Hay dos tipos de dolor: El que te lastima y el que te cambia
Las personas no llegamos a este mundo
con la habilidad suficiente como para gestionar el dolor. A pesar de ser
algo común en nuestro ciclo vital, y de experimentarlo nada más venir
al mundo, nadie nos ha ofrecido un manual para sobrevivir al
sufrimiento.
De niños nos desahogamos con las
lágrimas pero, a medida que crecemos, nos dicen que llorar no es bueno,
que es algo que solo hacen los débiles. Es entonces cuando empezamos a
interiorizar, a callar palabras y a disimular.
La educación emocional no es algo que se
enseñe en los centros educativos, y nuestros padres casi nunca son
demasiado hábiles a la hora de iniciarnos en estos campos, en la gestión
de las frustraciones, de los desengaños, de las desilusiones.
Somos nosotros, a través de nuestras
experiencias, los que debemos aprender a sobrevivir. Ahora bien, hay
algo que debemos tener claro: hay muchos tipos de dolor emocional. Hay
unos que lastiman y otros que nos hacen cambiar para avanzar.
APRENDER A ACEPTAR LA ADVERSIDAD
Hay quien se niega a aceptar el dolor en
cada una de sus formas. Unos enmascaran el dolor físico con los
analgésicos y otros rehuyen del dolor emocional, fingiendo que no
existe.
• Es un error. Toda sensación de dolor
es síntoma de un problema interior que hay que conocer. Ya sea una
enfermedad, en caso de dolor físico, o bien un problema no afrontado de
forma correcta.
• Tampoco podemos pasar por alto que los problemas emocionales pueden
somatizarse y derivar así en dolor físico, en cansancio o en problemas
musculoesqueléticos.¿DE QUÉ FORMA HEMOS DE AFRONTAR LA ADVERSIDAD COTIDIANA?
No debe sorprenderte si te decimos que
es necesario aprender que existe esta dimensión lo antes posible. Es
vital pues que, desde nuestra infancia, se nos hagan entender las
siguientes cuestiones:
• Por mucho que nuestros padres, madres o
abuelos se esfuercen, no pueden cuidar de nosotros siempre ni
garantizarnos una felicidad absoluta en cada paso que damos.
• Los niños deben aprender a gestionar la frustración, a que no siempre se consigue lo que se desea.Si educamos en madurez emocional, daremos múltiples estrategias a los más pequeños para que cada día, sean capaces de hacer frente a esas fuentes que les puede ocasionar dolor:
• Con una buena autoestima vencerán las posibles críticas de los compañeros de clase.
• Si son autónomos, si se esfuerzan en conseguir sus objetivos,
sabrán que muchas veces el conseguir algo no está exento de cierto
sufrimiento.El saber ya desde la infancia y la adolescencia que la adversidad es algo que puede aparecer más de lo que desearíamos hará que nos demos cuenta también de que “son momentos para ponernos a prueba”. Para demostrar de lo que somos capaces.
El día de tu muerte sucederá que lo que
tú posees en este mundo pasará a manos de otra persona. Pero lo que tú
eres será tuyo por siempre. — Henry Van Dyke
Comprendemos que no es fácil hacerles
ver a los niños que la vida, puede ser a veces muy compleja. Como madres
y padres les deseamos lo mejor, pero tampoco podemos sobreprotegerles
ni introducirlos en una burbuja. Hay que ofrecerles ante todo una
educación emocional que fomente su madurez, para que canalicen mejor las
decepciones, para que sepan desahogarse, quererse más a ellos mismos, y
superarse cada día en su búsqueda por ser felices.
EL DOLOR ES EL MAESTRO MÁS SEVERO
Desearíamos que no existiera. Nos
encantaría borrar el dolor y el sufrimiento de nuestra vida y de la vida
de quienes amamos, para que nada turbara nuestro equilibrio. Sin
embargo, hay unos principios que debemos asumir e interiorizar por
nuestro bien.
La vida fluye y cambia. Nada es estable y
formamos parte del movimiento. Hay quien dice que para saber qué es la
felicidad, primero hay que sufrir. En absoluto. No hay que ser tan
extremos. Las personas sabemos muy bien qué es estar bien, satisfechos,
tranquilos y felices. Es un bien primordial y sabemos reconocerlo sin
necesidad de ver a su antagonista frente a frente.
Ahora bien, sí hay unos errores en los que a veces solemos caer. Son los siguientes:
• Pensar que la felicidad y que la calma
se van a mantener para siempre. No estamos preparados para sufrir las
pérdidas, las enfermedades, para sufrir desengaños.
•
• Nos olvidamos de que la vida tiene un principio innato: avanzar. Y todo avance trae de forma irremediable el cambio, ya sea bueno o malo.
•
• Todos formamos parte de ese movimiento vital. Es necesario pues permitirse llevar de la forma más armónica posible al compás de esos cambios.
•
Si nos resistimos a hechos tan comunes como envejecer o no aceptamos que alguien haya podido dejar de amarnos, quedaremos encallados, aferrados al sufrimiento. Hay que llorar y enfadarse, desde luego. Es lícito ponerse de mal humor y sentir el dolor en toda su intensidad cuando algo ocurre pero, luego, debes aceptarlo. Y, después, formar parte de ese río que nos lleva la vida en el día a día, donde el cambio puede traerte de nuevo cosas buenas.
•
• Nos olvidamos de que la vida tiene un principio innato: avanzar. Y todo avance trae de forma irremediable el cambio, ya sea bueno o malo.
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• Todos formamos parte de ese movimiento vital. Es necesario pues permitirse llevar de la forma más armónica posible al compás de esos cambios.
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Si nos resistimos a hechos tan comunes como envejecer o no aceptamos que alguien haya podido dejar de amarnos, quedaremos encallados, aferrados al sufrimiento. Hay que llorar y enfadarse, desde luego. Es lícito ponerse de mal humor y sentir el dolor en toda su intensidad cuando algo ocurre pero, luego, debes aceptarlo. Y, después, formar parte de ese río que nos lleva la vida en el día a día, donde el cambio puede traerte de nuevo cosas buenas.
Hay vivencias que nos van a dejar
lastimados por dentro, de eso no cabe duda. Hay un tipo de dolor que no
deja indemne a nadie, y eso es algo que debemos asumir. La pérdida de un
ser querido , por ejemplo, es algo difícil de aceptar, pero poco,
podremos vivir con esa ausencia. Dolerá un poco menos.
Ahora bien, ten en cuenta que, si bien
es cierto que la personas no solemos llegar “preparadas de fábrica” para
el sufrimiento, sí disponemos de estrategias innatas para afrontarlo:
todos somos excelentes supervivientes, todos disponemos de RESILIENCIA.
Fuente: Buscándome
TOMADO DE http://www.shurya.com
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