Nuestras relaciones y el apego
El
apego se refiere a la relación emocional intensa y perdurable que se
establece entre el bebé y su madre (y/o padre) desde los primeros meses
de vida hasta los 6 años.
Ese
lazo que se establece constituye una fuerza primordial en el desarrollo
infantil, en la formación de una base segura donde apoyarse para
satisfacer sus necesidades básicas iniciales, en la génesis de una
confianza en el otro, permitiéndole modelar una forma de
interrelacionarse con los demás y explorar en forma segura el mundo
Para lograr que un individuo se desarrolle con un apego seguro es necesario:
- Reconocer las señales, necesidades y deseos de los niños, desde bebés.
- La lectura e interpretación precisa de éstas señales .
- Permitir que sean las señales de los bebés sean las que determinen las acciones y no las necesidades o deseos de los padres
- La consistencia y el ser predecible en el tiempo.
Las
experiencias que tenemos en la infancia con nuestras figuras de apego
se graban en nosotros, condicionando nuestros vínculos en la edad adulta
Cuando
confiamos en que una figura de apego (nuestra madre o padre) va a estar
disponible siempre que la necesite, tenemos menos tendencia a sentir
miedo intenso o crónico, que si no hemos desarrollado esa confianza.
La
confianza o la desconfianza en la accesibilidad de las figuras de apego
se construye lentamente, desde la infancia hasta la adolescencia. Esas
expectativas se mantendrán en nosotros como adultos. Este primer vínculo
afectivo sirve como prototipo para las posteriores relaciones de
intimidad. También se refleja en nuestra idea de Dios y de la
espiritualidad
Y nuestras
creencias acerca de cómo serán nuestras relaciones se hacen realidad,
apareciendo en nuestras vidas personas que las refuerzan.
De niños necesitamos tres cosas en su justa medida:
- Sentir amor y conexión con alguién
- Recibir suficiente cuidado y nutrición
- Aprender estructuras y normas para conocer los límites y sentirnos seguros
En
la combinación de estos tres elementos están las bases de nuestro
desarrollo. Cada combinación deja diferentes sensaciones de base que
forman nuestro temperamento e influyen en nuestra personalidad. Su
interpretación nos genera nuestras creencias y la forma de ver la
realidad , que es lo que condiciona nuestra existencia. Esta forma de
ver la vida, consciente o inconsciente, se llama “guión”, ya que es el
“guión de la película” que nos hemos contado para entender y sobrellevar
los momentos de dolor.
- Lo que nos falta, disfrute, amor o protección, se convierte en la meta de nuestra vida. Para lograr esa meta podemos tener 3 comportamientos diferentes:
- Salir a perseguir la meta
- Negar la meta e ir contra ella
- Tomar una postura ambivalente, oscilando entre ambas
Existen 4 tipos de apego
que se relacionan con la interacción madre-hijo, y con la sensibilidad y
receptividad de la madre antes las necesidades de sus hijos.
El apego seguro:
el individuo reconoce en él mismo las señales de que se siente mal o
angustiado, y sabe acudir a los demás en busca de ayuda y apoyo. Son
personas personas que están cómodas con la intimidad , se dejan conocer y
son capaces de confiar en los demás y confiar en ellos. Creen que todo
el mundo es bueno y que el amor de pareja es duradero.
Han vivido relaciones cálidas con ambos padres y la relación entre papá y mamá se percibia como buena.
Si hablan de sus relaciones amorosas las describen como felices, amistosas y basadas en la confianza.
El apego evitativo o esquivo: está
restringido el deseo de reconocer la propia angustia y de buscar apoyo.
No se sienten cómodos con la intimidad, y no les gusta depender de
nadie, por lo que tienen dificultades para abrirse a una pareja.
Las madres han sido frias, con tendencia a juzgar y rechazar.
Creen
que las parejas no duran nunca, porque ellos mismos sienten que la
intensidad de su amor por el otro rara vez mantiene la intensidad.
El apego ansioso-ambivalente: hipersensibilidad
hacia las emociones negativas y expresa de modo intensificado su
angustia. Buscan niveles extremos de intimidad y temen que los abandonen
o no les quieran lo suficiente. Tienen grandes dudas sobre ellos mismos
y se sienten incomprendidos en las relaciones con los otros.
Suelen elegir parejas afectivas complicadas, con las que vivir un amor ansioso, con fuerte atracción sexual.
El estilo
relacional ansioso-ambivalente se desarrolla como respuesta a una
crianza caracterizada por la inconsistencia o la intrusividad. Con
padres percibidos como injustos.
Padecen de obsesiones y celos. Desean relaciones fusionales, basadas en la dependencia emocional y la idealización.
El apego inseguro desorganizado-desorientado: muestra conductas de acercamiento contradictorias: se acerca pidiendo ayuda con la cabeza mirando hacia otro lado
¿Cuál es tu tipo de apego?
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