Las edades del alma
La
naturaleza del Alma y su evolución es uno de los grandes misterios que
la ciencia tiene pendiente por resolver. Su estudio y análisis revelará
la esencia estructural de todas las formas existentes de la naturaleza.
En el ámbito del mundo de las formas, la esencia del Alma revelará al
sincero y espiritual investigador, las respuestas a los grandes enigmas
existenciales que le rodean, aportándole una nueva visión holística de
su propia naturaleza con respecto a su evolución y la respuesta a esas
grandes interrogantes que siempre le han preocupado. No es ésta una
tarea fácil, aunque sí necesaria, para situarse en el lugar que le
corresponde dentro de la evolución universal, contemplándose como un
eslabón más de la infinita cadena de causas y efectos de los que forma
parte dentro del marco inconmensurable de la evolución planetaria y
universal.
Por
este motivo, vamos a tratar de clarificar en alguna medida y no sin
dificultad, la esencia del Alma y los pasos que da a través de
innumerables renacimientos en el plano físico, hasta que logra su
emancipación y liberación final de su etapa humana.
Nuestro
Planeta, como todas las Formas que integran el Universo, tienen un
Alma, un campo de energía de muy especiales características, que las
envuelve e interpenetra, dotándolas de características particulares, que
las hace únicas y diferentes dentro del reino de la naturaleza a la que
pertenecen, expresando al Espíritu o Vida Universal que las anima.
El
Alma humana, es una parte integrante de esa Alma Planetaria que nos
engloba a todos los que vivimos y evolucionamos dentro de su Aura
Magnética. Esto, hace que estemos todos los seres, unidos por los mismos
lazos y componentes físicos y sutiles que circulan y forman parte de
nuestro Mundo. Este es uno de los principales aspectos a tener en
consideración, cuando hablamos y tratamos aspectos trascendentes como
los de la Hermandad y la Fraternidad Universales, que expresan
intrínsecamente, la unificación, la homogeneidad y la complementariedad e
íntima interrelación de todo cuanto existe dentro y fuera de nuestro
Planeta.
El
Alma humana, viene a ser una especie de vehículo, campo o cuerpo
energético, constituido de muy diversos tipos de energías, dotadas todas
ellas de cualidades intangibles, que nos hace ser únicos y diferentes
al resto de seres que nos rodean.
Este
Cuerpo o Vehículo de Luz, es el resultado de los campos de energías que
interactúan entre sí, dentro de cada uno de los vehículos de la
personalidad, siendo el Alma, la Gran Unificadora e Integradora de todas
estas complejas energías que conforman la estructura física y sutil a
cada Ego, para que se convierta así en el director y artífice de todas
las experiencias cíclicas de cada una de sus continuas apariciones en
nuestro Planeta. Este es el motivo por el que el Alma de cualquiera de
los vehículos de expresión de cualquier ser, constituye el aspecto
energético, sutil e identificativo, que marca la diferencia de un
mineral de otro mineral, de una flor con otra flor, o hace también
diferentes a un hombre de otro hombre.
Para
una mejor comprensión de la compleja proyección del Alma humana en el
transcurso de sus continuas apariciones en los planos objetivos, el
Maestro Tibetano D.K., en uno de sus escritos, menciona cuatro etapas
bien diferenciadas, a las que denominó, de Contacto, Integración,
Desenvolvimiento y Liberación.
Estas
cuatro etapas o fases de desenvolvimiento, marcan toda la trayectoria
evolutiva del Alma, desde que surge como individualidad en el hombre,
cuando encarna por primera vez en el Reino Humano, hasta que se fusiona e
integra en la Tríada Superior, instante que marca el fín de la etapa
humana como integrante del Cuarto Reino de la Naturaleza y su nacimiento
e ingreso como ser plenamente espiritual en el Quinto Reino, el de las
Almas Liberadas, el de la Jerarquía de Maestros de Compasión y
Sabiduría. Estas Cuatro Etapas o Edades por las que pasa y discurre el
Alma, Humana, se pueden resumir brevemente, resaltando muy sucintamente
los más importantes aspectos que tienen lugar en cada una de ellas.
La
Etapa de Contacto, se refiere a los primeros intentos que realiza el
Alma por hacerse reconocer ante la Personalidad. Son los primeros pasos
que da el ser humano como individualidad dentro del Cuarto Reino. En
estos inicios apenas es consciente de su naturaleza espiritual y menos
aún de su Alma, por disponer solo de unos vehículos burdos e
insensibles, incapaces de percibir y detectar las vibraciones que
esporádicamente trata de transmitirle su Alma.
La
Etapa de Integración Alma-Personalidad tiene lugar, cuando el hombre
alcanza en cierto momento, un determinado desarrollo físico y
sicológico, en donde una vez satisfechos sus más vitales y necesarios
aspectos personales, comienza paulatinamente a reorientar su conciencia
desde lo individual y material a lo colectivo y espiritual.
En
esta situación, la Inteligencia, el aspecto mental del ser humano llega
a desarrollarse lo suficiente como para hacer que se despierte y haga
funcionar de forma más eficaz, la magnética atracción e interrelación
Alma-Personalidad, iniciándose así muy lentamente la integración de los
tres Vehículos Inferiores, el Físico, Astral y Mental, como un todo
homogéneo, una Unidad Funcional, donde el Alma establece una más
permanente línea de contacto e influencia hacia la Personalidad a
través del Antakarana. Así poco a poco, el hombre empieza a ser cada vez
más sensible y consciente de su parte espiritual, comenzando a
experimentar y a sentir con mayor frecuencia e intensidad la “Voz de su
Alma”.
