Matthieu Ricard: El Hombre más feliz del mundo

 Hace más de 35 años, Matthieu Ricard, al que llaman “el hombre más feliz del mundo” a raíz de los experimentos con Davidson, dejó una prometedora carrera en Francia como bioquímico molecular para convertirse en monje. 
Nació en París. Es hijo de Jean-François Revel, un filósofo francés de renombre, por lo que creció rodeado de las ideas y personalidades de los círculos intelectuales franceses. Viajó por primera vez a la India en 1967.
Obtuvo el doctorado en genética molecular en el instituto Pasteur. Después de terminar su tesis doctoral en 1972, Ricard decidió abandonar su carrera científica y concentrarse en la práctica del budismo tibetano.
Científicos de la Universidad de Wisconsin llevan años estudiando el cerebro del asesor personal del Dalai Lama dentro de un proyecto en el que la cabeza de Ricard ha sido sometida a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes.
 Los científicos se plantearon un rango para medir la felicidad en base a los resultados de las resonancias magnéticas, siendo este rango de 0.3 (muy infeliz) hasta -0.3 (muy feliz). Lo sorprendente de Ricard es que logró alcanzar un -0.45, lo cual escapa a los resultados previstos por los científicos, habiendo éstos erradicado las dudas respecto a concebirlo como “el hombre más feliz de la Tierra”.
 “No se trata de decidir ver la vida en rosa de un día para otro, sino de trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno y paralelamente, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra felicidad”
Mathieu Ricard 

El problema de aceptar que Ricard es el hombre más contento y satisfecho del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo en la contemplación y que carece de bienes materiales es capaz de alcanzar la dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes seguimos centrando nuestros esfuerzos en un trabajo mejor, un coche más grande o una pareja más estupenda?
Los trabajos sobre la felicidad del profesor Richard J. Davidson, del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento de que la mente es un órgano en constante evolución y, por lo tanto, moldeable. 
Los científicos han logrado probar que la corteza cerebral izquierda concentra las sensaciones placenteras, mientras el lado derecho recoge aquellas que motivan depresión, ansiedad o miedo. «La relación entre el córtex izquierdo y el derecho del cerebro puede ser medida y la relación entre ambas sirve para representar el temperamento de una persona»,
Los neurocientíficos americanos no creen que sea casualidad que durante los estudios llevados a cabo por Davidson los mayores registros de felicidad fueran detectados siempre en monjes budistas que practican la meditación diariamente. Ricard lo explica en la capacidad de los religiosos de explotar esa «plasticidad cerebral» para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los positivos. La idea detrás de ese concepto es que la felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar, entrenar, mantener en forma y, lo que es más improbable, alcanzar definitivamente y sin condiciones.

“Vivir las experiencias que nos ofrece la vida
será obligatorio, pero sufrirlas o gozarlas, es opcional”
Mathieu Ricard 
 



                                    FUENTE http://tuyyo-somosuno.blogspot.com/

Comentarios

Entradas populares