La verdadera historia del árbol de navidad
davidtopi.com
Decía Honoré de Balzac, novelista francés, que hay dos historias: la historia oficial, embustera, que se enseña ad asum Delphini, (para uso del Delfín) y la historia secreta, en la que se encuentran las verdaderas causas de los acontecimientos.
Como
estamos a punto de entrar en fechas navideñas, y para hacer un post
relajado esta semana, vamos a ver dos versiones de una misma historia,
que nos dejará ver, como siempre, que hay algo entre bambalinas dentro
de la simbología y rituales que todos llevamos a cabo en fechas
señaladas, sin saber bien que significa lo que hacemos.
Es
posible que dentro de pocas semanas, en muchos hogares del planeta, se
instale el árbol de navidad con los regalos debajo, y que celebremos
todos unos festejos en familia y demás durante unos días de vacaciones,
como hacemos cada año. Esta costumbre de poner el árbol de navidad,
según la historia oficial y la tradición, es debida a que, en la
antigüedad, los germanos estaban convencidos de que tanto la Tierra como
los Astros pendían de un árbol gigantesco, el Divino Idrasil o Árbol
del Universo, cuyas raíces estaban en el infierno y su copa, en el
cielo. Estos, para celebrar el solsticio de invierno –que se da en esta
época en el Hemisferio Norte-, decoraban un roble con antorchas y
bailaban a su alrededor.
Según la leyenda,
alrededor del año 740, San Bonifacio –el evangelizador de Alemania e
Inglaterra- derribó ese roble que representaba al Dios Odín
(hiperbóreos, la culturas y tradiciones ancestrales de los pueblos
nativos y del origen de la humanidad) y lo reemplazó por un pino,
símbolo del amor eterno de Dios (impuesto por las religión
judeo-cristiana). Este árbol fue adornado con manzanas (que para los
cristianos representan las tentaciones) y velas (que simbolizaban la luz
del mundo y la gracia divina). Al ser una especie perenne, el pino es
el símbolo de la vida eterna y además, su forma de triángulo, representa
a la Santísima Trinidad, simbología de la que ya hemos hablando
anteriormente en varios artículos sobre el uso del triangulo para
representar las tres fuerzas de la Creación. Luego, en la Edad Media,
esta costumbre se expandió en todo el viejo mundo y más tarde llegó a
América.
El primer árbol de Navidad, decorado tal
como lo conocemos en la actualidad, se vio en Alemania en 1605 y se
utilizó para ambientar la festividad en una época de extremo frío. A
partir de ese momento, comenzó su difusión: a España llegó en 1870, a
Finlandia en 1800, y en el Castillo de Windsor –en Inglaterra- se vio
por primera vez en 1841.
Esta historia, que forma
parte del entramado de la ilusión y el decorado de lo que realmente
significan las cosas, tiene su contrapartida esotérica para aquellos que
se han iniciado en el significado correcto de cierta simbología
presente en nuestras vidas.
¿Cual es esta otra
historia del árbol de navidad? Quizás algunos ya sabéis que en los
bosques de coníferas suelen crecer los hongos amanita muscaria,
que viven en simbiosis con estos. Una parte de la familia de las
amanitas son hongos que contienen químicos psicoactivos y tienen un
largo historial de uso en Asia y el norte de Europa. En Siberia, por
ejemplo, estos hongos son consumidos por los chamanes de algunas tribus
para entrar en estados alterados de consciencia, para proyectarse a
otros planos y dimensiones, para “ver” lo oculto del mundo, para
comunicarse con otros entes y energías, etc.
Debido
a esto, los regalos al pie del árbol que se colocan bajo el pino de
navidad, hacen alusión a los hongos que nacen junto a sus raíces. Cada
uno es una “sorpresa”, pues el chamán o la persona que los consumía,
desconoce a priori a dónde le llevará el viaje que los hongos le
regalan. Además, gracias a estos “regalos”, los chamanes, hombres
medicina, adeptos e iniciados de todas las tradiciones ancestrales,
accedían a experiencias y al despertar de la consciencia que les
acercaban a la “iluminación”, siendo este el significado de las luces
que adornan el árbol, que ha sido alcanzada mediante el consumo de
enteógenos, en este caso los hongos, considerados sagrados y fuente de
conocimiento por todos los antiguos pueblos de la tierra; usados desde
hace milenios por los chamanes como medicina.
En
otras palabras, el pino sirve como un distractor para los profanos,
porque el verdadero “Árbol del Conocimiento”, es el hongo que crece a
sus pies y que está reservado solo para los iniciados.
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