A
continuación, viene lo que se podría definir como la Etapa de
Desenvolvimiento, en donde la Personalidad inicia una nueva línea de
desarrollo y de expansión a través de un mayor y más eficaz contacto con
su Alma. Esta mayor efectividad e interrelación Alma-Personalidad, se
debe a la consolidación y expansión del Antakarana.
En
ésta etapa, la Personalidad experimenta un nuevo impulso ascendente a
través de lo que se denomina el conflicto entre los “Pares de Opuestos”,
el del Amor-Odio y el del Desapego-Egoismo, derivándose de esta
situación, toda una serie de conflictos internos a los que se tendrá que
enfrentar y superar, para ir así aprendiendo a desprenderse de lo
material y supérfluo y a valorar más lo espiritual y trascendente. A
través de ésta unión con su Alma, el Hombre comienza a comprender lo que
significa del Altruismo, el Amor Incondicional y la Fraternidad
Universal, realidades que tendrá que poner en práctica como expresión de
su más íntima esencia espiritual.
Por
último, el Alma entra en una última Etapa de Liberación, en la que
resume y sintetiza las experiencias, fracasos y éxitos logrados en los
Planos Inferiores a través de todas sus experiencias como hombre en el
mundo de las formas.
Estas
experiencias, le permiten alcanzar un progresivo y eficaz control y
desenvolvimiento de sus Vehículos Inferiores, impulsándolos hacia una
predisposición de Purificación e Integración, Alma-Mente-Cuerpo,
requisitos necesarios para poder tener así acceso a las sucesivas
Iniciaciones a las que tendrá la oportunidad de acceder en un futuro.
En
este proceso de alquimia interna, por la que todos deberemos pasar, el
hombre se somete libre y voluntariamente a determinadas disciplinas
internas, en cuyo proceso consigue expandir su conciencia hasta límites
insospechados, alcanzando progresivamente cada vez mayores Niveles de
Inclusión Universal. En este proceso de continua proyección y expansión,
el Alma llega a alcanzar un Punto Crítico de máxima expresión y de
máxima expansión.
En
ese momento crítico, sobreviene lo que podría denominarse como una
especie de Implosión Interna, una Sublimación de su más íntima
naturaleza espiritual, en donde el Alma se Fusiona e integra en su
Espíritu o Mónada Inmortal, el verdadero e imperecedero YO, el Eterno
Peregrino, como lo denominan algunos escritos sagrados de Oriente,
desapareciendo así de esta forma la envoltura energética que hasta
entonces había sido su inseparable Alma durante largas edades y
liberando también a su Angel Solar, ese bendito ser, su Intimo
Consejero, que le ha venido acompañando desde su primera aparición como
hombre, hasta el mismo instante de su Liberación Final.
Este
hecho, según lo describen estos libros sagrados, permiten al Ser Humano
liberarse de las ataduras de los Planos Inferiores y de los continuos
renacimientos, permitiéndole ingresar en el Reino Espiritual, el Quinto
Reino de la Naturaleza, el de la Jerarquía de Maestros y Adeptos que
colaboran en la Evolución de nuestro Planeta. La orientación e
integración de la Personalidad con el Alma y la lógica y natural
manifestación de los valores espirituales en la vida cotidiana, es la
tarea y disciplina que deberemos de ejercitar diariamente para
liberarnos de nuestra condición humana y del “Samsara Cíclico” , para
poder dar así el salto expansivo hacia la siguiente fase evolutiva como
Ser Espiritual.
El
hombre, en todo este proceso evolutivo, desde su condición humana más
primitiva hasta la que consigue alcanzar tras lograr su condición
humana, como es de suponer, transcurren largas edades, donde debe ir
superando y enalteciendo sus inclinaciones, sus deseos, sus emociones y
pensamientos más dispares, para enfocarlos con enorme esfuerzo y
sacrificio, hacia el servicio universal, para convertirse en canal y
medio de las supremas energías espirituales que han de revertir en la
difícil tarea de aliviar en alguna medida el dolor y el sufrimiento del
género humano.
Es
el Servicio Universal, la única finalidad que pretenden realizar
aquellos que quieren liberarse cuanto antes de las ligaduras de la
materia. La dimensión y la importancia de éste gran esfuerzo interno, no
llega a ser bien comprendido en su totalidad, si no se perciben las
últimas consecuencias de la realidad de lo que es el ser humano en cada
encarnación, un elemento o canal a través del cual deben de discurrir
las amorosas energías de la evolución hacia los seres más necesitados y
menos evolucionados, incluidos los del Reino Animal, Vegetal y Mineral.
Es
el reconocimiento de unificación y de complementariedad, el de
FRATERNIDAD, con mayúsculas, el que en algún momento deberemos compartir
y ejercitar con todo lo que nos rodea, viéndonos y sintiéndonos
identificados en cada ser humano y en cada ser en general, con la misma
pasión, con el mismo interés y con los más refinados sentimientos
espirituales, como si estuviéramos en presencia de nuestros seres
queridos, hermanos padres o hijos, sintiendo y experimentando con ellos
la misma ternura, afecto y cariño que les profesamos.
I.K. Taimni, en uno de sus libros, dice refiriéndose a la Evolución, que:
“… sólo se conoce de nombre, las últimas etapas de la Evolución y Desarrollo del Hombre …
para
nosotros es suficiente saber que existen y que hay Grandes Seres que
desde Inimaginables Cumbres, están esparciendo Su Bendición sobre
nosotros… seres que todavía vivimos en el Valle de la Ilusión y del
Sufrimiento…”
De corazón a corazón.
Alfonso del Rosario.
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