El impacto de la meditación en las emociones
Participar en un entrenamiento de meditación mindfulness de ocho o diez semanas puede producir cambios mensurables en las regiones del cerebro asociadas con la memoria, el sentido del “sí mismo”, la empatía, el estrés y el altruismo. Por Koncha Pinós-Pey para Espacio MIMIND.
Muchas
personas creen que la práctica de la meditación está asociada
simplemente a una sensación de tranquilidad y relajación física. La
medicina hace tiempo que ha confirmado que la meditación también
proporciona beneficios cognitivos y psicológicos que persisten a lo
largo del día. Pero las investigaciones van más allá.
El programa que dirige la doctora Sara Lazar, del Hospital General de Massachussets, ha venido a demostrar que los cambios en la estructura del cerebro pueden
ser la base de algunas de esas mejoras mencionadas, y que los
meditadores no solo se sienten mejor, sino que pueden tener más tiempo
para hacer otras cosas.
Lazar ha
podido confirmar que hay diferencias estructurales entre los cerebros de
las personas que meditan previamente y aquellos que se inician en la
práctica, observando, por ejemplo, un engrosamiento de la corteza
cerebral en las aéreas asociadas a la atención y la integración de las
emociones.
A pesar de que sabíamos
que la meditación puede reducir la ansiedad, no habíamos identificado
los mecanismos cerebrales específicos involucrados en el alivio de la
ansiedad en personas sanas. Ahora somos capaces de ver qué áreas se activan y se desactivan, provocando emociones perturbadoras.
Alivio de la ansiedad
En un estudio que presentó la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience en
2013, se nos mostró a 15 voluntarios sanos, con niveles normales de
ansiedad. Todos los sujetos, que no tenían experiencia previa de
meditación, participaron en cuatro clases de 20 minutos para aprender
una técnica conocida como “atención a la respiración”. En esta forma de
meditación, se les enseña a las personas a concentrarse en la
respiración y las sensaciones corporales ya no juzgar los pensamientos
que les distraen.
Se midió la
actividad cerebral de los participantes antes, durante y después del
entrenamiento de la meditación. Se prestó especial atención a un tipo
especial de imágenes -resonancia magnética- que es muy eficaz a la hora
de medir los procesos cerebrales en la meditación. Además se midieron
los niveles de ansiedad antes y después de la exploración del cerebro.
La mayoría de los participantes de la prueba experimentó una disminución de la ansiedad. Se observó que la meditación podía reducir hasta un 40% la ansiedad en tan solo unos minutos de respiración consciente. Este
estudio revela que el alivio de la ansiedad relacional asociada a las
emociones se puede vincular a la práctica meditativa.
Durante
la meditación había más actividad en la corteza prefrontal, el área que
controla las preocupaciones. Además, cuando la actividad se incrementó,
la corteza cingular anterior -área que gobierna el pensamiento y las
emociones- experimentó una disminución de la ansiedad.
La
atención a la respiración se basa en mantener la atención “momento a
momento”, de forma en que observamos nuestros pensamientos y
sentimientos cotidianos. Curiosamente, los hallazgos realizados revelan
que las regiones del cerebro asociadas con el alivio de la ansiedad
relacional se pueden beneficiar enormemente con la práctica meditativa sea el sujeto consciente o no de lo que está haciendo.
Estas
conclusiones son igualmente extrapolables a aquellas personas con altos
índices de ansiedad, depresión, tendencias suicidas, etc.
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