4 razones para empezar a practicar el silencio, según la neuropsicología
Al estar tan acostumbrados al “ruido de
fondo” –entre música, tráfico o televisión–, a veces genera un poco de
miedo enfrentarse a la quietud del silencio.
El
silencio dicen que es uno de los consejeros más neutros y objetivos que
podemos tener. Además de brindar tiempo y espacio para liberarnos de
aquello que nos ata a las horas del estrés y angustia, el silencio posee
numerosos beneficios para el funcionamiento mental. Quizá esto sea una
de las principales razones por las que el silencio forme parte de la
dinámica meditativa del budismo e, incluso, de la terapia.
No
obstante, al estar tan acostumbrados al “ruido de fondo” –entre música,
tráfico o televisión–, a veces genera un poco de miedo enfrentarse a la
quietud del silencio. Así que, en caso que decidas aprender a estar en
silencio, te compartimos los beneficios neuropsicológicos de ponerlo en
práctica:
– El silencio ayuda a regenerar las conexiones neuronales. De
acuerdo con un estudio realizado en 2013 en la Universidad Duke, el
silencio parece tener un desarrollo celular en el hipocampo –región
cerebral relacionada con la memoria y los sentidos–. Para la sorpresa de
los investigadores, la ausencia total de estímulos acústicos tenía un
efecto más pronunciado que cualquier estímulo auditivo, en los procesos
cognitivos del aprendizaje, la memoria y la emoción.
– El silencio desarrolla la creatividad. Aún
durante un periodo de silencio y calma, el cerebro se encarga de
procesar y asimilar información recibida del exterior; por lo que sin la
distracción de ruidos y otras perturbaciones, se activa la región que
integra las emociones y la memoria –el hipocampo–, y con ello la
fantasía, imaginación y el desarrollo de habilidades. Inclusive, permite
una postura más creativa y abierta al mundo. De acuerdo con los
estudios de Luciano Bernardi, el impacto de la música podría afectar
directamente el flujo sanguíneo, la presión sanguínea, el dióxido de
carbono y la circulación en la sangre; esto se asoció con un cambio
fisiológico compatible con el proceso de excitación, y por tanto con un
estado de exploración y creatividad del cerebro.
– El silencio reduce el estrés y la tensión.
El ruido constante afecta negativamente al cerebro, pues conduce a un
aumento de los niveles de cortisol. El silencio, por el otro lado,
impacta de manera diferente, regulando la presión arterial y la
circulación sanguínea en el cerebro. La investigación neurofisiológica
sugiere que los ruidos activan la amígdala, afectando a los patrones de
sueño, mientras que el silencio regula el funcionamiento de esta región
cerebral –y por tanto reduce los niveles de cortisol en el cerebro–.
– El silencio renueva los procesos cognitivos.
El ruido interfiere con el funcionamiento cognitivo, tal como la
atención y la motivación. Sin embargo el silencio permite la
regeneración de conexiones neuronales afectadas por la exposición a un
ruido excesivo.
Fuente: http://ecoosfera.com/2016/04/4-razones-para-empezar-a-practicar-el-silencio-segun-la-neuropsicologia/#/0
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