LOS ARQUETIPOS Y SU TRANSCENDENCIA EN NUESTRO CRECIMIENTO PERSONAL
(Una breve guía para encender nuestro Poder Creador)
Los Arquetipos de comportamiento son prototipos de
conducta, estereotipos de personalidad, "personajes" o roles
genéricos que adoptamos consciente o inconscientemente. Entre los más
reconocibles están La Víctima, el Tirano,
el Héroe y el Rebelde. Los arquetipos no tienen identidad sexual determinada ni son exclusivos de ningún género,
es decir, el Tirano es Tirana en la mujer; el Héroe es Heroína,
etc.
Habitan en el Inconsciente Colectivo de toda la
humanidad y pueden encontrarse en cuentos y leyendas de toda época y lugar.
Desde La Odisea de Homero hasta el universo de Star Wars están basados en estos
arquetipos universales. Porque no solo son personajes estereotipados para
contar historias sino que son verdaderas
matrices o pulsiones que habitan en nuestra Mente Colectiva.
Nuestra mente emocional está compuesta por estos
poderosos moldes. Son patrones de vibración emocional muy definidos con los que
entramos en resonancia porque están en nuestra propia naturaleza. De manera
innata imitamos, adoptamos o nos identificamos con estas personalidades de
conducta según las circunstancias. Y bajo ellos interactuamos con nosotros
mismos, con los demás y con las circunstancias. Los arquetipos son dinámicos,
es decir, uno puede comportarse como Víctima en un momento dado o frente
a una persona determinada, y acto seguido, actuar como Tirano con otra
persona o circunstancia diferente. Pero siempre hay un par de arquetipos que
son predominantes en la psique de cada persona. Según su evolución, cada
individuo resuena con mayor intensidad en la frecuencia de ciertos patrones
emocionales.
De estos arquetipos hay tres a tener muy en cuenta para nuestro
crecimiento personal y, sobre todo, para conseguir conectarnos con nuestro
Poder Creador:
LA VICTIMA
Un voraz agujero negro
El arquetipo de La Victima, también conocido como
el Mártir o el Huérfano representa el personaje más dañino para
nuestro crecimiento personal. Porque este patrón de conciencia más que ningún
otro nos desconecta de nuestro propio poder y nos mantiene alejados de la
plenitud. Nos convierte en seres
huérfanos, abandonados, impotentes y limosneros de aceptación.
Se puede decir que los arquetipos tienen grados de desarrollo; dependiendo de la hegemonía que adquieran en tu mente desplegarán más o menos sus cualidades. Pero el arquetipo de la Victima, además de estar muy extendido es tremendamente corrosivo. Si permites que se instale en tu mente irá adquiriendo fuerza y entrarás en caída libre a terrenos cada vez más oscuros de los que será difícil salir. El corazón de la Victima en vez de un Sol radiante y expansivo, poco a poco, se va transformando en un voraz agujero negro que devorará toda Luz, toda dicha.
Este patrón representa el nivel más bajo de poder y de
consciencia. La Víctima se cree y se siente impotente ante las
circunstancias y los sucesos que ocurren en su vida. Está desconectada por
completo de su poder y de su responsabilidad ante los acontecimientos. Cree que
todo lo que le ocurre es por culpa de poderes externos a ella: Dios, el Azar,
el Destino, los demás... Incluso puede
llegar a pensar que está maldita o que es gafe. Este arquetipo tiene una
vibración muy baja. Su tónica es la escasez de movimiento y esto conlleva
debilidad, falta de vitalidad, desgana, desilusión, pesimismo, derrotismo,
depresión… La Víctima vibra en un estado de desamparo, miedo, rabia y
frustración a la espera de un SALVADOR.
El arquetipo de la Victima posee pautas mentales-emocionales muy reconocibles. Se
caracteriza por creencias del tipo “todo lo malo me pasa a mí”, “nadie me quiere”,
“nunca me ocurren cosas buenas”, “todos los demás tienen éxito menos yo”, “no
puedo alcanzar el amor, el éxito, la abundancia…”, “no me merezco lo bueno”,
“Dios me está castigando por…” etc...
