El Entusiasmo
Los griegos inventaron la palabra “entusiasmo” (en-theos-usmus)
que quiere decir “Dios activo dentro de mí”.
“El gozo de lo que hacemos, sumado a una meta o visión que nos motiva, se convierte en entusiasmo.
El entusiasmo .. está perfectamente unido
con el momento presente, la fuente de su vivacidad, su alegría y su
poder. El entusiasmo .. es uno con la vida, y por muy dinámicas que sean
las actividades que inspire, no nos perdemos en ellas. Y siempre deja
ese espacio quieto pero intensamente vivo en el centro de la rueda, un
espacio central en medio de la actividad, al cual, a pesar de ser la
fuente de todo, nada lo afecta.” ___ Eckhart Tolle
del Capitulo 10 –
del libro de Eckhart Tolle “Una nueva Tierra”
El Entusiasmo
Entusiasmo significa gozar profundamente
lo que se hace, además de tener el elemento de la visión o la meta que
se persigue. Cuando le sumamos una meta al placer de lo que hacemos,
cambia la frecuencia en la cual vibra el campo de energía. Se agrega un
cierto grado de tensión estructural, como podríamos llamarla, de tal
manera que el gozo se convierte en entusiasmo. En el punto culminante de
la actividad creadora impulsada por el entusiasmo hay una cantidad
enorme de energía e intensidad. La sensación es la de una flecha en
trayectoria directa hacia el blanco, y que disfruta su viaje.
Un observador podría decir que la persona
está bajo estrés, pero la intensidad del entusiasmo no tiene nada que
ver con él. El estrés se produce cuando el deseo de llegar a la meta es
superior al deseo de hacer lo que hacemos. Se pierde el equilibrio entre
el goce y la tensión estructural, y esta última se impone. El estrés
por lo general es señal de que el ego ha regresado y de que nos estamos
desconectando del poder creador del universo. Lo que queda es el impulso
y el esfuerzo del ego que busca satisfacer su deseo, de tal manera que
es preciso luchar y “trabajar arduamente” para lograr la meta. El estrés
siempre disminuye tanto la calidad como la eficacia de lo que hacemos
bajo su influencia.
A diferencia del estrés, el entusiasmo
vibra en una frecuencia elevada, de tal manera que resuena con el poder
creador del universo. Ralph Waldo Emerson lo reconoció cuando dijo que
“nunca nada verdaderamente grande se ha logrado sin entusiasmo”.
El entusiasmo permanente genera una ola de energía creadora y entonces lo único que debemos hacer es “montarnos sobre esa ola”.
El entusiasmo imprime un poder enorme a
lo que hacemos, hasta tal punto que quienes no se han conectado con el
poder ven “nuestros” logros con asombro y podrían equipararlos con lo
que somos. Sin embargo, nosotros conocemos la verdad a la cual se
refirió Jesús cuando dijo, “Yo no puedo hacer nada por mi propia
cuenta”.
A diferencia de los deseos del ego, los
cuales generan una fuerza contraria directamente proporcional a la
intensidad de esos deseos, el entusiasmo nunca genera oposición. No
genera confrontación, su actividad no produce ganadores y perdedores; en
lugar de excluir, incluye a los demás. No necesita utilizar ni
manipular a la gente porque es el poder creador mismo y, por tanto, no
necesita robarle energía a una fuente secundaria.
El deseo del ego siempre trata de recibir de algo o de alguien;
.. el entusiasmo de su propia abundancia.
Cuando el entusiasmo tropieza con
obstáculos como pueden ser situaciones adversas o personas
obstruccionistas, nunca ataca sino que se limita a buscar otros caminos,
o cede y acoge al otro, convirtiendo esa energía contraria en energía
favorable.
El entusiasmo y el ego no pueden
coexistir. El uno implica la ausencia del otro. El entusiasmo sabe para
dónde va pero, al mismo tiempo, está perfectamente unido con el momento
presente, la fuente de su vivacidad, su alegría y su poder. El
entusiasmo no “desea” nada pero tampoco carece de nada. Es uno con la
vida, y por muy dinámicas que sean las actividades que inspire, no nos
perdemos en ellas. Y siempre deja ese espacio quieto pero intensamente
vivo en el centro de la rueda, un espacio central en medio de la
actividad, al cual, a pesar de ser la fuente de todo, nada lo afecta.
