Introducción sobre el Despertar de Anthony de Mello
DESPIERTA
“Al día siguiente de su ordenación como jesuita en la India, Anthony de Mello se hizo una promesa; aprender a ayudarle verdaderamente a la gente para que su conserjería no fuera inútil.
De
Mello aprendió, y lo que aprendió lo enseñó mediante sus escritos, y,
más directamente en los talleres y retiros que dirigió en todo el mundo.
Lo que enseñó fue siempre la importancia de estar consciente – de
despertar de nuestras ilusiones acerca de nosotros mismos, acerca del
mundo y acerca de los demás, y la importancia de darnos cuenta de que
nosotros somos la felicidad que buscamos.
Disfrute
este libro. Permita que las palabras penetren en su alma y escuche,
como lo sugeriría Tony, con el corazón. Escuche sus historias, y
escuchará sus propias historias. Lo dejo con Tony – un guía espiritual-
un amigo que lo acompañará toda la vida”.
J. Francis Stroud, S.J. De Mello Spirituality Center Universidad Fordham Bronx, Nueva York.
SOBRE EL DESPERTAR
Espiritualidad
significa despertar. La mayoría de las personas están dormidas, pero no
lo saben. Nacen dormidas, viven dormidas, se casan dormidas, tienen
hijos dormidas, mueren dormidas sin despertarse nunca. Nunca comprenden el encanto y la belleza de esto que
llamamos la existencia humana. Todos los místicos - católicos,
cristianos, no cristianos, cualquiera que sea su teología,
independientemente de su religión – afirman una cosa unánime: todo está
bien. Aunque todo está hecho un desastre, todo está bien. Esto es sin
duda, una extraña paradoja, pero lo trágico es que la mayoría de las
personas nunca llegan a darse cuenta que todo está bien, porque están
dormidas. Tienen una pesadilla.
El año pasado oí en la televisión española una historia sobre un caballero que llama a la puerta de la alcoba de su hijo y dice:
- Jaime, ¡Despierta! Jaime responde:
- No quiero levantarme, papá. El padre grita:
Levántate, tienes que ir a la escuela.
- No quiero ir a la escuela. -
¿Por qué no?
-
Por tres motivos: el primero, porque es aburridor; el segundo, porque
los niños se burlan de mí; y el tercero, porque odio la escuela.
-
Bien, voy a darte tres razones por las cuales DEBES ir a la escuela –
replica el padre -: La primera es porque es tu deber; la segunda, porque
tienes cuarenta y cinco años; y la tercera, porque eres el director.
¡
Despierte usted, despierte! Ya está crecido. Está demasiado grande para
estar dormido. ¡Despierte! deje de jugar con sus juguetes.
La
mayoría de las personas dicen que quieren abandonar el jardín infantil,
pero no les crea. ¡No les crea! Lo único que quieren es remendar sus
juguetes rotos. “Devuélvame a mi esposa. Devuélvame mi empleo.
Devuélvame mi dinero, Devuélvame mi fama y mi éxito”. Eso es lo que
quieren; quieren que les cambien sus juguetes. Eso es todo. Hasta el
mejor psicólogo le dirá que la gente realmente no quiere curarse. Lo que
quiere es un alivio; una cura es dolorosa.
Despertarse
es desagradable, usted lo sabe. Usted está placentera y
confortablemente acostado. es irritante que lo despierten. Ésa es la
razón por la que un sabio no intentará despertar a la gente.
Voy a ser sabio ahora y de ninguna manera intentaré despertarlo, si
usted está
dormido. Realmente, no es asunto mío aunque aveces le diga:
¡Despierte!
A mí me conviene hacer lo mío, danzar mi propia danza. Si a usted le
aprovecha, ¡magnífico!; si no, que ¡lástima!. Como dicen los árabes: “LA
NATURALEZA DE LA LLUVIA ES LA MISMA, PERO HACE QUE CREZCAN ESPINAS EN
LOS PANTANOS Y FLORES EN LOS JARDINES”.
SOBRE EL EGOÍSMO LEGÍTIMO
Lo
primero que quiero que ustedes comprendan, si realmente quieren
despertar, es que ustedes no quieren despertar. El primer paso para
despertar es que tengan suficiente honestidad como para admitir que no
les gusta. No quieren ser felices. ¿Quieren una prueba? Ensayemos.