Representa también el nivel más bajo de autoestima. Las
personas que vibran en este patrón tienen una opinión de sí mismas muy pobre y
esta falta de auto-amor las condena a una búsqueda incesante de aprobación y
atención por parte de los demás. Aprobación que nunca es suficiente para llenar
el agujero negro de su corazón. La tendencia de la Víctima es vivir más pendiente del qué pensarán los demás que de
sus verdaderas necesidades y deseos.
Si estas embrujado por este arquetipo, con toda
seguridad creerás que en lo profundo de ti hay algo indigno, malo, quizá
pecaminoso. Por lo tanto, sentirás que eres merecedor de sufrimiento,
carencia y castigo. Y por esta razón también, te resignas, toleras abusos y
desprecios, cada vez, con mayor facilidad. Es importante que entiendas que no
luchas de verdad por salir de esta carencia, dado que una parte de ti cree que
se lo tienen bien merecido. Y también porque
en realidad, no sientes que tú y solo tú eres el creador de tu vida; no percibes
que ocurra lo que ocurra siempre tienes opciones y que tú eres el responsable de
tus decisiones y sus consecuencias. Todo esto hace que no creas que puedas
lograr verdaderamente el éxito, el amor, la salud plena, etc. Y si no lo crees
de verdad... ¿Para qué luchar entonces?
Voy a ser muy claro, necesitas saber que nadie va a
venir a rescatarte y que seguramente nunca ocurra ese golpe de suerte que tanto
ansias. Porque esta vibración solo atrae más de lo mismo y te convierte en un
imán irresistible para el arquetipo complementario de la Victima: el Tirano.
Los demás, la Vida, los dioses, incluso tú mismo se comportarán como
tiranos, reafirmándote siempre lo indigno, mediocre y defectuoso que crees ser.
Solo atraerás más sufrimiento carencia y desprecio porque inconscientemente lo
estás buscando y provocando. Ten presente
que el sentimiento de culpa, siempre busca inconscientemente el castigo ¡Eres
culpable y debes pagar por ello!
Es un molde de conducta pasivo, comodón, excesivamente
fácil de adoptar; no requiere de ningún esfuerzo por nuestra parte y se
alimenta de nuestra faceta masoquista; lo que le convierte en un patrón
emocional muy adictivo. Por todo esto y, como ya he dicho, el modelo
arquetípico de la Victima es
tremendamente corrosivo y va creando un oscuro círculo vicioso del que es
preciso salir cuando antes.
El coste de ir por la vida como Mártir es un enorme sufrimiento y la caída a tenebrosos estados
emocionales. El precio es perder la conexión con tu poder, tu fuerza y con tu
responsabilidad sobre los acontecimientos. Pero ya es hora de recuperarlos. Si quieres salir del miedo, el sufrimiento,
la carencia, el abuso y la resignación hay que despertar a los arquetipos
contrarios: a la maravillosa Madre Protectora y al poderoso Guerrero o Guerrera. Estas dos
fuerzas unidas anulan por completo a la
Víctima y te permiten dar un gran paso en tu crecimiento personal. Un
paso que te lleva a la conquista de la autoestima y la prosperidad. Estos arquetipos
de consciencia también están en tu Mente, posiblemente dormidos en algún
rincón, pero ten por seguro que están ahí. Tan solo tienes que reconectarte con
ellos, despertarlos y alimentarlos. Ha
llegado el momento de dejar de quejarte, de esperar, de sentirte pequeño,
impotente, indigno… ¡Y encender tu Poder Creador!
ARQUETIPO DE LA MADRE PROTECTORA.
¡Deja de buscar y encuéntrate!
La
Madre Protectora es uno de los principales arquetipos del inconsciente
colectivo. Un símbolo tan antiguo como el hombre mismo. Sus primeras
representaciones alegóricas aparecen ya en el paleolítico, la más conocida sin
duda, la Venus de Willendorf que data
aproximadamente del 25 000 a.C. Este arquetipo viene cobijando a la humanidad
desde sus albores y en su nivel más elevado encarna a la diosa Madre, presente
prácticamente en todas las culturas y religiones. La Madre Tierra, Isis, Gea,
Afrodita, Cibeles, Venus, Kali, la Pachamama y la Virgen María son algunos de
los cientos de nombres que aluden a este ancestral arquetipo.
