional está relacionado con la segunda y
cuarta del campo electromagnético que llamamos aura, pero estas capas y
este campo pertenecen al cuerpo etérico, por lo que, a pesar de que la
capa emocional del aura del cuerpo etérico tiene mucha importancia a la
hora de tintar también nuestras emociones del día a día, es el cuerpo
emocional (también llamado astral) el que lleva el peso de este
componente del ser humano que nos hace distinto a los tipo Dr. Spock, o a
otras razas qué, al no poseer un cuerpo emocional, carecen de las
facultades y habilidades básicas para, por ejemplo, sentir empatía por
otros, o para ser capaces de percibir e interactuar “anímicamente” con
el resto de la vida consciente que pulula por doquier.
El
cuerpo emocional, como tal, es un vehículo que permite a los
componentes superiores del ser humano, el alma, el espíritu, el Yo
Superior, la mónada y demás, poder experimentar una serie de patrones
energéticos que conocemos como emociones. En nuestro cuerpo, si habéis
visto la conferencia “Humanidad y Salto Evolutivo”,
las emociones se procesan por el sistema límbico, mientras que los
pensamientos se procesan por el neocórtex. Así, básicamente, todo el
cuerpo emocional está conectado y sintonizado tanto con el sistema
límbico como con los componentes del cuerpo etérico, que también
traducen y llevan el peso del filtrado de estos procesos emocionales
para poder procesarlos y manifestarlos en el plano sólido.
Haciendo de puente y mediador
La
función del cuerpo astral es hacer de puente entre los procesos de
planos superiores, como el plano mental (el cual gestionamos gracias a
nuestro cuerpo mental) y los planos etéricos y físicos, que son el
resultado de las experiencias de estos otros niveles. El cuerpo
emocional como tal proporciona una riqueza y una vivez a las octavas y
procesos que vienen en forma puramente geométrica y estructurada de los
planos superiores, del mundo de las ideas, dándole el tinte que necesita
para que esa idea esté viva, y esté revestida de color y del componente
que, al ser humano, le proporciona la sensación de “calidez”, de
emoción, de expresión de la vida. Esto es difícil ponerlo en palabras,
ya que no hay demasiados adjetivos para describirlo, pero el concepto a
transmitir es que lo que llega desde niveles muy altos en frecuencia y
contenido para nosotros, y a veces de forma muy abstracta y confusa, si
conseguimos sintonizarlos y percibirlos con los otros sentidos que poseemos,
han de ser revestidos de unos procesos especiales y capas que, de una
barra de acero idéntica para todos, hagan una nube de algodón maleable
individualmente, es decir, que de algo que viene geométricamente,
numéricamente, vibracionalmente con patrones exactos, precisos y
conectados, tengan un componente maleable, efímero, cambiable, adaptable
y transmutable para que pueda ser adecuado a las miles de formas de
manifestar esos patrones y conceptos rígidos, en formas experimentales
diferentes para millones de personas.
Si no fuera
así, la vida tendría para todos el mismo color, o un color muy parecido,
pues no habría forma ni manera humana de adaptar los conceptos y
arquetipos de los planos mentales, causales, búdicos, etc., a diferentes
tipos de experiencias terrenales personalizadas para cada uno. Es por
ello que cuando hablamos del cuerpo emocional, no solo estamos hablando
de que es el repositorio de miedos y de angustias, de sueños y de
alegrías, de rabias y de perdones, todo ello formas emocionales que nos
dotan del mecanismo adecuado para darle un toque de viveza a la
realidad, sino que, además, es el cuerpo que envuelve y recubre todo
aquello que viene desde otros niveles más altos de la Creación, y nos
permite con sus formas cambiantes y manipulables, adaptarlas a las
experiencias particulares de cada uno.
Sanado el cuerpo emocional
Entonces,
¿es bueno tener un cuerpo emocional lleno de sentimientos y formas
emocionales de todo tipo? Evidentemente no, lo bueno es tener en el
cuerpo emocional formas emocionales sanas, positivas, basadas en el
arquetipo y energías de la luz y del amor, como conceptos universales,
no solo como concepto romántico que es lo que termina siendo para
muchos. El cuerpo astral, como todos los cuerpos, está constituido por 7
niveles de energía, o mejor dicho, existen 7 tipos de materia “astral”
que permiten que el cuerpo emocional tenga una composición u otra.
Si
la materia emocional que lo forma es la más densa y la menos refinada
de todas, el cuerpo emocional del ser humano es un cuerpo pesado, que
lastra la experiencia, que colorea todo con emociones negativas, que
está anclado en el miedo, y eso es lo que filtra de los cuerpos
superiores y termina pasando para su manifestación al etérico y al
físico. Por el contrario, un cuerpo emocional o astral más limpio y
refinado, es un cuerpo que se forma de partículas “astrales” con una
vibración más elevada, de las clases más altas de materia del plano en
cuestión, y, como tal, permite que lo que llega de esos otros niveles y
cuerpos superiores esté menos coloreado, o filtrado con energías muy
limpias, superiores en vibración, y con sustrato de luz. Esto provoca
que lo que reciben luego los cuerpos etéricos y físicos sea otro tipo de
materia prima con la que trabajar para manifestar la realidad terrenal
del día a día.
Para limpiar todo esto, como
siempre, todas las técnicas de sanación energética que están disponibles
en el planeta sirven desde sus diferentes ángulos y enfoques, sabiendo
detectar, diagnosticar y “leer” correctamente los bloqueos y problemas
existentes en el cuerpo astral, y transmutando, sanando y liberándolo de
aquello que no son más que piedras en la mochila. La experiencia y el
color de las gafas con las que cada uno ve la vida depende en gran
medida del estado de este cuerpo astral, además de muchas otras cosas
que ya vimos cuando explicamos cómo funciona el embudo de nuestra percepción de la realidad,
así que no deja de ser otro componente más que hay que añadir a la
lista de partes del ser humano que debemos conocer para mantener en el
estado más óptimo, sano y funcional.
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