Tardará exactamente un minuto:
Podrían
cerrar los ojos o mantenerlos abiertos, realmente no importa. Piensen
en alguien a quienes ustedes quieren mucho, alguien cercano a ustedes,
alguien que para ustedes es muy valioso y díganle mentalmente a esa
persona: “Preferiría ser feliz a tenerte”, vea lo que sucede,
“Preferiría ser feliz a tenerte. Si yo pudiera elegir, sin duda elegiría
la felicidad”. ¿Cuantos de ustedes se sintieron egoístas cuando
dijeron eso? Parece que muchos. ¿Ven cómo nos han lavado el
cerebro? ¿Ven como nos han lavado el cerebro para que pensemos:
“¿Cómo puedo ser tan egoísta?”. Pero miren quién es egoísta.
Imaginen que alguien les dice a ustedes: “¿Cómo puedes ser tan egoísta
como para elegir la felicidad en lugar de elegirme a mí?” ¿No les
gustaría responder esto?: “Excúsame, pero cómo puedes ser tan
egoísta como para exigir que yo te elija a ti por encima de mi
felicidad?”
Cierta
vez una mujer me contó que cuando ella era niña su primo jesuita
organizó un retiro espiritual en la iglesia jesuita de Milwaukee. Él
empezaba cada conferencia con estas palabras: “La prueba del amor es el
sacrificio, y la medida del amor es el desinterés”. ¡Que maravilla! Le
pregunté a ella: “¿Usted quisiera que yo la amara a costa de mi
felicidad? “Sí”, me contestó. ¿No sería maravilloso? Ella me amaría a
costa de su felicidad, y yo la amaría a costa de mi felicidad, así
tendríamos dos personas desgraciadas, ¡Pero que viva el amor!
SOBRE EL DESEO DE FELICIDAD
Estaba
diciendo que no queremos ser felices. Queremos otras cosas. O más
exactamente: No queremos ser incondicionalmente felices. Estoy dispuesto
a ser feliz siempre y cuando tenga esto y lo otro. Pero esto realmente
es decirle a nuestro amigo o a nuestro Dios o a cualquiera:
“Tu eres mi felicidad. Si no te tengo, me niego a ser feliz”.
Es
muy importante comprender eso. No podemos imaginarnos la felicidad sin
esas condiciones. Es muy cierto. No podemos imaginarnos
la felicidad sin ellas. Nos han enseñado a cifrar en ellas nuestra
felicidad.
De manera que eso es lo primero que debemos hacéis si queremos despertar, que es lo mismo que decir:
Si queremos amar, si queremos ser libres, si queremos la alegría y la paz y la espiritualidad.
En ese sentido, la espiritualidad es lo más práctico que hay en el mundo.
Desafío
a cualquiera a pensar en algo más práctico que la espiritualidad como
la he definido. No como piedad, no como devoción, no como religión, no
como adoración sino como espiritualidad -
¡Despertar!
¡despertar! veamos la angustia que hay en todas partes, veamos la
soledad, veamos el temor, la confusión, el conflicto en el corazón de la
gente, el conflicto interno, el conflicto externo.
Imagínense
ustedes que alguien les muestra la manera de librarse de todo eso.
imagínense ustedes que alguien les muestra la manera de detener ese
tremendo gasto de energía, de salud, de emoción que es el resultado de
esos conflictos y de esa confusión.
¿Les gustaría?
Imaginemos que alguien nos muestra la manera de amarnos los unos a
los
otros, y de vivir en paz y con amor. ¿Pueden ustedes imaginarse algo
más práctico que eso? Pero, en cambio, hay personas que piensan que los
grandes negocios son más prácticos, que la política es más práctica, que
la ciencia es más práctica. ¿De qué nos sirve llevar un hombre a la
luna si no podemos vivir en la tierra?
¿La
psicología es más práctica que la espiritualidad?. No hay nada más
práctico que la espiritualidad. ¿que puede hacer el pobre psicólogo?