Isis amamantando a su hijo Horus. |
Representa
a la Gran Madre que viene a rescatar a la
Víctima, al hijo huérfano, abandonado y necesitado. Simboliza
también la abundancia, la fertilidad, la Naturaleza…
Pero
aunque se haya elevado a deidad en los cielos, es preciso entender que aquí en
la tierra, el reino de este arquetipo solo se despliega aprendiendo una
importante verdad: que la responsabilidad sobre tu sustento y manutención no
está ni fuera, ni en lo alto, está dentro de ti. Alcanzar este nivel de consciencia
implica aceptar que si tú no te cuidas, nadie lo hará por ti.
La
tarea de nutrirnos, cuidarnos y proveernos de todo lo bueno, no es una
obligación de nadie, salvo de uno mismo. Es un deber exclusivamente tuyo, no de
los demás, ni de tus padres, tu pareja, tus hijos… y mucho menos de ningún dios
o diosa. El primer paso, tanto para tu crecimiento personal como para
reconectarte con tu verdadero Poder Creador, empieza en dejar de buscar fuera
ese salvador que te cuide, te mime y nutra tus necesidades para encontrarlo
dentro de ti mismo. Despertar en nosotros a la
Madre interior conlleva el
requisito imprescindible de dejar de transferir esa responsabilidad a los demás
y asumir el compromiso de hacerlo uno mismo. Llevar a cabo este cambio de
enfoque puede parecernos al principio duro o doloroso pero es tan solo una
resistencia del infantil patrón de la
Victima. Aceptar esta verdad genera
una gran evolución personal y nos permite sanar la
situación de desamparo a la que la
Víctima nos había llevado.
El
arquetipo de la Madre Protectora que todos llevamos dentro, seas hombre
o mujer, nos permite empezar a tomar las riendas de
nuestra vida. Nos conecta con la energía maternal que reside en la
psique de cada uno de nosotros, transformándonos en nuestra propia Madre
Buena. Bajo esta cálida vibración gestamos
una relación maternal con nosotros mismos, recuperando y acogiendo a nuestro
niño interior al que teníamos abandonado. Es el patrón emocional que nos
devuelve la capacidad de nutrirnos, atendernos, cuidarnos y protegernos a
nosotros mismos; de distinguir lo malo de lo bueno, lo que nos nutre y nos hace
crecer, de todo lo que nos perjudica.
La
Madre interna despierta en nosotros el ánimo de sentirnos con derecho a TENER;
a tener nuestras necesidades vitales sanamente satisfechas. Este coraje nos
empuja a asumir la tarea de ocuparnos con dedicación y mimo de nuestra alimentación,
salud y economía. Nos motiva a abandonar las carencias, los excesos, las
adicciones y los desequilibrios emocionales. Este es un arquetipo que nos hace
recuperar la vitalidad y nos impulsa a movilizarnos, a ponernos en marcha para
encargarnos de nuestro propio sustento y bienestar. Asimismo nos enseña a pedir y aceptar ayuda cuando verdaderamente la
necesitamos.
También
este patrón emocional construye una base sólida para nuestra autoestima. Hace
brotar los sentimientos legítimos y necesarios para poder reconciliarnos
internamente. Sentimientos como son el respeto, la valoración, el cariño y el
amor por nosotros mismos. Porque la Gran Madre nos descubre que
independientemente de la edad que tengamos, en el fondo seguimos siendo niños. Niños inocentes librando una dura batalla,
criaturas luminosas nacidas en un mundo sin libro de instrucciones. Un mundo
donde hacemos lo mejor que sabemos o podemos en todo momento y lugar... ¿Acaso si
supiéramos o pudiésemos hacerlo mejor, no lo haríamos?
Sí,
la madre interna te muestra que eres tan solo un niño asustado, confundido y a
veces desamparado por ese cruel y enfermizo personaje de la Victima. Un niño repleto de Luz, talento y vida. Un pequeño ser
deseoso de crecer y aprender a hacer las cosas mejor aún.