A través del entusiasmo entramos en
armonía perfecta con el principio expansivo y creador del universo, pero
sin identificarnos con sus creaciones, es decir, sin ego. Donde no hay
identificación no hay apego, una de las grandes fuentes de sufrimiento.
Una vez pasa la ola creadora, la tensión estructural disminuye
nuevamente dejando atrás el gozo por lo que hacemos. Nadie puede vivir
permanentemente en estado de entusiasmo. Posteriormente llegará una
nueva ola creadora, dando lugar a un nuevo estado de entusiasmo.
No basta con tener una meta, sino que, lo
que hacemos en el momento presente debe ser el punto central de nuestra
atención. De lo contrario, dejaremos de estar en consonancia con el
propósito universal.
Debemos cerciorarnos de que nuestra visión o meta
no sea una imagen inflada de nosotros mismos y, por tanto, una versión
disfrazada del ego, como querer convertirse en estrella de cine, en
escritor famoso o en empresario millonario.
También debemos cerciorarnos de que
nuestra meta no gire alrededor de tener esto o aquello, como una mansión
al lado del mar, nuestra propia compañía o diez millones de dólares en
el banco. Una imagen engrandecida de nosotros mismos, o la visión de
tener esto o aquello no son más que metas estáticas y, por tanto, no
generan poder. Debemos asegurarnos de que nuestras metas sean dinámicas,
es decir, que apunten hacia la actividad en la cual tenemos centrada
nuestra atención y a través de la cual estamos conectados con otros
seres humanos y también con el todo. En lugar de vernos como estrellas
famosas o escritores exitosos, debemos vernos como fuente de inspiración
y de enriquecimiento para un sinnúmero de personas a través de nuestro
trabajo. Debemos sentir cómo esa actividad no solamente enriquece y
confiere profundidad a nuestra vida, sino a la de muchas personas más.
Debemos sentir que somos la puerta a través de la cual fluye la energía
desde la Fuente inmanifiesta de toda vida, para beneficio de todos.
Todo esto implica que nuestra meta o
visión es ya una realidad en nuestro interno, en el nivel de la mente y
del sentimiento. El entusiasmo es el poder a través del cual el plano
mental se traslada a la dimensión física. Es el uso creativo de la
mente, razón por la cual no hay deseo de por medio. No podemos
manifestar lo que deseamos; sólo podemos manifestar lo que ya tenemos.
Podemos obtener lo que deseamos esforzándonos arduamente y sometiéndonos
al estrés, pero no es ése el camino de la nueva tierra. Jesús nos dio
la clave para utilizar la mente de manera creativa y para la
manifestación consciente de la forma cuando dijo, “Todo lo que pidan en
la oración crean que ya lo han recibido y lo obtendrán”.
..¡! DESPIERTA HERMANO¡!..
EJERCICIOS
Continuamos los ejercicios diarios.
Este ejercicio preferiblemente al
despertar en la mañana… Nos reunimos en nuestro lugar metafórico
habitual, formando un círculo.. siéntate cómodo, relajado, cierra los
ojos, respira profundo y suave.. 3 veces, .. imagina, visualiza un
anillo de luz del color que te haga sentir más confortable.. debe ser un
tono suave, imagina que esta luz nos envuelve, cierra los ojos,..
“focaliza” tu atención en el centro de tu pecho,.. imagínate rodeado por una esfera de luz cálida.. siente el gozo del momento presente.. continua así por 15 minutos.. Disfruta la quietud y silencio mental.
Continuamos este ejercicio:
Encuentra por lo menos 2 momentos en el día en que puedas sentarte
cómodamente en silencio, respirar profundo y relajarte. Cierra los ojos y
centra tu atención en el centro de tu pecho, observa y siente la
respiración. Debes mantenerte quieto en la misma posición durante 30
minutos.. (preferible que el ejercicio sea todos los días, en el mismo lugar y a la misma hora; pero no es indispensable esto)
¡¡ ESTAMOS DESPERTANDO ¡!!…. sigue adelante,..
NO TE DISTRAIGAS..
Un abrazo de luz,
Paloma
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