GEOMETRÍA SAGRADA
Vuestra esfera integra quince anillos que forman una red de energía que la rodea, algo que ya sabían los antiguos egipcios, y que el incendio de la biblioteca de Alejandría borró del conocimiento humano.
En el pórtico de la Academia de Atenas, en donde Platón daba sus lecciones, se hallaba escrita una advertencia: "Nadie entre que no sepa Geometría". El significado originario del término Geometría -como su prefijo geo" indica- se refería al estudio de las medidas de la Tierra. Poco después pasó a designar la parte de las Matemáticas que conocéis actualmente. Entre las formas más conocidas se encuentran los cinco poliedros regulares: el tetraedro con cuatro caras triangulares; el hexaedro o cubo, con seis cuadradas; el octaedro, con ocho triangulares; el dodecaedro, con doce pentagonales y el icosaedro, con veinte triangulares. Vuestros maestros todavía los denominan los cinco poliedros platónicos porque ya habían sido descritos por Platón. Sólo hay estos cinco, número sagrado pitagórico, y ninguno más que con todas sus caras formadas por polígonos regulares y ángulos iguales, puedan inscribirse en una esfera.
El tetraedro, el cubo y el octaedro os parecen más lógicos y fáciles de imaginar, el dodecaedro y el icosaedro, por la ingeniosa forma de distribuir sus caras, os pueden llegar a obsesionar. A Platón le sucedía lo mismo, ya que hacía especial énfasis en esas normas, sobre todo en el dodecaedro que contiene el número sagrado pitagórico “5” en los lados de sus caras, y el también fundamental “12” en su número. Le tenía tanto respeto que no se atrevía a nombrarlo directamente. El icosaedro con 20 caras y 12 vértices, se puede inscribir en el dodecaedro, un vértice en el centro de cada cara, y el centro de sus caras triangulares en los 20 vértices del dodecaedro. En los cruces de la malla así formada, se pueden apoyar los vértices de los cinco poliedros platónicos. Pues bien, el dodecaedro forma la base de la malla de energías sutiles de esta esfera aunque, en realidad, la fascinación que provocan estos dos poliedros proceda del inconsciente colectivo.
Si bien Platón fue el primero que describió oficialmente estas normas, ya existían como arcanos de conocimientos secretos en la escuela de Pitágoras, donde Platón fue iniciado, pero su existencia es mucho más antigua. En Gran Bretaña, por ejemplo, tenéis colecciones de piedras talladas con las formas de estos sólidos y con surcos que señalaban las aristas, en donde se han hallado restos de cordones de piel de, al menos, 1.500 años antes de Cristo -o sea, 1.000 años antes de Platón- pero en otros yacimientos podéis encontrarlas de hasta 12.000 años antes de Cristo. Oficialmente se dice que eran utilizadas como boleadoras para cazar. Volviendo a la geometría platónica, en su significado originario, el filósofo griego, en su diálogo con Fedón, no puede ser más claro al describir la estructura de la Tierra como un dodecaedro esférico: "Pero yo debo contarte una historia. Simias, es digno de oír que las cosas son iguales sobre la Tierra que bajo los cielos. Se dice, mi amigo, que ante todo, la misma Tierra se ve desde arriba, como tu verías un balón de doce piezas de cuero".
La concepción de la Tierra como un dodecaedro se basa en una premisa relativamente simple: el dodecaedro es el poliedro que más se aproxima a la esfera y el que tiene los ángulos menos salientes, lo que permite curvarlo sin apenas sufra deformación. Si fuera el elástico y se le hinchase, sus caras curvadas, apoyadas en una esfera, la dividirían en doce partes formadas por pentágonos curvos. Las líneas que separan estas caras, equivalentes a las aristas del dodecaedro de caras planas, en este caso se prolongan, formando círculos máximos que rodean la esfera. Estos círculos en su periplo por la esfera, cortan las otras caras, cada una atravesada por cinco de ellos (siempre el cinco), que así queda dividida en diez sectores en forma de triángulos rectángulos. Para ello es suficiente un total de quince círculos, y no más. Así, entre las 12 caras pentagonales, cada una con 10 triángulos, totalizamos 120 triángulos rectángulos que cubren la superficie de la esfera. Al mismo tiempo, observamos que las líneas que unen los centros de los pentágonos curvos, forman triángulos equiláteros. Las veinte caras de un icosaedro esférico, cada una de las cuales contiene 6 de los citados triángulos rectángulos. Es el icosaedro que se intercala al dodecaedro. Estos triángulos rectángulos son la unidad básica de esta estructura. Así Platón -en la segunda parte del diálogo con Timeo- describe estos triángulos, en los que se basan todos los poliedros, ya que en sus ángulos sobre la esfera encajan los cinco poliedros.
Para plasmar esta estructura sobre la Tierra, se sitúa una cara del dodecaedro en el Norte, el polo centrado en ella. Otra en el Sur, y entre ellas dos franjas con cinco caras cada una, pero la orientación de los pentágonos Norte y Sur con respecto a continentes y mares no es arbitraria, y depende de un punto, que llamaríamos el "ombligo del mundo". ¿Dónde encontrarlo? Ni más ni menos que en la gran pirámide de Keops, y la razón de que sea así no es nada esotérica. Situada a 29º 58' 51" latitud N y 31º 08' 57" longitud E, se halla en el meridiano que divide la Tierra en dos partes en las que la superficie emergida, los continentes e islas, incluyendo la Antártida, es exactamente igual. El meridiano que pasa por la Gran Pirámide, coincide con un vértice del pentágono Norte. Ello orienta toda la red y muestra cinco de sus líneas maestras como meridianos, o círculos máximos, que pasan por los vértices de las caras Norte y Sur, y que están alternados.
Angel Luis Fernández.
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