El Cordón de plata, el sexto Chakra y la Glándula Pineal
“Tenía una conciencia muy clara de ser
únicamente alma, estaba únicamente cubierta de luz, no tenía forma
alguna, solo aquella conciencia absoluta de ser un alma. Estaba, al
mismo tiempo, formada por un cuerpo astral, por un cuerpo mental y,
entre los dos, el cuerpo causal. Y vi también la cuerda de plata y mi
cuerpo físico en la cama. Lo que unía entre sí la cuerda de plata, era
el cuerpo físico, inmóvil en la cama, y los otros tres, el el astral, el
mental y el causal, pero el alma no estaba unida a los demás por la
cuerda de plata. Me encontraba como perpleja, porque tenía antes la
plena seguridad de que en el momento en que dicha cuerda dejaba de unir
al alma con el cuerpo o con los cuatro cuerpos de que acabo de hablar,
el ser humano se moría. Pero no es así. Lo que relaciona el alma con sus
cuatro cuerpos no es la famosa cuerda de plata, sino algo que yo vi
entonces con toda claridad, y son como unos rayos de sol, unos rayos de
oro que brotan del alma y luego interpretan los cuatro cuerpos, como el
chakra de los hindúes”
Así se expresaba Anne-Marie Dinkel, una
“sensible” suiza de carácter extraordinario, en una entrevista realizada
por los años setenta por el investigador de los fenómenos que comprende
la parapsicología _o la parapsíquica_ Vintila Horia, comentando su
experiencia más significativa en el campo de los viajes astrales y el
conocimiento íntimo del alma humana. Decía que la primera vez que tuvo
conciencia de sus poderes fue antes de nacer. Se encontraba en un lugar
al que algunos llaman “el jardín cósmico”, el sitio donde las almas
esperan el momento en que quieran volver a la tierra, encarnarse. Es en
este lugar donde uno espera hasta que encuentra a sus padres, en
definitiva, todos los componentes propicios para que el alma pueda
regresar a un cuerpo material. “El alma tiene que volver a vivir aquí
para saber más, para aprender, para volver a hacer bien lo que había
hecho mal”. “En el jardín cósmico no se aprende nada, allí se espera
sencillamente”.
Es en otro plano donde el alma se
encuentra con “existencias”, o bien “amigos-guía”, que enseñan al alma
la realidad de la existencia o el momento idóneo para encarnarse de
nuevo. Es en este plano al que también las almas, en el momento de la
muerte física, se reencuentran con amigos de vidas anteriores, así como
“guías o seres de luz” que ayudan a tomar la decisión que por ellos
mismos aún no están en condiciones de aceptar, en el caso de que la
misión en la existencia física todavía no se haya completado. “Vi
entonces otras luces moviéndose entre la niebla. Eran como sombras, a
veces sin figura alguna, seres que habían perdido su personalidad, que
no lograban recordar quiénes eran y a los que hay que reintegrar a su
verdadera personalidad. Y todas aquellas luces que se movían en la
niebla eran quías que venían desde la Tierra, como yo, y ayudaban a
aquellos seres perdidos, que no sabían aún donde se encontraban, o que,
debido a la violencia de su muerte repentina, habían dejado de tener una
conciencia”.
En una operación de cesárea en la que se
produjo la muerte clínica, una vez convencida de la necesidad de
reintegrarse a su cuerpo, comentaba: “Noté como una fuerza que me
empujaba o, mejor dicho, me tiraba hacia abajo. Y luego oí un ruido
fuerte, como una ventana que se cerraba o como la tapa de una caja. Mi
cuerpo, probablemente, que volvía a cerrarse en torno a mí”. Más
adelante, afirma: “Yo he visto mi propia cuerda de plata, una vez me la
enseñaron cuando me encontraba fuera de mí, y la vi como se volvía azul,
luego gris y cada vez más delgada. Entonces, el guía que me acompañaba
me empujó hacia abajo, para volver en mí y que el contacto no se
rompiese. ¿Se da cuenta? En el fondo no hay ningún peligro.
