7 CONSEJOS PARA REPLANTEAR TU VIDA EN EL MUNDO ACTUAL
NUESTRA
EXPERIENCIA DEL MUNDO NO SE DA DE UNA VEZ Y PARA SIEMPRE, SINO QUE
MIENTRAS VIVIMOS TENEMOS LA CAPACIDAD DE MODIFICAR NUESTRA RELACIÓN CON
AQUÉL A TRAVÉS DE LA TRANSFORMACIÓN DE LA RELACIÓN CON NOSOTROS MISMOS.
AQUÍ OFRECEMOS SÓLO ALGUNOS PUNTOS DE PARTIDA
No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.
Jiddu Krishnamurti
Desde el
punto de vista espiritual el mundo actual parece estar estructurado para
limitar lo más posible los momentos de esparcimiento, aprendizaje y
crecimiento colectivo, haciendo predominar en su lugar la competencia,
la lógica del consumo y la realización económica individual.
En el
ecosistema web proliferan también las listas de valores que, elaboradas
en forma de consejos, pretenden acompañar a las víctimas anónimas del
mundo moderno en su azarosa búsqueda de sentido. Lo que nos llamó la
atención de esta lista del poeta Andrei Burke es
que se ocupa del cuerpo, la mente y el espíritu como entidades
interdependientes; hemos tomado como base sus consejos, suprimiendo
algunos y añadiendo otros, para elaborar un compendio portátil de ideas y
acciones de autodefensa capaces de ayudarnos a vivir una vida más
consciente en todos los ámbitos de la existencia individual, sin olvidar
también que ningún hombre ni mujer es una isla. Déjanos saber tu
opinión en los comentarios.
Cuerpo
1. Nutrición
El cuerpo
es la interfaz operativa para la acción humana en el mundo pero, desde
el punto de vista económico, es visto únicamente como fuerza de trabajo.
La comida rápida, los sistemas de cultivo transgénico y una desconexión
radical entre el proceso de la preparación de la comida y su consumo
producen sociedades que se enferman a causa de su alimentación. En este artículo hemos
explorado cómo nuestras elecciones alimentarias están basadas en gran
medida en supuestos racionales, así como en nuestro estado de ánimo
(comemos no sólo por necesidades fisiológicas, sino también para
celebrar o porque estamos deprimidos, etc.), y en este otro hacemos
eco de los últimos descubrimientos sobre el papel de la microbiota para
regular nuestra salud física y mental, pues lo que llamamos “nuestro”
cuerpo en realidad es un territorio simbiótico que comparten el sistema
nervioso humano y el bacterial. Adaptar tu dieta a tus necesidades y
dejar fuera los alimentos procesados en favor de otros elaborados
naturalmente no es un lujo, sino una forma de tomar responsabilidad
sobre tu propio cuerpo.
2. Ejercicio
Sin
importar el tipo de rutina que practiques (o si no practicas ninguna),
es fácil observar que el cuerpo humano nunca permanece estático e
inmóvil durante nuestra vida: el movimiento, la creación de fuerza, el
conocimiento de los procesos de respiración, así como la exploración de
sus propios límites, son aspectos de los que podemos beneficiarnos
conscientemente al seguir una rutina de ejercicio. El aspecto puramente
estético debe ser secundario, en la medida en que el mercado estipula
políticas del cuerpo irreales e idealizadas; lo importante es encontrar
una disciplina deportiva (sea natación, yoga, ejercicios aeróbicos,
correr, etc.) que le devuelva al cuerpo la conciencia de que la energía
física es un bien limitado, que sin embargo puede renovarse a través de
la práctica sostenida.
Mente
3. Meditación
Conectar
nuevamente con tu cuerpo a través de la alimentación y el ejercicio
lleva necesariamente a replantear tu relación con las bases físicas de
la espiritualidad. Los pensamientos obsesivos, las ideas fijas, los
prejuicios y todo lo que puede atacarse mediante la educación y la vida
racional también se viven desde el cuerpo como depresiones, cansancios
psíquicos y miedos irracionales. La meditación, ya sea desde vertientes
orientales como el yoga o el zen, o el simple hecho de practicar el mindfulness diriamente, nos permite fortalecer el puente entre cuerpo y espíritu para habitar y modificar efectivamente nuestra realidad.
