LA VIDA NOS HABLA
TOMADO DE http://lospasosdelalma.blogspot.com.es/
El Sol nos habla, con lenguajes de luz.
Al ojo en sí, a las embajadas del corazón en la piel, a los
fotoreceptores del alma. Una fiesta de destellos. Una caravana que
comienza en el infinito y acaba en el horizonte donde se incuban las
visiones. Es un arcoiris universal que habitualmente no nos detenemos a
acunar, ni dejamos que sus ondas germinen éxtasis en el jardín de los
misterios. Aureola invisible. Espejo inductor de reflejos que tintinean
amaneceres. Marea espacial que nos envuelve por completo cuando bajamos
los párpados para dormir y suponemos que el Sol se ha ido a visitar a
los seres atareados del otro hemisferio. Dentro de la noche persiste su
luminosidad. Disfrazada de oscuridad.
La vida tambíen nos habla, con dialectos de fuego.
Todo es energía hasta en la más remota de nuestras células. Y alguna
vez, cuando esta galaxia se esfume en una ceremonia ígnea, persistirán
risas de niños y suspiros de amantes: el tiempo no borra los incendios
de la inocencia, los graba indelebles en el universo. Lo que llamamos
muerte es el espacio del salto de una forma a otra, de un color a otro,
porque más allá de los violetas y los rojos están los blancos ígneos
(que atisbamos en el seno de la llama de una vela) y los negros áureos
(cuando al cerrar los ojos la retina se anima a recomponer los
esferogramas del cosmos). Vivir es permitir que la eternidad baile en la
sangre
Lo humano es una provincia de la existencia total.
Los monumentos que alzamos, volverán a ser polvo. Todo se integra, se
desintegra y se reintegra. Llamamos materia a la fotografía de una
partícula de realidad que en el pabellón de la mente logra constituir un
significado, pero que en el aliento de Dios no resulta nada más que un
sabor fugaz. Sólo tenemos el instante. Pero al respirar no advertimos
que el aire es luz trasformada en gas. Sabemos que todo cuerpo tiene
irremediablemente un final y creemos que disimulándolo evitaremos el
desenlace. En verdad, quien se dispone a dejar que el Sol brille en sus
fibras, hace que a la vez su ser se sumerja en el Sol, simple portal de
otros nódulos solares.No temas al silencio, que no es vacío sino
dimensión sin fronteras.
No te escapes de la soledad, que no es desamparo sino desnudez de artificios.
Quien se permite callar de verdad y detiene la gritería de la nada,
descubre que en silencio titila la música de las esferas, como una
sinfonía de rayos y frecuencias. Polaridad de encuentros. Cristal de
emociones. Quien se aparta momentáneamente de la manada, advierte que
cada cual es el filamento de un reflector supremo, cuya longitud de onda
se llama alabanza. Cátodo espiritual, ánodo angelical. La Santa
Sabiduría. Por eso son tan cruciales los desiertos verdaderos. Porque
albergan la llave de la revelación. Las raíces del Sol.
Miguel Grinberg.
http://mertonpito.blogspot.com.es
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