La
gran Madre Protectora nos hace
construir un hogar interno seguro, acogedor y cálido. Un refugio emocional
donde sentirnos a salvo, un terreno estable donde echar raíces para
desarrollarnos sanos y fuertes. De ese modo podemos construir el andamiaje de
confianza interna necesaria para soltarnos de la mano de la dependencia y
entablar así relaciones saludables. Relaciones basadas, no en luchas de poder y
abuso, sino en la valoración y el respeto mutuo.
Este
maravilloso patrón vibratorio sana las heridas de abandono, rechazo y dolor que
la Víctima ha provocado. Cierra el
agujero negro del corazón haciendo que irradie de nuevo como un cálido sol. Y el imán palpitante que hay en tu pecho se
polarizará de magnetismo positivo, atrayendo a tu vida personas y experiencias
que te harán sentir la persona valiosa, digna y estupenda que en verdad eres.
La
Madre desarrolla dentro de nosotros
la confianza y la seguridad de que pase lo que pase siempre habrá alguien que
se ocupe atentamente de cuidarnos: nosotros
mismos.
Ha
llegado la hora dejar de creerte las mentiras corrosivas del personaje oscuro
de la Victima y abrazar cuanto antes a esa criatura inocente que en realidad
eres. A esa parte de ti que necesita del alimento de tu propio amor y de un gran
plato combinado de tu protección, valoración y respeto. Porque esa parte de ti es tu pequeño hijo, tu creación y sin el cuidado de su Madre languidece, se
siente abandonado, huérfano, desamparado… Y porque si tú no le cuidas, ten por seguro que nadie lo hará.
Pero
en nuestra evolución personal no solo necesitamos una Gran Madre. Una vez
enraizados tenemos que dar un paso más allá: crecer más alto y hacer florecer
todo nuestro enorme potencial. La energía maternal puede y debe evolucionar
hacia un nivel superior, más vigoroso y radiante. La Madre Protectora tiene que despertar al poderoso León, debe encender
su fuego y lanzarse a la conquista de todo su Reino.
EL GUERRERO SOLAR
¡Deja de quejarte y enciende tu Poder!
Desde
la estabilidad que proporciona la Madre Protectora nace la escalera que
nos eleva al reino del arquetipo más poderoso: el Guerrero, Héroe o Mago; distintos nombres que aluden a una misma
pulsión de nuestro inconsciente colectivo: la pulsión radiante de la voluntad y
la superación.
Este
arquetipo nos conecta como ningún otro con nuestro verdadero Poder Creador. Es
el que enciende el fuego interno y nos permite abandonar el exceso de comodidad
para emprender el viaje del Héroe. El viaje que muchas de las grandes leyendas,
historias y cuentos narran simbólicamente de distinta forma. Un viaje que nos
lleva a encontrar nuestro gran tesoro enterrado.
Para
entrar en el mundo mágico de este arquetipo debemos estar dispuestos a aceptar
la misión que el Guerrero viene a cumplir: la conquista interna.
Tu
interior es como un Reino sin Rey o Reina donde pugnan distintos señores
feudales por arrebatar el control del Castillo Real; el Conde
Miedoso, el Marques Rebelde, la Duquesa Glotona, el Señor de las Tierras
Perezosas, el Barón Caprichoso y hasta el Príncipe de las Tristezas… Cada uno de ellos se hace dueño brevemente de
tu Castillo Mental pero enseguida es destronado por el siguiente Señor.
Una eterna batalla cuyo único logro es malgastar tus riquezas y, sobre todo,
mantener débil, desorientado y exiliado al verdadero Rey. Una guerra que solo
genera confusión y oscuridad en tu Reino. Pero
tu Guerrero, tu Héroe viene a reconquistarlo y a unificarlo bajo su legítimo
Soberano: tu verdadera Voluntad. Viene a sacudirte y a despertarte para que
desempolves tus armas y logres coronarte como dueño y señor de tu Reino
Interno.
Cuando
entramos en resonancia con esta pulsión, algo se despierta en nosotros y
entendemos que los enemigos y las altas murallas no están fuera, sino dentro.