Sólo puede aliviar la tensión. Yo soy psicólogo, y hago psicoterapia, y
se me presenta este gran conflicto a veces, cuando tengo que escoger
entre la psicología y la espiritualidad. Me pregunto si esto tiene
sentido para alguno de los presentes. Para mí no tuvo sentido durante
muchos años.
Voy
a explicarlo: No tuvo sentido para mí durante muchos años, hasta que de
pronto descubrí que la gente tiene que sufrir bastante en una
relación para desilusionarse de todas las relaciones. ¿No es eso
terrible? Tiene que sufrir bastante en una relación para que despierte y
diga: ¡Ya me cansé! Tiene que haber una manera mejor de vivir que
dependiendo de otro ser humano”. ¿Y que estaba haciendo yo como
psicoterapeuta?
Las personas llegaban
con sus problemas de relación, sus problemas de comunicación, etc., y a
veces, lo que hice les ayudó. Pero siento decir que a veces no les ayudó
porque eso las mantenía dormidas. Tal vez debieran haber sufrido un
poquito más. Tal vez deben llegar hasta el fondo y decir: “Estoy cansado
de todo”. Solamente cuando usted esté cansado de su cansancio podrá
superarlo. La mayoría de la gente va a donde el siquiatra o un psicólogo
para recibir alivio. Lo repito: para recibir alivio, no para curarse.
Hay
una historia sobre Juanito, quien, según decían, era retardado mental.
Pero evidentemente no lo era como lo verán. Juanito va a clase de
cerámica en su escuela para niños especiales y toma su pedazo de arcilla
y se pone a modelarla. Coge un pedacito de arcilla y se va al rincón
del salón a jugar con ella. La maestra se acerca y le dice:
-¡Hola Juanito!
-¡Hola! – le contesta Juanito
-¿Qué es lo que tienes en la mano, Juanito?
- Esto es un poco de estiércol de vaca.
-¿Qué estás haciendo con ese estiércol?
- Estoy haciendo una maestra.
La maestra piensa: “Juanito tuvo una regresión”, de modo que llama al director, que pasaba en ese momento y le dice:
- Juanito tuvo una regresión.
Entonces el director se acerca a Juanito y le dice:
-¡Hola! hijo.
-¡Hola! – Le contestó Juanito
-¿Qué es lo que tienes en la mano, Juanito?
- Un poco de estiércol de vaca
-¿Qué estás haciendo con el estiércol?
- Un director de escuela.
El director piensa que este caso es para el psicólogo de la escuela. “¡Llamen al psicólogo!” dice.
El psicólogo, un tipo inteligente. Se acerca a Juanito y le dice:
-¡Hola!
-¡Hola! – le contesta Juanito.
- Juanito, yo sé qué es lo que tienes en la mano.
-¿Qué?
- Un poco de estiércol de vaca.
- Correcto.
- Y yo sé que estás haciendo con él.
-¿Qué?
- Estás haciendo un psicólogo.
- Se equivoca. ¡No hay suficiente estiércol!
¡ Y decían que era retardado mental!
Los
pobres psicólogos están haciendo un buen trabajo. Realmente lo hacen.
Hay ocasiones en que la psicoterapia es una gran ayuda por que cuando
usted está a punto de volverse loco, loco de atar, está a punto de
volverse un psicótico o un místico, lo contrario de un loco.
Eso es lo que es un místico, lo contrario de un loco.
¿Quiere
saber una señal de que ya despertó? es cuando usted se pregunta:
“¿Estoy loco, o son los demás los que están locos?” Así es, realmente,
porque estamos locos. El mundo entero está loco. ¡Locos
certificados!
La única razón por la que no estamos encerrados en un manicomio es
porque somos demasiados. De modo que estamos locos.
