El vacío no existe
El
vacío no existe, se encuentra lleno de materia que no se puede percibir
desde este plano dimensional, además de objetos celestes, estrellas,
polvo cósmico, asteroides, meteoritos, satélites nubes, gases y otros
elementos menores, en real
idad todos los
espacios están ocupados, no existe nada sin ocupar y lo más curioso es
que la estructura sustentadora de todo lo manifestado es exactamente la
misma.
La energía ondulatoria y las partículas que estudia la física cuántica son en realidad los vehículos fundamentales que conforman la conciencia, la materia de la cual se forma la sustancia del universo, muy similar a lo que los aminoácidos son para las proteínas, de modo que no existe nada independiente y aunque aparentemente se perciban distancias entre ellos en una visión tridimensional, todas las dimensiones, conciencia, oscuridad y luz son solamente aspectos polares singulares del Uno y con vuestra conciencia podéis afectar la manifestación de todas las realidades, alterando los niveles de vuestras frecuencias porque, al hacerlo, alteráis la materia y afectáis el tiempo, o el tiempo futuro, como aún lo entendéis.
Las ondas de conciencia, aún las más distantes, se proyectan en todas las dimensiones de la esencia del Ser Universal. Por esa razón, las ondas pasan a través de otros seres hermanos del espacio y se convierten en su vibración, afectando sus vidas como afectan la vuestra, tan sólo en diferentes frecuencias de intensidad. También circulan por el espacio los brillantes hilos de luz dorada del Espíritu Supremo que se entreteje desde los confines más lejanos del Centro del Signo unificando la Luz del Amor del Espíritu en todas sus dimensiones y en toda conciencia. La triangulación de estos filamentos de luz, la más sagrada de las formas geométricas del cosmos, personifica la explosión creativa de la Trinidad y es la ruta principal de la Familia de Luz: el camino al hogar. Allí donde confluyen los tres rayos, en esos cruces de la Red, los rayos de colores del espectro de vuestro arco iris se irradian por todos los cuerpos del Ser Universal, y ése es verdaderamente el puente de la tradición mítica y de los pueblos indígenas y las cuerdas de las que sale la música de las esferas.
Angel Luis Fernández.
La energía ondulatoria y las partículas que estudia la física cuántica son en realidad los vehículos fundamentales que conforman la conciencia, la materia de la cual se forma la sustancia del universo, muy similar a lo que los aminoácidos son para las proteínas, de modo que no existe nada independiente y aunque aparentemente se perciban distancias entre ellos en una visión tridimensional, todas las dimensiones, conciencia, oscuridad y luz son solamente aspectos polares singulares del Uno y con vuestra conciencia podéis afectar la manifestación de todas las realidades, alterando los niveles de vuestras frecuencias porque, al hacerlo, alteráis la materia y afectáis el tiempo, o el tiempo futuro, como aún lo entendéis.
Las ondas de conciencia, aún las más distantes, se proyectan en todas las dimensiones de la esencia del Ser Universal. Por esa razón, las ondas pasan a través de otros seres hermanos del espacio y se convierten en su vibración, afectando sus vidas como afectan la vuestra, tan sólo en diferentes frecuencias de intensidad. También circulan por el espacio los brillantes hilos de luz dorada del Espíritu Supremo que se entreteje desde los confines más lejanos del Centro del Signo unificando la Luz del Amor del Espíritu en todas sus dimensiones y en toda conciencia. La triangulación de estos filamentos de luz, la más sagrada de las formas geométricas del cosmos, personifica la explosión creativa de la Trinidad y es la ruta principal de la Familia de Luz: el camino al hogar. Allí donde confluyen los tres rayos, en esos cruces de la Red, los rayos de colores del espectro de vuestro arco iris se irradian por todos los cuerpos del Ser Universal, y ése es verdaderamente el puente de la tradición mítica y de los pueblos indígenas y las cuerdas de las que sale la música de las esferas.
Angel Luis Fernández.
Comentarios
Publicar un comentario