Causas emocionales de la Alergia
La alergia se define como un aumento de
la capacidad del organismo para reaccionar ante una sustancia extraña,
-generalmente después de un contacto anterior con dicha sustancia-, que
produce la aparición de manifestaciones más o menos violentas distintas a
la reacción generada durante el primer contacto. Se trata de una
hipersensibilidad en la que intervienen fenómenos inmunológicos.
las alergias son un tipo de “fobia física”
que desencadena el cuerpo para evitar el recuerdo de alguna situación
muy dolorosa emocionalmente. Por tanto, la causa de la reacción alérgica
sería psicosomática y al liberar la respuesta emocional que la dispara, se mitigarían o desaparecerían los síntomas.
- En general, la persona alérgica siente aversión hacia alguien y no puede tolerarlo. Le cuesta trabajo adaptarse a alguien o a una situación.
Es una persona que se deja impresionar demasiado por los demás, sobre
todo por aquellos a quienes quiere impresionar. A menudo es también
susceptible. No quiere desagradar. Quizá deberíamos preguntarnos ¿a
quién soy alérgico o a qué situación soy alérgico?
- La persona alérgica vive una contradicción interna.
Una parte de ella quiere algo y otra parte se lo prohíbe. Y lo mismo le
sucede con las personas. Quiere mucho a alguien y depende de él; una
parte de sí desea la presencia de ese alguien, y otra parte le dice que
debería arreglárselas sin él, rechazando esta dependencia. De este modo,
termina por encontrar defectos en la persona amada. A menudo las
personas alérgicas tienen padres cuyas ideas son, en muchos aspectos,
opuestas. Otro elemento de la alergia es que se convierte en un medio
para llamar la atención; sobre todo si su manifestación es del tipo en
el que la persona se ahoga y necesita la intervención de los demás.
- Si sufres de alguna alergia, encuentra la situación o la persona hacia la cual sientes hostilidad y cuya aprobación buscas al mismo tiempo;
generalmente es una persona cercana. Crees que si actúas según las
expectativas de esa persona serás verdaderamente querido. Reconoce que
te has vuelto dependiente de su aprobación o de su reconocimiento. No creas que tienes que ser sumiso para ser querido.
Es interesante subrayar que la persona se vuelve con frecuencia alérgica a algo que le gusta.
Por ejemplo, te encantan los productos lácteos y eres alérgico a ellos.
Si eres alérgico a un alimento, tal vez te resulte difícil concederte
el derecho de experimentar placer con las cosas buenas de la vida.
Sería mucho más fácil y agradable para ti darte cuenta de que para llamar la atención de tus seres queridos no es necesario ponerte enfermo. El hecho de que en el pasado lograras atención enfermándote, no significa que es la única forma de conseguirla.
Si eres alérgico al polvo o a un animal, puede ser que te sientas agredido por los demás.
¿Por qué crees que quieren hacerlo? Te sugiero que revises tus propios
pensamientos de agresividad. En general, los temores que sentimos ante
los demás son un reflejo de lo que ocurre en nuestro interior.
En lugar de creer que tu alergia procede
de algún factor externo, te sugiero que revises lo que sucedió en las
veinticuatro horas anteriores a que apareciera la reacción alérgica.
Trata de observar qué persona te resulta intolerable o insoportable.
Como no puedes cambiar a los demás, no te queda más remedio que aprender
a ver con los ojos del corazón.
La alergia es el estado de un sujeto
que, por contacto anterior con un antígeno apropiado, ha adquirido la
propiedad de reaccionar cuando se da una segunda agresión por el mismo
antígeno, de un modo diferente, frecuentemente más violento e
incontrolable.
Una alergia es una respuesta sobre –
activada del sistema inmunitario a un antígeno exterior. La sustancia
alérgeno no conlleva reacción en la mayoría de la gente pero está
identificada para mí como peligrosa por el sistema inmunitario. Esta
respuesta, resultado de una causa interior, frecuentemente es el medio
por el cual el cuerpo me indica que vivo un estado de agresividad y de
hostilidad con relación a una persona o a una situación cualquiera, en
función de la interpretación por lo mental de lo que vivo como tan
especial. Las alergias (incluyendo la fiebre del heno) son parecidas al
asma, pero la reacción se sitúa más al nivel de los ojos, nariz y
garganta, en vez de los pulmones o del pecho.
¿A qué tengo alergia? ¿Qué es lo que me
sobre-activa tanto? ¿Qué es lo que causa realmente la irritación y la
fuerte respuesta emocional de mi cuerpo (ganas de sonarme, lagrimeo de
los ojos, ganas de llorar)?
Son todas las respuestas del sistema emocional, la liberación de emociones suprimidas por una reacción de mi cuerpo.