Vivimos de ideas locas acerca del amor, de las relaciones, de la
felicidad, del gozo, de todas las cosas. Estamos locos hasta tal punto
que he llegado a creer que si todo el mundo está de acuerdo sobre
algo, puede usted tener la seguridad de que ¡Todos están
equivocados!. Todas las ideas nuevas. Todas las grandes ideas, cuando
empezaron, estaban en la minoría de uno solo. Ese hombre llamado
Jesucristo – una minoría de uno -. Todo el mundo decía algo diferente
sobre lo que Él decía. Buda – minoría de uno – Todo el mundo decía algo
diferente de lo que él decía. Creo que fue Bertrand Russell quien dijo:
“Toda gran idea empieza como una blasfemia”, eso es cierto, y
dicho con exactitud. Ustedes van a escuchar muchas blasfemias
durante estos días – “¡El ha blasfemado!” Porque la gente está loca,
todos son locos, y cuanto más pronto lo vean ustedes, mejor para su
salud mental y espiritual. No confíen en ellos. No confíen en sus
mejores amigos. Desilusiónense de sus mejores amigos. Son muy
brillantes. Lo mismo que ustedes en su trato con otras personas, aunque
probablemente ustedes no lo sepan. Ah, ustedes son tan astutos, tan
sutiles, tan ingeniosos. Ustedes están representando un gran papel.
No
estoy haciendo muchos elogios, ¿verdad? Pero lo repito: Ustedes quieren
despertar, ustedes están representando un gran papel, y ni siquiera lo
saben. Piensan que aman. ¡Ja! ¿A quién aman? Hasta la abnegación los
hace sentir bien, ¿verdad? “¡Me estoy sacrificando! Estoy viviendo de
acuerdo con mi ideal”. Pero ustedes obtienen algún beneficio de eso, ¿no
es así? Siempre obtienen algo de todo lo que hacen, hasta que
despierten.
De
modo que aquí está el primer paso: Dese cuenta de que no quiere
despertar. Es bastante difícil que despierte si lo hipnotizaron para que
crea que un pedazo de papel periódico viejo es un cheque por un millón
de dólares ¡Qué difícil es separarse de ese pedazo de periódico viejo!
LA RENUNCIACION TAMPOCO ES LA SOLUCION
Siempre
que usted practique la renunciación, se engaña. ¡Qué tal eso!. Se
engaña. ¿A qué renuncia? Siempre que renuncie a algo, queda atado para
siempre a aquello a lo cual renuncia. Hay un gurú en la India que dice:
“Siempre que viene a verme una prostituta, no habla sino de Dios. Dice
que está cansada de la vida que lleva. Que quiere a Dios. Y siempre que
viene a verme un sacerdote, no habla sino de sexo”. Muy bien, cuando
usted renuncia a algo, queda atado a esa cosa para siempre. Cuando lucha
contra alguna cosa, queda atado a ella para siempre. Mientras luche
contra ella, le está dando poder. Le da tanto como el que usa para
luchar contra él.
Esto incluye el comunismo y todo lo demás. de manera que debe
“recibir” a sus demonios porque cuando lucha contra ellos les da poder.
¿Nadie
le ha dicho esto? Cuando renuncia a una cosa, queda atado a ella. La
única manera de salir de ello es mirar a través de la cosa. No renuncie a
ella, mire a través de ella. Comprenda su verdadero valor y no tendrá
que renunciar a ella; sencillamente, ella caerá de sus manos, pero por
supuesto, si no ve eso, si usted está hipnotizado y cree que no será
feliz sin esa cosa, aquella o de más allá, está esclavizado. Lo que
tenemos que hacer por usted no es lo que la llamada espiritualidad
intenta hacer – es decir, lograr que usted haga sacrificios, que
renuncie a las cosas. Eso es inútil. Usted todavía está dormido. Lo que
tenemos que hacer es ayudarle a comprender. Si comprendiera,
sencillamente dejaría de desear esa cosa. Esto es otra manera de decir:
Si usted despertara, sencillamente dejaría de desear esa cosa.
ESCUCHE Y DESAPRENDA
A
algunos nos despiertan las duras realidades de la vida. Sufrimos tanto
que despertamos. Pero los seres humanos tropiezan con la vida una y otra
vez. Todavía caminan como sonámbulos. Nunca despiertan.
Trágicamente nunca se les ocurre que puede haber otra manera.