Que la Gran Batalla de la Luz contra la Oscuridad se libra tan solo en nuestra
Mente. Es en nuestro mundo interior donde realmente anidan los enemigos oscuros
del miedo, la duda, la pasividad, el conformismo… Es ahí dentro donde nuestra
Luz, si no contraatacamos, se apaga día a día por esos sentimientos sombríos y
por nuestras creencias negativas. Este y no otro es el verdadero campo de
batalla.
Al
contrario que la Victima, el Guerrero es un patrón de vibración
alta, aún más alta que el de la Madre
Protectora. Es un patrón de lucha, de perfeccionamiento, de evolución. Una
pulsión que eleva el compromiso de cuidar de uno mismo a una nueva dimensión.
El arquetipo de la Madre activa las
pautas de mimo, atención y amor por nosotros mismos, pero el Guerrero eleva estas pautas al nivel de lucha, de cruzada.
Genera un mayor grado de amor propio, autoprotección y defensa que nos impulsa
a enfrentar con garra los retos, dificultades y limitaciones de cada día. De
sentirnos con derecho a TENER ascendemos a sentirnos con derecho a SER. A ser
la mejor versión de uno mismo y a conquistar una vida plena. Un nivel emocional superior que nos hace
sentir que nuestro niño interior no solo tiene derecho al sustento vital, sino
también el derecho a crecer más alto y a florecer con prosperidad y abundancia.
Y además puede y sabe hacerlo.
El
Guerrero además transciende al descontrolado arquetipo del Rebelde: el patrón de conducta que rechaza toda disciplina,
sacrificio y esfuerzo. Hace madurar y crecer al adolescente insumiso e
inestable que nos autoboicotea con sus cambiantes impulsos. Y nos reconcilia sanamente con la validez
de la responsabilidad, perseverancia, constancia, deber...
Cuando
te conectas con este nivel de consciencia, comprendes que la misión más rentable
y transcendental que puedes emprender es erradicar las pautas negativas de tus
pensamientos y estados emocionales. Porque es ahí donde se esconden los
verdaderos adversarios que te mantienen voluble, pequeño, temeroso, carente…
Los que desinflan tu Poder Creador y te impiden conquistar el éxito y la
prosperidad.
El
mágico Guerrero te muestra que en tu interior es donde se realiza la verdadera
Magia. Que es dentro y no fuera donde se gestan las causas que crean tu
realidad externa y donde están todas las soluciones. Que aquel que conquista el
poder sobre sí mismo, conquista el poder sobre su vida.
Esta
potente vibración te moviliza para actuar y salir de la impotencia y la frustración.
Te revela que es preciso despertar tu espíritu de conquista y tomar las riendas
de tu corazón y tu mente. La enseñanza que trae este arquetipo es que si
quieres crecer más alto tienes que actuar,
ponerte en movimiento porque tus grandes deseos, tus metas, tus sueños sí que
están fuera, fuera del círculo de comodidad, miedo e inacción. La suerte no llega, se conquista.
Para
recorrer este camino tenemos que fortalecer la espada de la Voluntad y cortar
por lo sano con toda creencia limitante. Con todos los “no valgo, no sirvo, no
puedo, no es posible, no lo merezco”. Usar las emociones de fuego como el
miedo, la ira, el odio, la envidia y transmutarlas en combustible para la
acción constructiva. Tenemos que manejar nuestros deseos para que no nos
arrastren en direcciones contrarias. Es decir, este patrón te hace tomar el control y poner orden
en tu Reino Interior.
El
guerrero es el guardián del fuego interno. El que enciende el plexo solar e
inflama la voluntad y la motivación; el que aviva tu espíritu de conquista y
superación. Es un nivel vibratorio que nos empuja a dejar atrás la apatía, la
inseguridad y la resignación para emprender un viaje. El viaje que nos lleva a dejar de ser víctimas de los acontecimientos,
marionetas de las sugestiones externas y esclavos de los vaivenes emocionales.
El viaje que enciende nuestro Poder Creador.
