EL GRAN SECRETO ESTA DENTRO DE TI


“A lo largo de la historia, han aparecido maestros con la capacidad para mostrar el camino en medio de las tinieblas. Hermes, el Emperador Amarillo y sus continuadores, Buda, Lao Tsé, Confucio, Sócrates, Jesús. Cada uno de ellos ha aportado luz allí donde sólo había confusión y crueldad.
Sin embargo, como ya advirtió el príncipe Siddhartha en un célebre discurso, la barca de la espiritualidad sirve para pasar a la otra orilla, pero no tiene sentido seguir cargando con ella una vez allí.”
“En este sentido, el mensaje fundamental de los iluminados que acabo de mencionar ha sido desatendido. Es más, la humanidad los ha traicionado cargando con pesadas naves que aún nos aplastan hoy día y no nos dejan explorar lo que hay en otra orilla.
Hermes nos enseñó que el universo es mental, pero sin duda repudiaría a todos los que explotan en beneficio propio la ley de la atracción.
Lao Tsé nos legó ochenta y un poemas para que cada cual reflexione y halle sus propias respuestas, pero no fundó el taoísmo.
Confucio daba sabios consejos, pero no hubiera querido estatuas en las calles ni que los niños chinos memoricen ciegamente mensajes lanzados hace dos mil quinientos años.
Sócrates no redactó una sola línea, porque corresponde a cada cual descubrir sus errores y escribir la propia historia. Seguro que le hubiera repugnado aparecer, sin su permiso, en los libros de filosofía.
Jesús inspiró a hombres y mujeres, les instruyó en la libertad y en la gramática del amor, pero no ordenó sacerdotes, enclaustró monjas ni erigió iglesia alguna.
Hemos traicionado el mensaje y la intención de todos estos faros espirituales, que nos mostraron un camino que debe recorrer cada “la palabra divina que devuelvan a la humanidad la libertad que le han robado.
Es blasfemo adoctrinar en nombre de Dios, porque Dios se basta a sí mismo para hablar al oído de cada uno de sus hijos a través del milagro de la vida. No necesita teorías ni intermediarios.
La verdad no puede ser enseñada, sólo puede ser descubierta.
Del mismo modo, la mejor manera de orar es que cada cual haga que su propia vida, sus actos, sus hechos, sean su oración. Así, con la manifestación singular de cada ser humano, de su capacidad de amor y de encarnar en esta tierra aquello que realmente es divino, es cómo podemos cambiar el destino de la humanidad. Porque, como dijo un novelista del siglo XX, si Dios no es amor, no vale la pena existir. ¿Para qué ser budistas si podemos ser Buda? ¿Para qué ser cristianos si podemos ser Cristo? Precisamente eso es lo que entiendo que los grandes avatares de la humanidad vinieron a revelar.
Terminaré con estas palabras de Buda que resumen el secreto último de Alejandría: «Sé una luz para ti mismo». Y que la unión de luz de todos los seres humanos ilumine[…]”

Pasaje de: La Luz de Alejandría. “Álex Rovira & Francesc Miralles.” iBooks.

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