Si la muerte no tiene que suceder, nadie
puede cortar el contacto. Los que mueren es porque ha llegado su
momento”. “Esta nube _que algunos podemos distinguir_ es lo que se llama
el cuerpo etéreo, lo que lo tiene todo junto, alma y cuerpo, lo que
hace posible la existencia psicosomática… es la misma materia que los
físicos describen como uniendo entre sí los átomos y las moléculas, lo
que antes se llamaba el vacío. Tal vacío no existe, está compensado por
algo, por esta eternidad física y material”. Pero este aura o cuerpo
etéreo no sigue al alma después de su peregrinación, se diluye en el
aire, como un gas, y debe desaparecer, puesto que su misión de unir alma
y cuerpo ha terminado.
La sensitiva y médium Concetta Bertoldi
comenta a su vez, que los guías espirituales son seres que han pasado
por numerosas vidas en este mundo. La mayoría siguen reencarnándose,
aunque algunos han evolucionado más allá del proceso de reencarnación;
se han apeado de lo que los hindúes denominan “la rueda de la vida”.
Define al Más Allá más bien como un estado o condición, las cosas tienen
una calidad completamente diferente, todo allí es perdón, amor. Tiene
muchas características que pueden parecer tangibles, solo que más puras,
bellas y vibrantes, incluso más reales que lo que aquí conocemos por
realidad. Allí nos movemos en una mezcla entre flotar, andar y volar a
la vez, es como gravitar hacia la luz. Recordamos cada instante de
nuestro pasado con todo detalle. Contemplamos y comprendemos todas las
consecuencias de las acciones e interacciones con todos aquellos con los
que nos hemos encontrado. Y por fin entendemos cuál ha sido nuestro
objetivo en esta vida.
Una clave para entender donde radica la
capacidad de acercarnos al mundo más allá de lo sensorial, a esa
intrigante dimensión en la que se derrumban y pierden sentido las
nociones comunes de nuestra existencia material podría ser la glándula
pineal. Según el doctor en biología Saskia Bosman, la pineal es una
suerte de módem entre el mundo físico y otras dimensiones, entre el
mundo material espacio-tiempo que experimentamos a través de nuestros
sentidos y ese vacío infinito que contiene las supradimensiones, las
cuales percibimos como el interior llamado “paranormal”, las
experiencias extrasensoriales, los sueños, la clarividencia, telepatía,
etc.
La tradición hindú lo asocia al sexto
chakra, aquel que rige el tiempo, la percepción y la luz. Algunos
investigadores sugieren que la glándula pineal es también el órgano
sensorial del magnetismo, un sexto sentido que trasforma las ondas
electromagnéticas en estímulos neuroquímicos. Así, los indicadores
cuantitativos de la mayor o menor cantidad de cristales de
hidroaxiapatita en la epífisis _glándula pineal_ están directamente
relacionados con la capacidad mediúmnica. Quizá, los que nacemos con
déficit en esta somos los que no podemos decodificar cierta información
extrasensorial, que clarividentes, telépatas y médiums que la poseen en
mayor proporción sí son capaces de descifrar. Es en este punto donde
podemos incidir en que las filosofías y doctrinas espirituales y
religiosas orientales sostienen que de hecho sí se pueden desarrollar
las capacidades psíquicas, abrir el sexto chakra _glándula pineal_,
despertar el tercer ojo…
Veamos lo que nos contaba Lobsang Rampa
sobre este despertar y la apertura del sexto chakra, y su relación con
el cordón de plata, en su conocido libro “El Tercer Ojo”:
“Para nosotros el cuerpo no era más que
una cáscara o caparazón animado por la auténtica personalidad de cada
cual, el Superser, que toma las riendas cuando uno se duerme o se muere.
Durante el sueño regresa el hombre a otro plano de existencia. El
espíritu se aparta del cuerpo físico y sale flotando en cuanto llega el
sueño. El espíritu mantiene su contacto con el cuerpo fisico por medio
de un «cordón de plata» que no se rompe hasta el momento de la muerte. Y
nuestros ensueños, mientras estamos dormidos, son vivencias que se
realizan en el plano espiritual del sueño. Cuando el espíritu regresa al
cuerpo, el choque del despertar desquicia la memoria onírica a no ser
que esté entrenado especialmente”.
“El aura que rodea el cuerpo y que
cualquier persona, bajo las adecuadas condiciones, puede aprender a ver,
no es más que un reflejo de la Fuerza Vital que arde en él. Creemos que
esta energía es eléctrica lo mismo que el rayo”.