Las
armas mágicas de tu guerrero interior son: la fuerza del Amor, la luz de la
Consciencia y el fuego de la Voluntad. Esta trinidad de fuerzas unidas abre el
cofre de tu auténtico Poder. Cuando aumentan y convergen las pulsiones de vida,
lucidez y arrojo que hay dentro de ti, logras dejar atrás definitivamente el
arquetipo de la Victima. Este es el
salto evolutivo que te transforma en un Padre
León capaz de vencer prácticamente cualquier obstáculo. Bajo estas
pulsiones no te dejarás derrotar por los impedimentos y fracasos del camino y
como un Ave Fénix te alzarás llameante donde antes te hubieras rendido. Porque
aunque el viaje no está exento de pruebas ni trampas, y es muy posible que
tropieces unas cuantas veces, el empuje del Guerrero
te levantará una y otra vez. Hasta que
en uno de esos intentos, aprenderás primero a caminar con seguridad, y
después... ¡A volar, volar alto!
Invocar
al Guerrero que habita en ti es
activar tus grandes recursos: tu mente, tus sentimientos, tu fuerza. Es
desarrollar tus capacidades positivas, tus talentos, tu creatividad... Es
proporcionarte a ti mismo, no solo un buen sustento, sino también todo lo
necesario para conseguir el éxito personal y la prosperidad.
Gracias
a sus conquistas y logros nuestro lado Guerrero
va desarrollando un fuerte y sano sentimiento de control sobre las
circunstancias, una voluntad de hierro, una gran confianza en que pase lo que
pase podrá con ello y saldrá adelante. Se convierte en el más fuerte de todos
los arquetipos personales y desarrolla un gran nivel de auto-confianza, poder,
autoestima y vitalidad.
Esta
conexión con nuestro valor y seguridad permite que aflore el Héroe que todos
llevamos dentro, ese lado luminoso de nuestro ser que no solo busca su propio
bienestar sino también el de los demás. Dentro de cada uno de nosotros hay un
altruista, un protector, un activista defensor de la justicia y el bienestar
común. Suele estar encogido de miedo e inseguridad, es decir, de egoísmo; pero cuando nos sentimos seguros, fuertes
y poderosos nuestro Héroe siempre despliega sus alas.
Por
otro lado nuestro Guerrero es
portador de un profundo conocimiento del principio de Polaridad. De la
polaridad Luz-Oscuridad, Vida-Muerte que gobierna este mundo material. Y de su
movimiento pendular que nos lleva inexorablemente de un extremo al otro. Sabe
que solo mediante la consciencia, el esfuerzo y la voluntad podemos lograr
mantenernos polarizados en el lado positivo por mucho más tiempo. Sabe que la Vida y la Luz, en este mundo en
el que vivimos, necesita de movimiento, de acción para mantenerse vital,
fuerte, radiante. Y es de esta consciencia de donde obtiene la fuerza para
luchar porque comprende que sin esfuerzo la Luz se apaga. Sin esfuerzo solo hay
entropía, cuesta abajo, caída libre hacia el extremo Muerte, Oscuridad. Al
igual que el agua cuando se estanca se pudre; la pasividad y el exceso de
comodidad solo nos llevan al declive y al ocaso. Nuestro poderoso lado Guerrero nos mantiene activos en un
movimiento ascendente y evolutivo que prolonga y expande la Vida y la Luz que
hay en nosotros.
Este
el arquetipo que consigue mayores logros en el mundo material y en una etapa de
nuestra vida resulta imprescindible adoptar su vibración para nuestro crecimiento
personal. Después nuestro Héroe podrá
seguir su camino ascendente y entrará en un plano superior donde, traspasando
la ilusión de división y polaridad, se despojará de la necesidad de lucha y
encontrará la serenidad.
Pero
eso será en otro momento y lugar. Ahora es el momento de encender tu fuego
interno, sacar brillo a tus armas y desenterrar el tesoro mágico de tu Poder
Creador. Es tiempo de dejar atrás la oscuridad del victimismo y vencer inercias
y temores. Aquí y ahora eres el Guerrero, el Héroe, el Mago... eres
el Rey o la Reina y ha llegado la hora de desarrollar todo tu potencial y conquistar
tu Gran Reino de Luz.
Información sobre Talleres en:
Mil Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGracias.encontre en esta informacion lo que busque tanto tiempo.i Gracias he revivido!
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