Nunca se les ocurre que puede haber una manera mejor. Sin embargo, si la
vida no lo ha golpeado a usted lo suficiente, y si no ha sufrido lo
suficiente, entonces hay otra manera: escuchar. No quiero decir que
usted
tiene que estar de acuerdo con lo que estoy diciendo. Porque el
acuerdo o el desacuerdo tienen que ver con las palabras y los
conceptos y las teorías; no tienen nada que ver con la verdad. La
verdad nunca se expresa con palabras. La verdad se percibe de
repente, como resultado de cierta actitud. De manera que usted puede no
estar de acuerdo conmigo y, sin embargo, percibir la verdad. Pero tiene
que haber una actitud de apertura, estar dispuesto a descubrir algo
nuevo. Eso es lo importante, no que usted esté o no esté de acuerdo
conmigo. Al fin y al cabo, la mayor parte de lo que estoy dando son
realmente teorías. Ninguna teoría abarca adecuadamente la realidad. De
manera que yo puedo hablarle a usted, no de la verdad,
sino de los obstáculos de la verdad. Esos obstáculos los puedo
describir. No puedo describir la verdad. Nadie puede hacerlo. Lo único
que puedo hacer es describirle sus falsedades, para que pueda
dejarlas. Lo único que puedo hacer por usted es desafiar sus creencias y
el sistema de creencias que lo hace desdichado. Lo único que puedo
hacer es ayudarle a desaprender. De eso se trata el aprendizaje en lo
concerniente a la espiritualidad: desaprender, desaprender casi todo lo
que nos han enseñado. Una disposición para desaprender, para escuchar.
¿Está
usted escuchando, como lo hace la mayoría de la gente, con el fin de
confirmar lo que ya piensa? Observe sus propias reacciones a medida que
hablo. Con frecuencia se alarmará, o se conmocionará, o se
escandalizará, o se irritará, o se disgustará, o se sentirá frustrado. O
dirá: “¡Maravilloso!” ¿Pero está usted escuchando para ver si lo que
oye le confirma lo que piensa? ¿O está escuchando para descubrir algo
nuevo? Eso es importante. Es difícil para las personas que están
dormidas. Jesús proclamó la Buena Nueva, y, sin embargo, fue rechazado.
No porque fuera buena, sino porque era nueva.
Detestamos
lo nuevo, ¡lo detestamos! Y cuanto más pronto aceptemos este hecho,
mejor. No queremos nada nuevo, especialmente cuando es perturbador,
especialmente cuando implica un cambio. Especialmente si implica decir:
“Yo estaba equivocado”. Recuerdo que me encontré en España con un
jesuita de ochenta y siete años; fue superior y profesor mío en la India
hace treinta o cuarenta años. Y asistió a un taller como éste. “Debería
haberlo oído hace setenta años”, me dijo. ” Mire: he
estado
equivocado toda la vida”. Dios, ¡escuchar eso!. Es como ver una de las
maravillas del mundo. Eso, damas y caballeros, ¡es fe! Una apertura
hacia la verdad, sin importar las consecuencias, sin importar hacia
dónde lo lleve a uno. Eso es fe. No creencia sino fe. Las creencias le
dan a uno mucha seguridad. Pero la fe es inseguridad. Uno no sabe. Uno
está dispuesto a seguir y está abierto. ¡completamente abierto! Está
dispuesto a escuchar. Y fíjense bien, estar abierto no significa ser
crédulo, no significa tragar entero todo lo que diga el que habla. de
ningún modo. Ustedes tienen que cuestionar todo lo que estoy
diciendo. Pero cuestiónenlo desde una actitud de apertura, no de
terquedad. Y cuestiónenlo todo. Recuerden estas hermosas palabras de
Buda: “Los monjes y los eruditos no deben aceptar mis palabras por
respeto sino que deben analizarlas, así como un orfebre analiza el oro –
cortando, raspando, frotando, fundiendo”.
Cuando
uno hace eso, está escuchando. Ha dado un gran paso hacia el despertar.
Como dije, el primer paso es estar dispuesto a admitir que uno no
quiere despertar, que no quiere ser feliz. Dentro de uno hay toda clase
de resistencias. El segundo paso es estar dispuesto a comprender, a
escuchar, a cuestionar todo su sistema de creencias .
No solamente su sistema de creencias religiosas, sus creencias
políticas, sus creencias sociales, sus creencias psicológicas, sino
todas sus creencias. Estar dispuesto a revisarlas todas, según la
metáfora de Buda. Y les daré a ustedes muchas oportunidades para que
realicen eso aquí.
