"No juzguéis y no seréis juzgados"


 
  Es tranquilizador pensar que el más excelso acto de amor que puedes realizar no es un acto de  servicio, sino un acto de contemplación, de visión. Cuando sirves a las personas, lo que haces  es ayudar, apoyar, consolar, aliviar su dolor... Cuando las ves en su belleza y bondad interiores, lo que haces es transformar y crear.  Piensa en algunas de las personas a las que aprecias y que te atraigan. Intenta ver a cada una  de ellas como si fuera la primera vez, sin dejarte influenciar por el conocimiento o la experiencia, buena o mala, que tengas de ellas. Intenta descubrir en ellas algo que, debido a la  familiaridad, se te haya pasado por alto, porque la familiaridad produce rutina, ceguera y aburrimiento. No puedes amar lo que no eres capaz de ver de un modo nuevo. No puedes amar lo que  no eres capaz de estar constantemente descubriendo.  Piensa ahora en personas que te desagraden. Observa, en primer lugar, qué es lo que te desagrada de ellas; estudia sus defectos con imparcialidad y objetividad. Para ello, naturalmente, no  puedes hacer uso de "clichés" referidos a ellas: orgulloso, holgazán, egoísta, arrogante... El  "cliché" es producto de la pereza mental, porque resulta muy fácil aplicarle a alguien un estereotipo o una "etiqueta". En cambio, es difícil y arriesgado ver a las personas en su singularidad y unicidad.  Debes examinar esos defectos "clínicamente", es decir, debes cerciorarte de tu objetividad. Ten  en cuenta la posibilidad de que lo que ves en esas personas como un defecto tal vez no lo sea  en absoluto, sino que en realidad puede ser algo hacia lo que tu educación y las circunstancias  te han hecho sentir aversión. Si, a pesar de todo, todavía sigues viendo en ello un defecto,  trata de comprender que el origen del mismo reside en sus experiencias de la infancia, en sus  condicionamientos del pasado, en una defectuosa forma de pensar y de percibir y, sobre todo, en  su inconsciencia, no en su malicia. A medida que hagas esto, tu actitud se trocará en amor y  perdón, porque examinar, observar y comprender es perdonar.  Después de estudiar los defectos, intenta descubrir las virtudes que atesora esa persona y que  el desagrado que sientes hacia ella te han impedido ver hasta ahora. Y, mientras lo haces, observa cualesquiera cambios de actitud o de sentimientos que te sobrevengan, porque la aversión  hacia ella ha enturbiado tu visión y te ha impedido ver.  A continuación, piensa en cada una de las personas con las que vives y trabajas, observando cómo cada una de ellas se transforma a tus ojos cuando las miras de esta manera. Al verlas así,  les estas ofreciendo un don infinitamente más valioso que cualquier acto de servicio que puedas  prestarles, porque, al hacerlo, las has transformado, las has "creado" en tu corazón; y, supuesto un cierto grado de contacto entre tú y ellas, también ellas experimentarán realmente una auténtica transformación.  Y ahora, ofrécete a ti mismo idéntico don. Si has sido capaz de hacerlo por otros, no te resultará muy difícil. Sigue el mismo procedimiento: no juzgues o condenes ninguno de tus defectos o  neurosis. Si no has juzgado a los demás, tampoco tú debes ser juzgado. Indaga, estudia y analiza tus defectos para lograr una mejor comprensión que te lleve al amor y al perdón, y descubrirás con gozo cómo resultas transformado por esa actitud extrañamente tierna y comprensiva que  brota en ti para contigo mismo. Una actitud que nace en tu interior y se extiende a toda criatura viviente.
    
                                       UNA LLAMADA AL AMOR CONSCIENCIA (Joseph Mattam S.J.)

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