“En el Tíbet viajamos mucho por medio de
la proyección astral —no por levitación—, y se trata de un
procedimiento que podemos controlar a voluntad. Hacemos que el yo
abandone el cuerpo físico, aunque siga unido a él por el Cordón de
Plata. Podemos viajar por donde queramos con la mayor velocidad
concebible. La mayoría de nosotros posee la habilidad de realizar esos
viajes, pero muchos, después de haberse lanzado, han sentido un gran
choque psíquico por falta de entrenamiento. Probablemente todos han
tenido la sensación de dormirse y luego, sin razón aparente, despertarse
violentamente, como por una fuerte sacudida. Esto se debe a una
exteriorización del yo excesivamente rápida, una separación demasiado
brusca de los cuerpos fisico y astral. Esta violenta contracción del
Cordón de Plata hace que el cuerpo astral vuelva, como si tirase de él
un elástico demasiado distendido, a introducirse de nuevo en su
vestidura física. De todos modos, la sensación es mucho peor cuando se
regresa después de un viaje.
El ser astral está flotando a enorme
altura sobre el cuerpo como un globo al extremo de una cuerda. Algo,
quizá un ruido externo, hace que el astral se reintegre al cuerpo con
excesiva rapidez. Entonces, el cuerpo despierta repentinamente y tenemos
la horrible sensación de estar cayendo por un precipicio y de habernos
detenido en el mismo momento en que íbamos a estrellarnos”.
“Creemos que estamos en la Tierra para
aprender y que en ella es donde sufrimos todas las torturas que se
atribuyen al infierno. El Otro Sitio es para nosotros aquél donde vamos
cuando salimos del cuerpo, o sea el sitio en donde encontraremos a otras
entidades que también se han liberado del cuerpo. Y no es esto lo que
se llama espiritualismo, si no una creencia muy concreta en que durante
el sueño o después de la muerte podremos movernos con absoluta libertad
por los planos astrales. A los más elevados de estos planos los llamamos
«La Tierra de la Luz Dorada». Estamos seguros de que cuando nos
encontremos en lo astral _después de la muerte o durante el sueño_
podremos encontrar allí a las personas amadas porque estamos en armonía
con ellas. Y nunca veremos a las personas por quienes sentimos
antipatía, ya que ese estado de desarmonía no puede existir en la Tierra
de la Luz Dorada”.
“Somos almas inmortales. Nuestra
plegaria: «Om manipad-me Hum!» se suele traducir al pie de la letra de
este modo: « ¡la Joya del Loto!» Los que hemos avanzado un poco más en
nuestra religión sabemos que su verdadero significado es: « el Super-Ser
del hombre!» No existe la muerte. Como uno se quita la ropa al terminar
la jornada, lo mismo se quita el alma del cuerpo cuando éste se duerme.
Así como se desecha un traje cuando se ha gastado, también se desecha
el alma al cuerpo cuando está excesivamente usado o se ha roto. Morir no
es más que el acto de nacer en otro plano de la existencia. El Hombre, o
el espíritu del Hombre, es eterno. El cuerpo es sólo la vestidura
temporal que cubre el espíritu y es elegido según la tarea que
corresponda a cada persona en la tierra. La apariencia externa carece
por completo de importancia”.
Sobre el cordón de plata ampliamente
difundido por la tradición esotérica y su relación con el cuerpo astral y
el físico, encontramos según se afirma, que es una masa de moléculas
que vibran a una velocidad altísima, a pesar del de que el conjunto de
partículas que lo forman contienen todos los colores existentes, su
conjunto desde fuera parece plateado. Este cordón es infinitamente
extensible y sin límites, y el ser humano que viaja en el astral, al
separarse de su cuerpo flota al extremo del cordón de plata de una forma
similar a la de una cometa al final de su cuerda. Cuando el cuerpo
físico demanda su parte astral éste es tirado hacia abajo igual como si
tiramos de una cometa.
El Cordón de Plata une la
Supraconciencia o Ser Superior con el cuerpo humano. Impresiones,
lecciones, órdenes y, de vez en cuando, alimento espiritual, proceden
del Ser Superior hacia el cuerpo humano, y cuando éste muere, el cordón
de plata se corta y el cuerpo humano es dejado aparte, como si fuera
ropa vieja e inservible que ya terminó su función, mientras el espíritu
continúa. Tanto si viajamos en el presente como si nos introducimos en
los Archivos Akáshicos, que contienen toda la información sobre la
exsitencia humana, el cordón de plata es la cuerda de seguridad y
comunicación entre lo que percibimos y el plano físico donde se
encuentra el cuerpo. Toda la información nos es transmitida a través de
él. Gracias a la capacidad infinita de extenderse que tiene podemos
viajar a todos los planos de existencia, siempre que nuestra evolución y
color de nuestra aura nos los permitan.
