EL MILAGRO DE VIVIR DESPIERTO.
Quang, permíteme enfatizar que mientras se practica la atención mental
uno no debe estar dominado por la distinción entre lo bueno y lo malo,
creando una batalla dentro de sí mismo.
Siempre que surja un pensamiento bueno, reconoce: “acaba de surgir un
pensamiento bueno”. Y si un pensamiento malo surge, reconócelo también:
“acaba de surgir un pensamiento malo”. No lo alimentes ni trates de
desembarazarte de él; reconocerlo es suficiente. Si te has ido, debes
saber que te has ido, y si estás allí todavía, debes también
saberlo. Una vez que hayas alcanzado ese estado de conciencia, no habrás
de temer ya nada.
Cuando mencioné al guardián ante el corredor, Quang, debías haber
imaginado un corredor con dos puertas, una de entrada y otra de salida,
con tu Mente como guardián. Te das cuenta de cualquier pensamiento o
sentimiento que entre, y cuando salga te das cuenta que ha salido. Pero
la imagen tiene un defecto: la idea de que los que entran y salen del
corredor son distintos del guardián; ya que los pensamientos y
sentimientos son nuestros, son una parte de nosotros. Existe la
tentación de mirarlos, al menos a una parte de ellos, como a fuerzas
enemigas que tratan de perturbar o poner asedio a la concentración y
comprensión de nuestra mente.
Pero de hecho, cuando hay irritación, nosotros mismos estamos irritados;
cuando estamos felices, nosotros mismos somos la felicidad. Cuando
tenemos ciertos pensamientos, nosotros somos esos pensamientos. Somos al
mismo tiempo los guardianes y los visitantes. Somos al mismo tiempo la
mente y los observadores de la mente. Por tanto ahuyentar o alojar
cualquier pensamiento no es algo importante. Lo importante es darse
cuenta del pensamiento. Esta observación no es una objetivación de la
Mente: no establece distinción entre objeto y sujeto. La Mente no se
apropia de la Mente, la Mente no expulsa a la Mente. La Mente sólo puede
observarse a sí misma; y esta observación no es la observación de un
objeto externo e independiente del observador.
Buda usa la frase: “Atención del sentimiento en el sentimiento, atención
de la Mente en la Mente”. Algunas personas han interpretado esto
diciendo que el Buda utilizaba esta fraseología para enfatizar palabras
tales como sentimiento y mente, pero no creo que las personas hayan
captado totalmente la intención del Buda. Atención del sentimiento en el
sentimiento es la atención del sentimiento directamente sobre el sentimiento, mientras se experimenta el sentimiento,
y no desde luego la contemplación de alguna imagen de sentimiento que
uno ha creado para producir un sentimiento sobre algún objeto, con
existencia individual y separada de uno mismo. Atención de la mente en
la Mente es la mente que experimenta la atención de la mente en la
Mente. La objetividad de un observador externo examinando algo es el
método de la ciencia, pero no es el método de la meditación. Por tanto,
la imagen del guardián y los visitantes entrando y saliendo por un
corredor no es válida para ilustrar la observación atenta de la mente.
Dice el Sutra que la mente es como un mono saltando de rama en rama en
un bosque. Para no perderlo de vista en algún movimiento repentino,
debemos vigilar el mono constantemente. El Sutra lo llama “ser uno con
él”. La Mente contemplando a la Mente es como un objeto y su sombra, el
objeto no puede desprenderse de su sombra. Los dos son uno. A cualquier
parte que vaya la mente, sigue dentro de los dominios de la mente.
El Sutra usa a veces la expresión “atar al mono” para referirse a la
sujeción de la mente. Pero la imagen del mono es sólo un medio de
expresión. Una vez que la mente está directa y continuamente atenta a sí
misma, deja de ser como un mono. No hay dos mentes, una que salta de
rama en rama y otra que corre tras ella como un trozo de cuerda para
atarla.
La persona que practica meditación por lo general espera ”ver su propia
naturaleza” para lograr el despertar. Pero si acabas de empezar, no
esperes “percibir tu propia naturaleza”. Mejor aún: no esperes nada.
Especialmente no esperes ver al Buda o cualquier versión de la “realidad
última” mientras estás sentado. Durante los primeros seis meses, trata
de construir tu poder de concentración, de crear calma interior y
alegría serena.
Te librarás de la ansiedad, disfrutarás de un descanso total y acallarás
tu mente. Te sentirás refrescado y obtendrás una visión de las cosas
más amplia y clara, y profundizarás el amor dentro de ti. Sentarse en
meditación es alimentar el espíritu y también el cuerpo. A través de la
postura nuestros cuerpos ganarán armonía, se sentirán más ligeros y
estarán más en paz.
El sendero que va desde la exploración de tu mente hasta la vista de tu
propia naturaleza no será demasiado áspero. Una vez que seas capaz de
aquietar tu mente, una vez que tus emociones y pensamientos no te
perturben más, en ese punto tu mente morará en la Mente. Tu mente asirá
la Mente de una forma tan directa y maravillosa que ya no habrá
diferencias entre sujeto y objeto. Al beber una taza de té, la aparente
diferencia entre el que bebe y el té que está siendo bebido se disuelve.
Beber una taza de té llega a ser una experiencia directa maravillosa en
la que deja de existir la distinción entre sujeto y objeto.
La mente dispersa es también Mente, de la misma manera que las olas que
agitan la superficie del agua son también Agua. Cuando la Mente (con
mayúscula) toma las riendas de la mente (pequeña, individual), la mente
engañada se convierte en Mente Veraz.
Thich Naht Hanh
Extracto de: Cómo lograr el milagro de vivir despierto.
Extracto de: Cómo lograr el milagro de vivir despierto.
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