LA FARSA DE LA CARIDAD
La
caridad es realmente el amor propio disfrazado de altruismo. Usted dice
que es muy difícil aceptar que puede haber ocasiones en que usted no
está realmente tratando de ser amoroso o confiado. Simplifiquémoslo lo
más posible. Hagámoslo tan brusco y tan extremo como sea posible, al
menos para empezar. Hay dos tipos de egoísmo. el primer tipo es el que
consiste en darme gusto de darme gusto. eso es lo que generalmente
llamamos egoísmo. El segundo tipo es el que consiste de darme el placer
de agradar a los demás. Éste sería un tipo más refinado de egoísmo.
El
primero es muy obvio, pero el segundo está oculto, muy oculto, y por
eso es más peligroso, porque llegamos a pensar que realmente somos
maravillosos. Pero, al fin y al cabo, tal vez no seamos tan
maravillosos.
Usted,
señora, dice que, en su caso, vive sola, y que va a la parroquia y
dedica varias horas de su tiempo. Pero también admite que lo hace por
una razón egoísta – Usted necesita que la necesiten – y usted también
sabe que necesita que la necesiten de una manera que haga sentir que
está contribuyendo con algo al mundo. Pero también admite que, como
ellos también la necesitan, es un intercambio.
¡Usted
está a punto de entender! Tenemos que aprender de usted. Eso es lo
correcto. Usted dice: “Doy algo, recibo algo”. Está en lo cierto. Voy a
ayudar, doy algo, recibo algo. eso es bello. eso es verdad, eso es real.
Eso no es caridad, eso es el amor propio ilustrado.
Y
usted, señor, usted señala que en el fondo, el Evangelio de Jesús es un
evangelio del egoísmo. Logramos la vida eterna por nuestros actos de
caridad. “Venid, benditos de mi padre. Cuando tuve hambre me disteis de
comer… etc.”. Usted dice que eso confirma lo que dije. Cuando miramos a
Jesús, dice usted, vemos que en el fondo sus actos de caridad fueron
fundamentalmente actos de egoísmo, ganar almas
para la vida eterna. Y usted ve eso como todo el impulso y el
significado de la vida: el logro del egoísmo por medio de los actos de
caridad
Muy
bien, pero vea usted: Usted está haciendo algo de trampa porque trajo
la religión a este asunto. Eso es legítimo. Es válido. Pero ¿que tal si
hablo de los Evangelios, de la Biblia, de Jesús, hacia el final de este
retiro? Por ahora diré esto para complicarlo aún más. “Tuve hambre y me
disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber”, y ¿ellos que
responden? ¿ cuando? ¿cuando lo hicimos? ¡No lo sabíamos!. ¡No tenían
consciencia de ello! A veces tengo una horrible fantasía en la que el
Rey dice:
- Tuve hambre y me disteis de comer. Y la gente que está a la derecha dice:
- Así es señor, nosotros lo sabemos.
- No les estaba hablando a ustedes – les dice el Rey- No es así; ustedes no debían saberlo.
¿No
les parece interesante? Pero ustedes saben. Ustedes conocen el placer
interior cuando hacen obras de caridad. ¡Ajá! ¡Así es! Es lo opuesto de
alguien que dice: “¿Qué tenía de extraordinario lo que hice? Hice algo,
obtuve algo. No tenía ni idea de que estaba haciendo algo bueno. Mi mano
izquierda no sabía lo que estaba haciendo mi mano derecha”. Miren: Un
bien nunca es tan bueno como cuando usted no sabe que es bueno. O como
diría el gran Sufí: “Un santo es santo hasta que lo sabe”.
Algunos
de ustedes objetan esto, Ustedes dicen: ” ¿No es el placer que recibo
cuando doy, no es eso la vida eterna aquí y ahora?” No sabría
decir. Yo llamo al placer, placer, y nada más. Al menos por el
momento, hasta que hablemos de la religión, posteriormente. Pero quiero
que comprendan algo desde el principio: que la religión no está
- repito: no está- necesariamente conectada con la espiritualidad. Por favor, mantengan la religión fuera de esto por ahora.