4. Saberes
El
bombardeo casi publicitario de que vivimos en la “era de la información”
nos lleva al equívoco de suponer que sabemos lo que necesitamos
simplemente porque podemos acceder a más información a través del
Internet. Esto no es del todo cierto, pues esta premisa deja de lado la
diferencia entre información y conocimiento, así como entre conocimiento
y sabiduría, todos los cuales son necesarios para hacer frente al mundo
y a la vida, pero no provienen de las mismas fuentes. Google puede
satisfacer tu necesidad de información si lo que buscas es algo simple y
práctico, como la capital de Honduras o la conversión de grados
centígrados a Farenheit; pero si la búsqueda va por el lado del sentido
es necesario recurrir a la literatura, la filosofía y el conocimiento
del pasado para no caer en la falsa suposición de que por vivir en una
era dominada por la tecnología estamos mejor preparados que la gente que
nos precedió.
5. Comunidad
Aunque
muchos de estos consejos están elaborados para ser aprovechados
individualmente, cabe recordar nuevamente que el individuo es una
categoría abstracta y que en la vida concreta y cotidiana vivimos en un
mundo sobrepoblado como nunca antes. A la manera de polos energéticos,
hay personas que sacan lo mejor de nosotros y otras que nos drenan de
energía y enferman nuestro cuerpo y mente. Por ello es necesario buscar
aliados y alejarnos de personalidades tóxicas, con el objetivo de
construir y compartir saberes y experiencias, en lugar de reptar por los
interminables laberintos egóticos de las redes sociales. Recuperar los
espacios y tiempos de convivencia real es un acto revolucionario frente a
la lógica de la producción y el consumo.
Alma
6. Rituales
La
ritualidad no debe entenderse aquí como rutina, sino como una práctica
diaria o frecuente que nos conecta con el tiempo sagrado, en oposición
al tiempo humano del trabajo. Los rituales, tanto para las religiones
como para las escuelas espirituales, son una conexión con el lado
irracional de lo humano donde residen las cualidades amenazantes y
protectoras de lo divino, o por decirlo de otro modo, lo inconsciente.
Carl Jung decía que las enfermedades mentales de la modernidad tenían en
la antigüedad el nombre de dioses y diosas. Aunque no seamos
practicantes de ninguna religión o tengamos serias dudas respecto a la
edulcorada espiritualidad moderna, de todas formas practicamos muchas
formas de culto a artistas o celebridades, a quienes adoramos con un
fervor fanático; reconectar con lo sagrado no implica afiliarse a una
escuela o iglesia sino construir una relación diaria con sabios, héroes,
dioses o ideas –que es otra forma de nombrar lo divino– a través de
rituales como estos que proponemos aquí.
7. Naturaleza
La
“naturaleza” al igual que lo “humano” son abstracciones necesarias,
aunque parciales, para dar cuenta de dominios que escapan a la
comprensión inmediata. No existe una naturaleza ni tampoco una
sola forma de ser humanos. Pero frecuentar y ponerse en relación con los
ciclos de las estaciones, la germinación y decadencia de las plantas,
así como con la vida animal y vegetal en todas sus formas, ofrece
experiencias de apertura espiritual que nos sacan de las rutinas
negativas de la sociedad actual, donde estamos reducidos a engranes de
una maquinaria de producción capitalista. Algunos sólo tienen
posibilidad de acercarse a la naturaleza en parques o bosques cerca de
las ciudades, pero estar abiertos a ese canal de intercambio con otras
formas de vida nos permite también reencontrar cierto sentido de lo que
es el humano, una forma de existencia ni mejor ni peor que otras, con
grandes capacidades y grandes espacios de ceguera. Esta relación
posibilita, por último, vernos como seres mortales, que participan en
ciclos de florecimiento y disolución al igual que muchos otros, y en la
medida en que logremos hacer las paces con nuestra propia decadencia
podremos apreciar y vivir con más vigor cada instante de nuestra
experiencia del mundo.
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