Por qué vivir el momento es imposible

Efectivamente vivir el momento es imposible para nuestro ego.
Por eso cuando somos capaces de vivir el presente, estamos conectando con nuestro auténtico yo, que no reside en el cerebro sino fuera del cuerpo.
Esa ecuanimidad tan codiciada de “vivir el momento” puede ser imposible, de acuerdo con los neurocientíficos que han identificado el área del cerebro responsable de las decisiones pasadas y cuyos resultados orientan el comportamiento futuro. El estudio, basado en una investigación realizada en la Universidad de Pittsburgh y publicado 9 de agosto en la revista Neuron, es el primero de este tipo en analizar las señales asociadas con la metacognición, la capacidad de una persona de supervisión y control de la cognición (un término hábilmente descrito por los investigadores como “pensar sobre el pensar.”)
“El cerebro tiene que realizar un seguimiento de las decisiones y los resultados que producen”, señaló Marc Sommer, durante el estudio en la Universidad de Pittsburgh, y ahora en la facultad de neurociencia de la Universidad de Duke. “Uno necesita la continuidad de pensamiento”, continuó Sommer. “Estamos constantemente manteniendo decisiones en la mente a medida que avanzamos por la vida y pensando en otras cosas. Suponemos que es algo análogo a la memoria de trabajo, lo que apunta a la corteza prefrontal.”
Sommer predijo que los correlatos neuronales de la metacognición residían en las mismas áreas del cerebro responsables de la cognición, incluyendo la corteza frontal, una parte del cerebro relacionada con la expresión de la personalidad, la toma de decisiones y la conducta social. Sommer colaboró con Paul G. Middlebrooks, que hizo su investigación para el estudio en la univ. de Pitt, antes de recibir su doctorado en neurociencia en 2011, ahora miembro postdoctoral en la Universidad de Vanderbilt. El equipo de investigación estudió las neuronas individuales en vivo en tres regiones fronto-corticales del cerebro: el campo visual frontal (asociado con la atención visual y los movimientos oculares), la corteza prefrontal dorsolateral (responsable de la planificación, organización y regulación motora), y el campo visual complementario (SEF) que participa en la planificación y control de los movimientos oculares sacádicos, que son los movimientos extremadamente rápidos de los ojos que permiten la reorientación continua sobre un objeto.
Para saber dónde se produce la metacognición en el cerebro, los sujetos realizaron una tarea visual de toma de decisiones, la cual incluía un aleatorio de luces intermitentes y una luz dominante sobre un cuadrado de cartón. A los participantes se les pidió recordar y señalar dónde aparecía la luz dominante, adivinando si eran correctas. Descubrieron que mientras la actividad neuronal estaba relacionada con las decisiones y las conjeturas en las tres áreas del cerebro, la presunta actividad metacognitiva que relacionaba las decisiones residían exclusivamente en el SEF.
“La SEF es un área compleja del cerebro relacionada con aspectos motivacionales de la conducta”, aclaraba Sommer. “Si pensamos que vamos a recibir algo bueno, la actividad neuronal tiende a ser alta en la SEF. La gente quiere cosas buenas de la vida, y seguir recibiéndolas, tienen que comparar lo que está sucediendo ahora en comparación con las decisiones tomadas en el pasado.”
Sommer también subrayó la dificultad de definir conceptos relacionados con la metacognición, como la conciencia. Él ve que su investigación y futuros estudios sobre la metacognición como un paso en un proceso sistemático de trabajo hacia una mejor comprensión de la conciencia. El estudio de la metacognición, dice, reduce el gran problema de estudiar un “tren de pensamientos” en un componente más simple: examinar cómo un proceso cognitivo influye en otro.
“¿Por qué no son nuestros pensamientos independientes unos de otros? ¿Por qué no acabamos de vivir el momento? Para una persona sana, es imposible vivir el momento. Es bonito decir esta frase, sobre todo a fin de aprovechar el día y disfrutar de la vida, pero nuestra vida interior y las experiencias son mucho más ricas que eso.”
Hasta ahora, los pacientes con trastornos mentales no habían sido testeados en estas tareas, pero Sommer está interesado en comprobar cómo la SEF y otras áreas del cerebro pueden estar interrumpidas en estos trastornos.
“Con la esquizofrenia y la enfermedad de Alzheimer, hay una fractura del proceso de pensamiento. Está constantemente interrumpido, y pese a intentar mantener el pensamiento en marcha, la distracción aparece muy fácilmente”, añadió Sommers. “Los pacientes con estos trastornos tienen problemas para mantener una memoria de las decisiones del pasado que guíen el comportamiento posterior, lo que sugiere un problema con la metacognición.”

- Imange: Crédito: © Patryk Kosmider / Fotolia
- Esta investigación fue financiada por University of Pittsburgh, the joint University of Pittsburgh-Carnegie Mellon University Center for the Neural Basis of Cognition, the National Institute of Mental Health, and the Alfred P. Sloan Foundation.
- Fuente: University of Pittsburgh.
- Publicación: Paul G. Middlebrooks, Marc A. Sommer. Neuronal Correlates of Metacognition in Primate Frontal Cortex. Neuron, 2012; 75 (3): 517 DOI: 10.1016/j.neuron.2012.05.028 .
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