Muy
bien, ustedes preguntan: ¿Qué decir del soldado que cae sobre una
granada para evitar que ésta hiera a otros? ¿ y qué decir del hombre que
se subió a un camión lleno de dinamita y lo llevó hasta el campo
Norteamericano en Beirut? ¿Qué decir de él? “No hay amor más grande que
éste”. Pero los Norteamericanos no lo consideraban así. Lo hizo
deliberadamente. Era un hombre extraordinario. ¿no es cierto? pero les
aseguro que él no pensaba lo mismo. Él creía que se iría al cielo. Así
es. Lo mismo que el soldado que cayó sobre la granada.
Estoy
tratando de llegar a visualizar una acción en la que no esté el ego, en
la que usted esté despierto y lo que hace, lo haga a través de usted.
En ese caso, su acción se convierte en una celebración. “Hágase en mí”.
No estoy excluyendo eso. Pero cuando usted lo hace, estoy buscando el
egoísmo. Aunque sea solamente: ” Me recordarán como un gran héroe”, o ”
Yo no podría vivir si no lo hiciera. No podría vivir con el pensamiento
de que huí”. Pero recuerden, no estoy excluyendo el otro tipo de acción.
Nunca dije que no hubiera ninguna acción en la que no esté el ego. Tal
vez la haya. Tendremos que explorar eso. Una madre que salva a un niño –
que salva a su hijo, dicen ustedes. Pero ¿a
qué
se debe que no salve al hijo de su vecina? Es el suyo. Es el soldado
que muere por su país. Muchas de estas muertes me inquietan. Me
pregunto: “Son ellas el resultado de un lavado de cerebro? Los mártires
me inquietan. Creo que con frecuencia les lavaron el cerebro. A los
mártires Musulmanes, a los mártires hindúes, a los mártires budistas, a
los mártires cristianos ¡Les lavaron el cerebro!.
Ellos
tienen la idea de que deben morir, de que la muerte es una gran cosa.
No sienten nada, van derecho. Pero no todos ellos, de modo que
escúchenme bien. No dije que todos ellos, pero tampoco excluiría la
posibilidad. A muchos comunistas les lavan el cerebro (ustedes están
dispuestos a creerlo). Tanto les lavan el cerebro que están dispuestos a
morir. A veces pienso que el proceso que usamos para producir, por
ejemplo, a un San Francisco Javier, podría ser exactamente el mismo
proceso utilizado para producir terroristas. Un hombre podría hacer un
retiro espiritual de treinta días, y salir de él inflamado de amor a
Cristo, y sin embargo, sin la menor consciencia de sí mismo. Ni la más
mínima. Podría hacer sufrir, se cree santo. No pretendo hablar mal de
Francisco Javier, quien posiblemente era un gran santo, pero era difícil
vivir con él. Ustedes saben que era un superior terrible, ¡realmente lo
era! hagan una investigación histórica. Ignacio siempre tenía que
intervenir para deshacer el daño que este buen hombre hacía por su
intolerancia. Hay que ser bastante intolerante para lograr lo que él
logró. Adelante, adelante, adelante, adelante, sin importar cuántos
cadáveres quedaban a la vera del camino. Algunos críticos de Francisco
Javier defienden exactamente eso. Acostumbraba expulsar a los hombres de
nuestra Compañía, y ellos apelaban a Ignacio, quien les decía: “Venga a
Roma y conversaremos”. Y, a hurtadillas, Ignacio volvía a recibirlos.
¿Qué tanta consciencia había en esta situación? Quienes somos para
juzgar, no lo sabemos.
No
estoy diciendo que no haya motivaciones puras. Estoy diciendo que
ordinariamente todo lo que hacemos es en nuestro propio interés. Todo.
Cuando usted hace algo por amor a Cristo, ¿es eso egoísmo? Si. Cuando
hace algo por amor a alguien, lo hace por su propio interés. Tendré que
explicarlo: Imagínese que usted vive en Fénix y que alimenta a más de
quinientos niños todos los días. ¿Lo hace sentirse
bien? ¿Acaso esperaría que lo hiciese sentirse mal? Pero a veces
ocurre.
Y ello se debe a que algunas personas hacen cosas para no sentirse mal.
Y llaman a esto caridad. Actúan por sentimiento de culpa. eso no es
amor. Pero a Dios gracias, usted hace las cosas por la gente, y eso le
parece agradable. ¡Maravilloso! Usted es un individuo sano porque actúa
en su propio interés. eso es sano.
