La sonrisa de un niño es el mejor regalo de amor




No hay nada más doloroso que la imagen de un niño con huracanes en los ojos y una mirada triste, apática y desganada… No hay nada más angustiante que la sonrisa de un niño mermada, dolorida y perdida… No hay nada más desolador que contemplar cómo un niño ha perdido su energía, su magia, su brillo y su viveza.
¿Por qué nos duele tanto? Porque la infancia siempre debe ser reflejo de felicidad, de bondad y de inocencia. Y es que nuestro inconsciente colectivo se sincroniza con esa ingenuidad que un día nos hizo sentirnos vivos y que con el tiempo se apaga.
Entonces recordamos que los beneficios de la risa y del juego son interminables, que una sola carcajada oxigena nuestra vida, que nos ayuda a tomar aire, a dialogar con nosotros mismos, a ser sinceros ante la vida.
Poder ver la sonrisa de un niño es el mejor regalo de amor, de magia y de luz de este mundo. Porque cuando un niño se divierte, se siente bien y se sabe querido ilumina al resto de la humanidad guiñándole un ojo a la esperanza…

Por eso, protejamos a los niños de aquello que resulta innecesario, que les hace crecer con miedo y no les ofrece oportunidades.  Porque ellos son nuestro anclaje, los artífices de nuestro futuro, las semillas de nuestra historia…

Sus sonrisas, un guiño de esperanza

En un momento en el que el mundo necesita más que nunca creer en que hay algo que puede detener la violencia y contener la bondad, encontrarnos con la sonrisa de un niño nos envuelve en un halo de esperanza.
Porque no podemos olvidar que nuestros niños son el futuro, así como nosotros lo fuimos hace tiempo. Porque son mentes libres que absorben nuestras enseñanzas como si fueran esponjas, por eso debemos evitar que nuestro ejemplo les contamine.
“Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivos, a estar siempre ocupado en algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”.
-Paulo Coehlo-

La importancia de los Derechos en la Infancia

Todos los niños tienen derecho a vivir y a crecer en condiciones óptimas. Todos los niños tienen derecho a recibir una educación, a disfrutar de una vida social, a construir su propio futuro.
Todos los niños tienen derecho a comer, a no pasar hambre y a no sufrir malnutrición. De igual forma, todos los niños deben ser protegidos de enfermedades, deben tener derecho a expresarse, a participar en las decisiones de aquello que les afecta, a vivir en un entorno seguro y protegido.
Si alimentamos a los niños de amor los miedos morirán de hambre
No podemos dejar de recordar en un 20 de Noviembre, Día Mundial de la Infancia, que hay millones de niños viviendo en condiciones insalubres y siendo esclavizados y atormentados día tras día.
No podemos olvidar que hay miles de niños que están siendo alimentados con violencia, obligados a presenciar o a cometer atrocidades, adoctrinados en el valor de la muerte, privados de su infancia, de su vida y de su crecimiento.
Por eso en días como hoy es bueno recordar lo que importa la sonrisa de un niño. Porque cada gramo de felicidad es una tonelada de fortuna para el mundo. Y es que no hay nada que nos llene más de esperanza que ver a un niño feliz y sonreír.

FUENTE https://lamenteesmaravillosa.com

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