Éste reacciona a algo, una especie de símbolo mental, porque intenta
rechazar, ocultar (borrar de mi memoria consciente o de mi sensibilidad)
o ignorar lo que le molesta. Rechazo pues una parte mía que me agrede.
Es el medio que uso para expresar mis emociones, para echar afuera al
malo! Nada puede parar esta reacción de rechazo por el momento, y esto
no es racional porque esto forma parte del campo del instinto y del
inconsciente. Es como si hubiese algo que esté fuera de contexto aquí,
un enemigo que moleste mis barreras de protección. Este enemigo coge
poder, mi poder de ser y de hacer, y esto me impresiona.
Estoy impresionado por el poder de los demás en detrimento del mío. Me siento amenazado por cierto miedo inconsciente que rehúso vivir.
Las alergias tienden pues a indicar un profundo nivel de intolerancia,
quizás el miedo a tener que participar plenamente a la vida, a liberarme
de todas las muletas emotivas que me soportan y que me permitirían
vivir la autosuficiencia.
Quizás tenga dificultad en discernir,
elegir, tomar el lugar que me toca. La característica propia a la
persona alérgica es frecuentemente la sensación de no ser bastante correcta!
Quiero atraer y tener la atención, la simpatía y el soporte de los demás. ¿Uso la alergia para tener amor? Es posible. En cualquier caso, una cosa es segura: tengo una alergia porque rehúso una parte de mí- mismo y mi lucha inconsciente es grande.
Es mi resistencia, mi modo de decir no.
Tengo el poder de decidir lo que es conveniente para mí en mi propio
universo. Los individuos pueden estar alérgicos a todo tipo de cosas;
alimentos, objetos, formas, olores. Todo lo que, de cerca o de lejos,
implica los cinco sentidos (particularmente el olfato que es el sentido
más poderoso desde el punto de vista de la memoria).
Mi mental graba una multitud de
sensaciones buenas o malas para mí. Es muy posible que, si soy alérgico a
algo, es que mi mental lo ha asociado a cierto recuerdo bueno o malo y
que mi instinto lo rechaza en este momento.
La alergia aparece
frecuentemente después de un acontecimiento en que me he sentido
separado de una cosa, de un animal, una persona.
Cuando vuelvo a vivir una situación que
me recuerda este acontecimiento triste y desgarrador para mí, tendré
esta alergia porque, en alguna parte, mi cuerpo (mis sentidos) se
acuerdan de todo y todo está grabado en mis células.
Si la situación vivida se acompaña de una gran angustia, son los senos que estarán afectados (resfriado del heno, estornudos).
Si predomina el miedo, mi alergia se expresará más por la tos (dificultad en respirar) y si es más bien la propia separación que viví difícilmente, las reacciones alérgenos se encontrarán más a nivel de la piel (eczema, urticaria, dermitis, etc.)
La alergia a un alimento (por ejemplo:
el azúcar, el alcohol en el alcohólico) está vinculada a una experiencia
en la cual, estando colocado en una situación en que tuve que decir no a
lo que más me gustaba, sigue la frustración y me vuelvo alérgico a
ella.
Frecuentemente es un miedo a lo nuevo y a la aventura, una falta de confianza frente a la vida.
Me siento ahora obligado a privarme de este tipo de alegría, pensando
que la vida es algo ordinario, sin reto. ¿Qué es lo que quiero evitar
afrontar? ¿Qué es lo que me hace reaccionar tanto? ¿Qué es lo que
espanta tanto interiormente? ¿Existe algo de lo cual desconfío al punto
de mantenerlo apartado de mí?
Me parece que, en ciertos casos, mi
mental hace una asociación de ciertas situaciones con sustancias por el
bies de los homónimos. Así, si tuve que dejar la manzana (de mi barrio)
para ir a trabajar a otra ciudad, me he vuelto alérgico a la manzana
(fruta). Algunos años más tarde, habiendo aceptado e integrado este
cambio, la alergia ha desaparecido.
A continuación, damos otro ejemplo: un
recién nacido alérgico a los “pressacs” (melocotones en catalán o sea
una fruta). ¿Por qué? Porque su madre impaciente y a punto de dar a luz,
algunos meses antes, había dicho a su cónyuge catalán: “de presa, o
farem tard al hospital!” Aquí, la palabra “pressac” es homónima casi de
“presa”.
Así, en la base de la alergia, siempre
hay una emoción de irritabilidad o de frustración asociada a un producto
o a una situación por lo que representa para recordarme este malestar
que debo integrar o concienciar.
Empezando a aceptar a nivel de
corazón mi vida y mis miedos, el proceso de integración se activará y
las alergias que complican mi existencia volverán al universo. Necesito
paz interior y sobre todo amor. Me mantengo abierto y todo irá para lo
mejor.
FUENTE http://www.shurya.com
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