Resumiré
lo que estaba diciendo sobre la caridad sin egoísmo: Dije que
había dos tipos de egoísmo; tal vez debiera haber dicho tres. El
primero es cuando me doy el gusto de darme gusto; el segundo es cuando
me doy el gusto de agradar a los demás. Uno no debe enorgullecerse de
eso; no debe creerse una gran persona; es una persona muy ordinaria,
pero tiene gustos refinados. sus gustos son buenos, no la calidad de su
espiritualidad. Cuando era niño, le gustaba la Coca- Cola, ahora es
mayor y le gusta la cerveza fría en un día caluroso. Ahora tiene mejor
gusto. Cuando era niño le encantaban los chocolates; ahora que es mayor
le gusta una sinfonía, le gusta un poema. Tiene mejor gusto. Pero de
todas maneras, está obteniendo su propio placer, con la diferencia de
que ahora se trata del placer de agradar a los demás. Luego está un
tercer tipo, que es el peor, cuando uno hace algo bueno para no sentirse
mal. Lo detesta, está haciendo sacrificios por amor, pero se queja.
¡Ah! Que poco se conoce a sí mismo si cree que o hace las cosas de esta
manera.
Si me dieran un dólar cada vez que hago cosas que me hacen sentirme mal , sería millonario. Ustedes saben cómo es:
-¿Podría conversar con usted esta noche, padre?
- Sí, ¡por supuesto!
No
quiero conversar con él y odio hacerlo. Quiero ver ese programa de
televisión esta noche, pero ¿cómo le digo que no? No tengo el valor
para decirle que no. “Por supuesto”, y estoy pensando: “¡Dios mío y
ahora tengo que aguantármelo!”.
Conversar
con él no me hace sentirme bien, y no me hace sentir bien decirle que
no, de modo que escojo el menor de los males, y le digo: “Muy bien, por
supuesto”. Me voy a sentir feliz cuando esto se acabe y pueda dejar de
sonreírle, pero inicio la sesión con él.
-¿Cómo está usted?
- Maravillosamente – dice, y habla y habla sobre cómo le ha gustado
este seminario.
Y
yo pienso: “Oh, Dios, ¿cuándo irá al grano?” por fin se concreta el
asunto, y yo, metafóricamente, lo estrello contra la pared; le digo:
- Bueno, cualquier idiota podría solucionar ese problema
- Y lo despido.
“¡Al
fin me libré de él”, digo. Y a la mañana siguiente, durante el desayuno
(porque lamento haber sido tan descortés) me le acerco y le digo:
-¿Cómo van las cosas?
-
Bastante bien, contesta, y luego agrega: Mire, lo que me dijo anoche,
realmente me ayudó. ¿Podemos volver a conversar después del almuerzo?
¡Dios Mío!
Ése
es el peor tipo de caridad, cuando uno hace algo para no sentirse mal.
No tiene el valor de decir que no quiere que lo molesten. ¡Quiere que la
gente piense que es un buen sacerdote! Cuando alguien manifiesta: ” A
mí no me gusta lastimar a la gente”, yo le digo: ” ¡No me diga! No se lo
creo”. No le creo a nadie que diga que no le gusta lastimar a la gente.
Nos encanta lastimar a la gente, especialmente a algunas personas. Nos
encanta. Y cuando es otra persona la que lastima a alguien, nos
regocijamos. Pero no queremos nosotros mismos lastimar a otros ¡porque
eso nos lastima a nosotros! Ahí lo tienen. Si somos nosotros los que
lastimamos, los demás pensarán mal de nosotros. No nos apreciarán,
Hablarán contra nosotros y eso ¡no nos gusta!
Extracto del libro: Despierta de Anthony de Mello
Capítulos:
INTRODUCCIÓN SOBRE EL DESPERTAR
SOBRE EL EGOÍSMO LEGÍTIMO
SOBRE EL DESEO DE FELICIDAD
LA RENUNCIACIÓN TAMPOCO ES LA SOLUCIÓN ESCUCHE Y DESAPRENDA
LA FARSA DE LA CARIDAD
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