PERSONAS QUE NO APORTAN NADA: ¿CUÁNDO DEJARLAS MARCHAR?
En el momento actual
que nos toca vivir, aunque no sea un tema cotidiano, lo cierto es que la
relación de pareja sigue en crisis y como nos hemos acostumbrado a
dicha crisis, pero lo cierto es que la relación de pareja es de vital
importancia en el desarrollo y evolución del ser humano.
“CUANDO EL AMOR APRIETA, ES QUE NO ES DE TU TALLA”.
Esta frase, que leí en
algún sitio, se me ha quedado impresa porque utiliza un símil
particularmente esclarecedor. Cuando vamos a la tienda y nos probamos un
par de zapatos o un vestido, si este nos queda chico, pedimos una talla
mayor, nos damos cuenta inmediatamente de que no está hecho a nuestra
medida y debemos cambiar. Sin embargo, lo que resolvemos en cuestión de
segundos en una tienda puede llevarnos años cuando se trata de las
relaciones interpersonales. Y es que normalmente nos aferramos a las
personas y a las experiencias que hemos vivido con ellas, aunque nos
hagan daño o ya no nos reporten nada gratificante.
No obstante, hay
relaciones que están heridas de muerte y prolongar la agonía solo
implica hacerse daño innecesariamente, es como hurgar en la herida para
provocar más dolor. Cuando una persona no nos aporta nada, lo mejor es
dejarla marchar. De esta forma ambos podremos pasar página con mayor
rapidez y mirar al futuro.
LAS SEÑALES QUE INDICAN QUE UNA RELACIÓN HA LLEGADO A SU FIN
- LOS INTERESES HAN CAMBIADO.
A veces conocemos a
personas en determinadas etapas de nuestra vida, personas con las cuales
conectamos inmediatamente pues descubrimos gustos e intereses comunes.
Sin embargo, con el paso del tiempo todos cambiamos y no es difícil que
desarrollemos intereses diferentes que nos alejen. Cuando sentimos que
“nada es lo mismo”, ha llegado el momento de replantearnos el sentido de
la relación, sobre todo si la otra parte ya ha decidido que la
separación es el mejor camino.
- LOS ACUERDOS SON UNA MISIÓN IMPOSIBLE.
Hay relaciones en las
que cada una de las partes quieren cosas diferentes por lo que llegar a
un acuerdo es casi imposible. En estos casos normalmente la discusión
sienta casa, se convierte en pan cotidiano y termina afectando el
equilibrio psicológico de todas las personas implicadas. Cuando en vez
de disfrutar del tiempo que pasamos con el otro, lo empleamos en
discutir, ha llegado la hora de dejar ir esa relación pues aporta más
cosas negativas que positivas.
- LA CONFIANZA SE HA ESFUMADO.
En cualquier tipo de
relación, ya sea de pareja o de amistad, la confianza y la sinceridad
son pilares fundamentales. Cuando se deja de confiar en el otro se
comienza a desarrollar una relación basada en las dudas, la
incertidumbre y el recelo. Este tipo de relación no es beneficiosa para
nadie y, a la larga, si la confianza no se recupera, solo provocará
dolor ya que es probable que ambas partes se hagan daño.
-
EL PESO DE LA RELACIÓN RECAE SOBRE UNA PERSONA.
Cuando sientes que
eres el único que lucha para que la relación funcione, que llevas todos
los problemas sobre tu espalda porque la otra persona no pone de su
parte, ha llegado el momento de poner punto final. Una relación solo es
satisfactoria cuando ambas partes están comprometidas y dispuestas a
cambiar o a trabajar para solucionar las dificultades. Si solo una
persona arrastra con el peso de los problemas, es porque el otro ha
perdido el interés y eso significa que no tiene sentido seguir luchando
por algo que ya no existe.
¿POR QUÉ NOS AFERRAMOS A ESTE TIPO DE RELACIONES?
- NOSTALGIA. En
muchas ocasiones nos aferramos a una relación simplemente porque hemos
vivido buenos momentos y, cuando los recordamos, nos invade la
nostalgia, un sentimiento que nos da la falsa sensación de seguridad.
Simplemente preferimos mantenernos atados al pasado en vez de mirar al
futuro.
- MIEDO.
Dejar ir a una persona que ha estado a nuestro lado durante mucho
tiempo puede ser aterrador por lo que en ocasiones preferimos a “un malo
conocido que a un bueno por conocer”. La creencia de que el futuro es
incierto o de que no encontraremos a otra persona nos genera tal
desasosiego que preferimos mantener el estado actual de las cosas.
- HÁBITO. Las
relaciones que se han mantenido durante años han ido construyendo a su
alrededor una serie de hábitos que han echado raíces. Abandonar estas
costumbres y apostar por el cambio puede dar pereza y por eso, a veces
preferimos quedarnos en nuestra zona de confort, al lado de una persona
que en realidad ya no nos aporta nada.
- ESPERANZA.
Detrás de la esperanza casi siempre se encuentra el amor, muchas
personas se aferran a relaciones heridas de muerte simplemente porque
tienen la esperanza de que el otro cambie. Sin embargo, recuerda que
tampoco se le pueden pedir peras al olmo.
DEJAR IR: UN PROCESO LIBERADOR
Cuando en una relación
se llega al punto en el cual esta no nos reporta prácticamente nada
positivo sino que se ha convertido en una carga de tensión, negatividad y
problemas, lo mejor es dejar que la persona se marche. Al contrario de
lo que muchos piensan, ese dejar ir no suele ser doloroso sino
liberador. Después de meses de discusiones, desencanto y estrés, poner
punto final es un alivio. Por supuesto, eso no significa que sea
sencillo y mucho menos fácil pero en muchas ocasiones es la única
solución para poder continuar adelante.
No debemos olvidar que en la vida ……..”HAY DECISONES QUE DUELEN EN EL CORAZÓN, PERO TRANQUILIZAN EL ALMA”.
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