La firme convicción en la existencia de
ese cordón de plata es antiquísima. Los iniciados en el viaje saben que
pueden trasladar el cuerpo astral a grandes distancias mientras el
cuerpo físico reposa aparentemente dormido. La conciencia viaja porque
goza del privilegio de no estar condicionada por el espacio ni por el
tiempo Durante el estado de vigilia, cuando el ego funciona
concientemente en el mundo físico, sus diversos círculos están
concéntricos ocupando el espacio, pero por la noche, cuando el cuerpo
duerme, se produce una separación. Al producirse la muerte el cordón de
plata se rompe en el átomo simiente del corazón y de ahí al exterior
siguiendo por el cordón plateado hasta los vehículos superiores.
El viaje astral _ligado siempre al
cordón de plata_ es algo que no puede ser descrito con palabras, pues es
lo más grande que puede conseguir el ser humano. El mundo astral consta
así de numerosos planos y subplanos que se extienden en serie
ascendente desde el más cercano al mundo físico hasta el más cercano al
mundo espiritual. Entre estos dos extremos se puede observar innumerable
variedad de fenómenos y fases de existencia. En los subplanos
inferiores del mundo astral se manifiestan las actividades psíquicas
llamadas clarividencia, clariaudiencia, telepatía, psicometría, etc.
También se manifiestan en estos subplanos inferiores ciertas formas de
ectoplasmas, espectros y otras apariciones de almas desencarnadas, que a
veces perciben el hombre y algunos animales.
Asimismo actúan y se mueven en estos
subplanos los seres humanos vivientes en el mundo físico que se
desprenden temporáneamente de su cuerpo físico durante el sueño o el
éxtasis, o deliberadamente, mediante las técnicas apropiadas de
meditación. Los colores astrales son los de las auras que circuyen el
cuerpo físico de todo ser humano, y se manifiestan en algunos subplanos
del astral. En otros subplanos se manifiestan los fenómenos psiquismo,
las formas de pensamiento, las ondas y nubes mentales que influyen en la
mente y el ánimo de quienes tienen su misma tónica psíquica.
El moribundo va desprendiéndose poco a
poco de su cuerpo físico y, al expirar, queda el alma revestida del
cuerpo astral, que es exacta contraparte del físico, con el cual
coincide durante la vida terrena. Es el cuerpo astral una forma de
materia mucho más sutil que la física, de modo que escapa a todas las
pruebas que revelan la materia ordinaria. En el momento de la muerte, el
cuerpo astral queda enlazado con el cadáver por un tenue cordón de
materia aérea, que al fin se rompe, y queda entonces el cuerpo astral
libre, como externa envoltura del alma.
Pero este cuerpo astral no es el
verdadero ser humano, como tampoco lo era el cuerpo físico, pues ambos
no son más que temporáneas envolturas del alma. Al dejar el cuerpo
físico se sume el alma en profundo sueño o estado comático, semejante al
del feto en el claustro materno, y así se predispone a nacer en el
mundo astral, pues necesita tiempo para adaptarse a las nuevas
condiciones y cobrar la fuerza y vigor requeridos por la nueva fase de
existencia.
La Naturaleza abunda en estas analogías.
El nacimiento en el mundo físico tiene muchos puntos de semejanza con
el nacimiento en el astral y ambos están precedidos por un período
comático. Después de la muerte física permanece el alma dormida en el
cuerpo astral que le sirve de protectora envoltura, como la matriz
protege al feto. Al decir que el alma se desprende de su lastre terreno
significamos que se dispone a desecharlo, porque el proceso efectivo de
desecho o desprendimiento del lastre terreno comienza inmediatamente
después del despertar. Cuando el alma siente el impulso de reanudar la
vida, se despereza lenta y lánguidamente, como hace el hombre terrenal
al despertar de un largo y profundo sueño. Entonces, a manera de
mariposa que surge de su crisálida, se desprende el alma del cuerpo
astral y en rápida sucesión desecha los elementos inferiores de su
humana naturaleza. Este proceso es muy corto y se efectúa mientras el
alma va recobrando lentamente su conciencia. Cuando despierta del todo,
se halla el alma libre del lastre de su personalidad y abre los ojos al
escenario de sus nuevas actividades en el mundo astral.
Cada alma está destinada a vivir esta
otra vida en el plano congruente con sus mejores cualidades después de
sacudida la escoria de la personalidad. Puede así el alma progresar
notablemente en el mundo astral y durante su vida allí purificarse de
modo que vaya subiendo de nivel. Muy admirable y hermosa es la
circunstancia de que el alma despierta viva en el plano correspondiente a
sus mejores cualidades. Al punto reconocemos que esta circunstancia
satisface los anhelos de nuestra alma y las vivas ansias de nuestro
corazón mientras estamos en el mundo físico.
El mundo terrestre es una de tantas
escuelas que de tiempo en tiempo se instalan en el Cosmos, y muchas de
ellas son moradas de grado muy inferior.
El alma humana subsistirá millones de
eones después que esta Tierra y millares como ella se hayan desintegrado
y restituido su materia a la sustancia originaria de que procedieron.
Dar importancia primordial a la vida planetaria de la Tierra en el orden
cósmico es contrario a las enseñanzas de los sabios. Además, no es
cierto, como muchos reencarnacionistas se figuran, que en la presente
etapa de su evolución sólo pueda progresar el alma encarnada en el mundo
terreno. Si bien es verdad que la mayoría de los seres humanos han de
pasar muchas encarnaciones terrestres antes de alcanzar la liberación,
también es cierto que cuando el alma llega a la etapa de evolución
espiritual en que ya no la atan lazos terrenos, entonces es imposible
que ni por un momento vuelva obligadamente a la tierra.
Hay actualmente muchas almas que en los
planos superiores están desprendiéndose de las ligaduras terrenales
porque han entrado en la etapa final de la humana evolución.
También hay ahora en la Tierra muchas
almas que están pasando su última encarnación y al morir su cuerpo
físico irán a esferas sin relación directa con el mundo físico. Existen
asimismo otras almas muy adelantadas en el camino de la liberación, que
sólo han de reencarnar una vez más en este mundo, para después alcanzar
un excelso estado de espiritualidad y sabiduría.
Cuando el funcionamiento de los chakras
es normal, cada uno de ellos estará abierto, girando en el sentido de
las manecillas del reloj para metabolizar las energías particulares que
necesita del campo de energía universal.
Cuando el chakra gira en sentido
contrario a las agujas del reloj, la corriente fluye del centro hacia
fuera, con lo que interfiere el metabolismo. Por tanto, se dice que el
chakra está cerrado o bloqueado a las energías que llegan.La mayoría de
las personas tienen tres o cuatro chakras que giran en sentido contrario
en un momento determinado. Como los chakras no sólo son metabolizadores
de la energía, sino que también la detectan, sirven para
proporcionarnos información sobre el mundo que nos rodea. Si bloqueamos
algún chakra, no dejamos que entre la información. Por tanto, cuando
nuestros chakras fluyen en sentido contrario a las agujas del reloj,
hacemos salir nuestra energía enviándola al mundo, detectamos la energía
que hemos enviado y decimos que eso es el mundo. Es lo que en
psicología se llama proyección.
La realidad imaginaria que proyectamos
al mundo guarda relación con la “imagen” que nos hemos formado de aquél a
través de nuestras experiencias infantiles, a través de la mente del
niño que fuimos. Dado que cada chakra está relacionado con una función
psicológica específica, lo que proyectamos a través de cada uno de ellos
estará dentro del área de funcionamiento de dicho chakra y será algo
muy personal, ya que la experiencia vital de cada persona es única.
La glándula pineal, que suele asociarse
con el sexto chakra, es rica en un derivado de la serotonina, llamado
melatonina. Este compuesto se metaboliza fácilmente en una molécula de
tres anillos llamada 10-metoxiharmalano, dotada de propiedades
alucinógenas, es decir, que induce visiones interiores. La glándula
pineal contiene fotoreceptores y… la luz y las experiencias visionarias
desempeñan un papel importante en ese plano de la conciencia. Los
estudios parecen indicar que la melatonina y la glándula pineal en
general presentan efectos de inhibición sobre las glándulas femeninas y
masculinas de los mamíferos. Y también se cumple la recíproca, es decir
que las hormonas sexuales como la testosterona, los estrógenos y la
progesterona, inhiben a su vez la secreción de melatonina. De ahí cabe
deducir que la actividad sexual, por cuanto estimula dichas hormonas,
podría afectar negativamente a la apertura de ese chakra del tercer ojo;
inversamente, un exceso de actividad de los centros superiores tal vez
perjudique al impulso sexual.
Pero… ¿de qué luz se habla? ¿Puede
también referirse a su vez a la luz espiritual, al aura, al plano
astral? De todo lo anterior podemos sacar la conclusión de que la
apertura del tercer ojo, en consonancia con el sexto chakra hindú, se
puede realizar usando y activando de forma consciente la glándula
pineal, que se va atrofiando por diferentes causas a lo largo de la
vida, que sería como el ojo de la aguja por donde transita el cordón de
plata que une todos nuestros cuerpos, o asimismo esos rayos de oro que
veía Anne-Maríe Dinkel que nos posibilitan acceder a los planos
superiores de conciencia.
Por lo visto anteriormente, estamos en
condiciones de afirmar que ese despertar a una supraconciencia no es
asunto imposible, puede estar al alcance de todos los seres humanos, no
es magia ni espirtitismo, incluso quedaría fuera del ámbito de la
parapsicología, ya que pasaría a ser la restitución de un poder perdido,
que quizá en tiempos ancestrales disfrutábamos, y para lo cual poseemos
un órgano material que lo hace posible.
Un personaje extraordinario, llamado
Gustav Rol, al que se le ha definido como el “sensitivo” más importante
del siglo XX, el último y auténtico Maestro Espiritual, cuyos poderes
abarcaban cualquier aspecto psíquico imaginable, aclaraba cuando se le
preguntaba sobre el origen de sus poderes: “Yo soy una persona
cualquiera. No tengo nada que ver con los médiums, los curanderos, los
espiritistas que usted entrevista. Éste mundo está lejos de mi
mentalidad. Mis modestos experimentos forman parte de la ciencia. Son
cosas que en el futuro todos los hombres podrán realizar. Siempre he
pensado no ser un sensitivo, un vidente, médium, taumaturgo ni nada por
el estilo. Es todo un mundo, el de la Parapsicología, al que no
pertenezco aunque haya conocido personas verdaderamente dignas y
animadas con intenciones nobilísimas. Se escribe demasiado sobre mí, y
muchos de los que lo han hecho pueden decir que me he quejado por la
publicación de una vasta gama de fenómenos y nunca de lo que transmito,
en el intento de dar una explicación a estas cosas indagando sobre cómo y
por qué se producen ciertos eventos maravillosos.
Según le revelaba al escritor Leo
Talamonti: “No hay causalidad mecánica y tampoco casualidad: es el
triunfo de la voluntad sobre lo imprevisible, de la armonía creadora
sobre la casualidad”. Todo le sobrevino en 1927, mientras estaba
observando un arcoiris. Le encantó tanto aquel color verde que permanece
en el centro de la inmensa faja irisada, que no pudo apartar los ojos
de él. Lo sintió vivir en sí como pura vibración inmaterial, a la vez
que advertía que aquella vibración le evocaba otra, correspondiente a la
quinta nota musical, la nota sol. Sin tió entonces que lo invadía una
sensación de calor que se iba irradiando desde la base del cráneo. Al
mismo tiempo se encontró interiormente transfigurado, como si su yo de
antes hubiera ceido el puesto a otro yo más grande, más fuerte y capaz
de vibrar en la onda creativa del propio Cosmos… Entonces advirtió que
podía conocer cosas que permanecían escondidas a los demás y que, dentro
de ciertos límites, imponen su voluntad hasta a las fuerzas de la
Naturaleza. Había descubierto el secreto de lo que él llamaba
“consciencia sublime”.
Una vez le confió al periodista Dino
Buzzatti: “Es así que he esperado que fuera justo la Ciencia la que me
ayudara a reconocer y codificar estas sensaciones mías que estoy seguro
de que cada hombre posee, y será la Ciencia misma quien revelará estas
facultades y las promoverá en todos los hombres”.
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